Carl Ostendarp, tipografía y monocromatismo

El artista muestra su obra reciente en Elizabeth Dee

Nueva York,
Carl Ostendarp. Blanks
Carl Ostendarp. Blanks

Hasta el 6 de septiembre, la Galeria Elizabeth Dee de Nueva York presenta “Blanks”, un compendio de los trabajos recientes de Carl Ostendarp, que expone por cuarta vez en esta sala, de la que fue cofundador. Desde finales de la década de los ochenta, sus pinturas presentan características convertidas en sello inconfundible del autor: signos, símbolos y textos que nos invitan a reflexionar sobre el poder del lenguaje y el valor expresivo de la tipografía. A menudo a Ostendarp se le considera artífice de un minimalismo cómico, por su capacidad de insuflar humor a un género que parece inmune a él y que, quizá por ello, causa recelos en el público no iniciado.

En sus obras más recientes, el artista ha adoptado una posición más radical al incidir sobre la vulnerabilidad y la versatilidad de lienzos cuyo monocromatismo queda perturbado por la incorporación de sus iniciales,  dispuestas en distintas zonas de cada pieza para desafiar nuestra tendencia perceptiva a considerarlas el centro o eje de cada trabajo. Utiliza como fondos tonalidades brillantes rojizas o anaranjadas y, para sus iniciales, diseñadas en tipografías que evocan las de los dibujos animados, colores malvas medios u oscuros.

El resultado son vibraciones ópticas, imágenes parpadeantes y atractivas en las que parecen colisionar la proclamada seriedad del monocromatismo minimal con letras de aspecto inevitablemente lúdico que algunos críticos han entendido como gritos de identidad existencial sobre vacíos metafísicos que recuerdan a Rothko o Barnett Newman; otros como sátira del narcisismo que lleva al artista a autoafirmarse, a hacerse aún más presente en su obra.

Ostendarp, que se ha dejado influir también por el Op Art, ha tenido muy en cuenta las características espaciales y las proporciones de la galería en la presentación de sus pinturas, buscando que la exhibición pueda ofrecer al espectador una experiencia contemplativa sólo posible en su presencia en la sala, nunca online y tampoco en una feria de arte.

Esta muestra neoyorquina llega tras otras dedicadas también a su producción última en la Pace londinense, el MMK de Franfurt o el Museum Ludwig de Colonia.

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