La mitad de la población mundial vive hoy en las ciudades, en 2050 ese porcentaje podría ser del 70% y es plausible pensar que la mayoría de quienes residen en ellas lo hacen, o decidieron hace décadas hacerlo, por razones prácticas, buscando fundamentalmente oportunidades y una mejora de las condiciones de vida. Artistas, fotógrafos y cineastas han visto en ese encuentro de las masas y las urbes una fuente constante de inspiración, desde enfoques muy diversos: descriptivos, reflexivos o críticos; atendiendo a la dimensión vertical u horizontal de los núcleos urbanos o al reflejo de políticas urbanas frustradas o de utopías renovadas. Nos las han mostrado en la paz o en la guerra, como espacios proclives a la soledad y la melancolía o a peligros propios; también como escenario de protestas colectivas.
Clásicos de la modernidad y figuras relevantes de la imagen y el cine hoy se dan cita en “Cámara y ciudad”, muestra que hoy abre sus puertas en CaixaForum Madrid tras su paso por Barcelona, bajo el comisariado de Florian Ebner, responsable del Departamento de Fotografía del Pompidou de París, con el asesoramiento de Marta Dahó, doctora en Historia del Arte. Se trata de la primera exposición organizada a raíz del acuerdo de la Fundación “la Caixa” y ese centro francés y consta de más de 250 trabajos, entre imágenes, filmes, documentación y vídeos procedentes de los fondos del Pompidou y de las principales colecciones de fotografía de nuestro país (una treintena).
La exhibición, ideada más que como sucesión cronológica de imágenes, como ensayo visual, se ha planteado como homenaje a esos creadores que han hecho de la ciudad su musa, pero sobre todo a quienes han convertido a esas poblaciones en lo que hoy son: sus actores o actrices, es decir, sus habitantes; también a los valores comunitarios que en los últimos meses han debido suspenderse a causa de la pandemia. Justamente el COVID-19, que ha golpeado con especial dureza las ciudades por sus particularidades, ha sido el germen (nunca mejor dicho) de un capítulo nuevo de la exposición que presenta a los centros urbanos como espacios de convivencia y socialización, pero también como ecosistemas vitales frágiles.
Se entabla, a lo largo de la decena de secciones que componen “Cámara y ciudad”, un diálogo constante entre fotógrafos españoles e internacionales, un juego de correlaciones que proporciona una mirada global sobre los estrechísimos vínculos entre el fenómeno urbano y la cultura fotográfica; de hecho, podremos pensar que más de una vez han evolucionado conforme a un latido común. También se incide en los nexos entre fotografía y cine; solemos afirmar que la primera supone conceder eternidad al instante, congelado en el tiempo, y que el segundo implica movimiento y protagonismo de la acción, pero en la calle esas pretensiones se entrecruzan.
No quiere ser esta, ha explicado Ebner, la enésima exposición dedicada a la fotografía callejera, sino un proyecto más complejo basado en la conversación plástica de autores de generaciones y orígenes distintos, entre los “actores” de la ciudad y sus arquitecturas y también entre colecciones. Se estructura, como decíamos, en diez capítulos, desde la euforia urbana de los años veinte hasta posteriores visiones más críticas y desde la apuesta por la verticalidad como vía de crecimiento y de expresión de la modernidad a una mirada horizontal y social sobre el universo urbano. De lo pintoresco a lo proletario, del positivismo industrial a la ciudad humanista y existencial; de la glorificación del rascacielos al protagonismo del proletariado y la conversión de los marginados en figuras novelescas.
No faltan los trabajos políticos ni lúdicos y buena parte de los expuestos cuentan con una dimensión teatral, al implicar lo performativo o lo participativo en un sentido político. Nuestro recorrido comienza con Paul Strand y su Mujer ciega, Nueva York (1916), a la que él mismo confesó haber retratado tras decidir que quería intentar fotografiar a la gente sin que esta se diera cuenta. De hecho, pese a su ceguera, escondió su cámara al tomar la imagen, en un gesto que hoy podemos interpretar como una declaración de intenciones del realismo moderno y una clave de los postulados de la llamada fotografía directa.
La imagen, icónica, dialoga con el filme Manhatta, que Strand realizó junto a Charles Sheeler en 1921 como celebración de Nueva York, de sus modernas estructuras de acero y su verticalidad; y este a su vez se relaciona con un díptico contemporáneo de Martí Llorens sobre el derribo de edificios en la Barcelona preolímpica, proceso previo a la gestación de una nueva ciudad.
El afán por diseñar ciudades eminentemente verticales fue propio del final de la I Guerra Mundial; la década de los diez, como subrayó Blom en Los años de vértigo, estuvo marcada por la fe profunda en el progreso y la tecnología (no tardaría mucho en resquebrajarse). La siguiente etapa fundamental en la muestra corresponde a los treinta: la crisis derivada del crack del 29 llevó a los fotógrafos a dirigir su mirada a los humildes, y sobre todo a quienes vagaban por la ciudad de noche; fue el caso de Brassäi en París o de Margaret Michaelis en el Barrio Chino barcelonés. CaixaForum también nos recuerda el buen número de grandes de la cámara que pasaron por España durante la Guerra Civil, empezando por Cartier-Bresson; el peso de la contienda en la producción de Centelles, Gabriel Casas o Pérez de Rosas y también en el devenir del fotoperiodismo, dada su presencia constante en la prensa extranjera.
Respecto a esa fotografía humanista que ganó peso tras la II Guerra Mundial, hay que subrayar la riqueza de los archivos del Pompidou en esa corriente. Se han recogido trabajos de Doisneau, William Klein (más lúdicos y directos los del americano) o Robert Frank y de los españoles Leopoldo Pomés, Joan Colom y Català-Roca. En los sesenta, abandonaría la fotografía casi definitivamente el pintoresquismo para adentrarse en el territorio de la crítica, o en el caso de las imágenes más apegadas a la actualidad, en las protestas en torno al 68. El contexto español queda representado con testimonios ligados al fin del franquismo y a la Transición a cargo de Tino Calabuig, Pilar Aymerich o Manel Armengol.
Cierran la muestra aproximaciones a esa noción de ciudad horizontal, a los nuevos planteamientos respecto a los espacios públicos y a las periferias, con ocasionales referencias al modo en que han transformado nuestra visión del territorio urbano Google Street View y Google Earth.
Respecto a su anterior presentación en Barcelona, “Cámara y ciudad” ha sumado para su exhibición madrileña trabajos de Strand, Aurel Bauh, Berman, Zuber, Bovis, Masclet, Arbus o Brassäi, y la mencionada sección final relativa a la crisis sanitaria, que tanto ha alterado las vidas urbanas en casi todo el mundo. Consta este apartado de proyectos de una quincena de artistas representados en el resto de capítulos de la muestra; en algunos casos se vinculan a esas otras imágenes y en otros anticipan trabajos futuros o han sido creados específicamente para la exposición. Sus autores son Francesc Torres, PIlar Aymerich, Viktoria Binschstok, Barbara Probst, Mishka Henner, Valérie Jouve, Anna Malagrida y Mathieu Pernot, Manolo Laguillo, Hannah Collins, Bruno Serralongue, Tino Calabuig, Llorens, Jorge Ribalta y Xavier Ribas.
Las próximas muestras que llegarán a España como fruto del acuerdo entre la Fundación “la Caixa” y el Pompidou estarán dedicadas a Jean Prouvé, los Delaunay, el biomorfismo y la fotografía experimental.
“Cámara y ciudad”
Paseo del Prado, 36
Madrid
Del 7 de julio al 12 de octubre de 2020
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