La expresión extremos absolutos resulta familiar a los conocedores de la teoría de la elección racional y de la teoría de juegos; la primera tiene que ver con la economía y estudia a los individuos autónomos que toman decisiones tras estudiar las consecuencias, los riesgos y beneficios de su opción; la segunda es una herramienta de análisis de ese proceso de toma de decisiones e implica tener en cuenta las que podrían adoptar los demás, siendo la mejor elección la que anticipa el comportamiento racional de todos. El llamado teorema de los extremos absolutos, o globales, por su parte, alude a los valores máximos y mínimo de una función matemática en un intervalo cerrado.
Con el significado y el significante de esta expresión juega, de forma más o menos explícita, la muestra que Marina Camargo y María García Ibáñez comparten este verano en la Galería Punto valenciana, así titulada: han investigado las relaciones entre el dibujo y la línea, entendida esta como límite y frontera de un espacio, como extremo que minimiza máximos o maximiza mínimos. Así, en las obras de estas artistas dialogan lo máximo y lo mínimo: los países, territorios y continentes con los cuerpos, la piel, los poros y las células.
Los intereses económicos que explican el devenir reciente de América del Sur son el punto de partida de los trabajos que presenta Camargo: considerando que la dominación occidental sobre esa región se ha extendido más allá del fin del colonialismo, e incluso de lo que tiene que ver con la política y la misma economía, ahonda en las vías de control cultural a las que se ha referido el sociólogo peruano Aníbal Quijano: el imaginario, los patrones de pensamiento. En Punto presenta esta autora brasileña mapas en los que se vinculan espacio, tiempo y memoria y que nos ofrecen su perspectiva crítica del extractivismo colonial y del manejo y destrucción de la naturaleza para rápido beneficio humano.
Destaca en la muestra su serie Soft-maps, donde ha dibujado el mapamundi en gomas para después recortarlo, rompiendo la retícula que ha guiado la representación de los continentes, distorsionando las geografías representadas y sus traslaciones cartográficas y estrechando lazos entre África y América del Sur, conectados por paisaje e historia. En Continentes Plegados también ha convertido sus extensiones en formas elásticas, contraviniendo la ortogonalidad y rectitud de muchas fronteras entre países e invitándonos a ampliar nuestros puntos de vista más allá de la geopolítica.
La obra de García Ibáñez, por su parte, guarda estrechos vínculos con cobijos (habitaciones, naturaleza), cuerpos (huesos, anatomías) y con los relatos que hablan de cómo los individuos hacen frente a sus desafíos íntimos y sus dramas cotidianos; nos introduce en ellos desde disciplinas diversas, en función de los discursos propios de cada proyecto: pinturas, vídeos, fotografías o instalaciones en los que suelen cobrar mucha importancia los procedimientos manuales, artesanales.
Entiende la madrileña esa lentitud, más que como una opción de trabajo, como un fin en sí mismo que puede llamar la atención del espectador sobre la banalidad de muchas apariencias. A partir de las células, unidades mínimas de representación, desde las que plantea sus trabajos (corporales o habitacionales) estudia los nexos entre lo material y su representación, entre los mensajes y las formas en que en el arte son sostenidos o proyectados.
Su estudio, lo subraya Violeta Janeiro, es un laboratorio donde analiza la naturaleza con la voluntad de subvertir su caos, dado que el ser humano es el único morador del planeta que puede analizar y estudiar el medio donde habita. A García Ibáñez le interesa la ciencia en cuanto que informa sobre lo que existe y no se ve y en lo que comparte con el arte, la apertura a la especulación; también las posibilidades de aislar instantes repentinos o supuestamente fútiles, profundizar en ellos y reinterpretarlos, esto es, de acercarnos a la historia con otros puntos de referencia.
Podemos contemplar sus maquetas nómadas o sus panales, donde incide en la belleza presente en la geometría de la naturaleza y en las mismas matemáticas, asunto largamente observado desde el Renacimiento pero no tanto hoy ni desde la sensibilidad y la mirada poética propia de García Ibáñez. El dibujo siempre es su punto de partida al aproximarse, igualmente, al vacío y sus posibilidades, bajo la influencia oriental.
“Extremos absolutos”
c/ Burriana, 37
Valencia
Del 25 de junio al 10 de septiembre de 2021
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