A finales del pasado mes de octubre, y tras seis años de trayectoria en Santiago de Compostela, la Galería Nordés abrió su segunda sede: en el número 3 de la calle Ramón de la Sagra, en A Coruña; la apertura ha coincidido con el estreno en ese espacio de un nuevo programa expositivo, Carta blanca, por el que esta sala propondrá a cada uno de los artistas que representa el diseño de una exposición en el que su propio trabajo estreche lazos con el de otros dos autores externos.
La primera en sumarse ha sido la ourensana Julia Huete, que viene investigando en su producción las relaciones entre el discurso de la poesía y el de la pintura partiendo de palabras, colores y formas: le interesa el poder sugestivo e incluso plástico de la palabra poética, su carácter de unidad de sentido múltiple. También los rasgos más puros y esenciales tanto de la pintura como del dibujo, y en los últimos años ha trabajado a menudo con telas: en 2021 recibió el V Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente por De dos cuerpos vengo, una obra elaborada con dos pares de bastidores de madera de castaño sobre los que se tensaban cuatro tapices, combinados de dos en dos y distintos en cada cara. Esos tejidos estaban inspirados en los lampás nazaríes, un tipo de paño labrado en seda formado por dos urdimbres de base y de ligamento, lo que permitió la elaboración de un diseño tanto en el anverso como en el reverso. Y antes, en 2019, se hizo con el galardón Comunidad de Madrid ESTAMPA (junto a Cristina Mejías), por Pájaro, un bordado sobre lino que reflejaba la abstracción que trabajaba la artista en diferentes soportes, sirviéndose de diversas técnicas para incrementar el carácter expresivo de las piezas. Esta, como el resto de sus composiciones sencillas, abordaba la relación de equilibrios entre pesos compositivos, la lírica formal y la poética de los materiales.
En esta Carta blanca, podremos establecer algunos nexos entre las formas e inquietudes de esta autora y las de Ánxel Huete (Ourense, 1944) y Kiko Pérez (Vigo, 1982), creadores invitados: pertenecen, como vemos, a diferentes generaciones, pero todos ellos han cultivado la abstracción en la pintura valiéndose de códigos propios de la segunda mitad del siglo pasado llegados a Galicia desde mediados de los ochenta a través de diversas traducciones artísticas y de la asimilación de lo contemplado en buena medida fuera de España; en ocasiones esa digestión de aquellos lenguajes fue lenta y se manifestó paulatinamente, otras veces lo hizo de repente. En general, podemos decir que esas tendencias se basaron en el desarrollo de expresividades que aspiraban a lo máximo a partir de trazos, formas o tonalidades mínimas, que no necesariamente vinculadas al minimalismo.
Las piezas que podemos contemplar ahora en A Coruña corresponden a las producciones más recientes de Julia Huete y Pérez y a una fase concreta de la andadura de Anxel Huete: este último creador, ya en su etapa de madurez y tras su participación en el Grupo Atlántica, recogió de la obra de artistas europeos contemporáneos, en los inicios de los noventa, la sencillez formal y cromática que acompañó los hondos cambios culturales y sociales que se produjeron en esa época. Veremos trabajos que llevó a cabo en la transición entre sus series Pintura Fenicia y Pintura de Albanel, contextualizados en Nordés en un camino alternativo al situarse junto a las imágenes de esos compañeros más jóvenes.
Julia Huete ha dejado esta vez a un lado los textiles para presentarnos aquí pinturas y piezas sobre papel basadas en la mancha, ya conocida en su carrera: establece relaciones entre figuras y fondos mediadas por la línea y dispone formas que parecen apoyarse entre sí, unirse unas a otras. Y Kiko Pérez, que también se llevó el Premio Cervezas Alhambra en 2018 (con El holandés errante, una obra de suelo formada por baldosas hidráulicas que evocaban el alicatado nazarí), ha evolucionado desde sus últimos óleos y collages sobre papel basados en la combinación de formas geométricas u orgánicas hacia el empleo de madera, material que conoce bien por haberlo utilizado en sus esculturas anteriores.
En lugar de dar prioridad, así, al gesto constructivo, se lo da al estrictamente manual sobre las composiciones: a las pinceladas, arrepentimientos o lavados que, cuando no se convierten en el centro de las obras por su representación en sí, casi como gestos caligráficos, lo son por su aplicación directa.
Tienen en común en suma, los tres creadores gallegos, el empleo de un lenguaje de formas: Anxel las depuraba al máximo, generando prácticamente pictogramas sin significado que equilibraban las composiciones finales; Julia las despliega intuitivamente, comprobando lo que cada una de ellas aporta como gesto y a veces negándolas a sí mismas, a través del borrado o el tachado; Pérez, como vimos, las representaba como caligrafías. También comparten los tres la incorporación de capas sucesivas de pintura para construir espacios y cubrir volúmenes, de modo que los fondos queden cancelados y esas formas parezcan flotar, y la ausencia de motivos definidos, sustituidos por trazos y volúmenes repetidos o fusionados que en las piezas de Julia Huete introducen la dicotomía orden-desorden, en la de Pérez remiten a recuerdos inconscientes y niegan posibilidad de existencia a las armonías iniciales y, en las del más veterano de los tres, ceden espacio a los hallazgos en el camino frente al proyecto inicialmente ideado.
En palabras de Ana Area, el imaginario que cada uno acumula va enlazando datos, formas y recuerdos que muchas veces se absorben hasta ser digeridos en fases, dando lugar a nuevas conclusiones ramificadas y cambiantes a lo largo de nuestra vida.
“Carta blanca [#1] a Julia Huete”
c/ Ramón de la Sagra, 3
A Coruña
Del 28 de octubre al 15 de diciembre de 2023
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