Dentro de dos años cumplirá una década de actividad en Madrid el Espacio SOLO, cuya sede frente a la Puerta de Alcalá alberga, de manera rotatoria, la colección de arte contemporáneo de los empresarios Ana Gervás y David Cantolla, compuesta por 1.200 piezas. La noción de lo urbano centra tanto su diseño arquitectónico, a cargo del estudio Juan Herreros (que recibió por este proyecto el Premio COAM en 2018), como su programación expositiva, en la que conceden protagonismo a la realidad virtual y los nuevos medios, el arte sonoro y las creaciones híbridas.
Desde este mes de junio, SOLO cuenta con un nuevo reducto para el arte (el primero de varios por inaugurarse) en la capital. Ubicado en el número 36 de la Cuesta de San Vicente, se llama Bowman Hal y ofrecerá propuestas de artistas nacionales e internacionales: para el próximo septiembre, sus organizadores anuncian la presentación de una colaboración con la sala francesa Almine Rech, en el que será el punto de arranque de Movimiento 37, una red colaborativa que pretende impulsar el intercambio dinámico de espacios e ideas entre instituciones artísticas de todo el mundo.
Al igual que las galerías tradicionales, Bowman Hal acompañará a sus autores facilitándoles recursos para sus procesos de creación, investigación o conservación y la exposición con la que se estrena, que puede visitarse hasta el 12 de julio, es para el australiano William Mackinnon.
Bajo el título de “Snakes and Ladders”, reúne trabajos pictóricos de técnicas diversas -se ha valido en ellos de acrílico, óleo, materiales industriales, yesos, adhesivos de montaje, purpurina y elementos orgánicos, también de un tratamiento minucioso de la luz- en los que este autor busca hacer referencia a la complejidad de la vida a partir de escenarios domésticos (cuadros, señales de tráfico, cubos de basura o familiares mangueras de piscina), caminos rurales y carreteras vacías.
Esas sendas poco transitadas pueden remitir a futuros objeto de incertidumbre, a la marcha o el regreso a casa y a lo escurridizo del sentido de pertenencia: tienen que ver con las vivencias del artista, que reside entre Ibiza y su lejanísima Melbourne, contando con seres queridos en las respectivas antípodas. En esa misma línea, en la obra The Silent Scream un surfista atraviesa solo una playa llevando una tabla rota, encaminándose a un futuro inseguro tras un accidente.
Esta querencia por la condición líquida de lo por llegar se hace presente, igualmente, en sus procesos creativos: puede utilizar bocetos, y dedicar meses a la elaboración de sus creaciones, pero siempre deja espacio a la sorpresa. Casi inevitable, en realidad, si pensamos en lo plural de sus procedimientos, logrando una extensa variedad de texturas y formas.
El espectador tendrá que prestar atención a todas esas capas materiales, fruto a la vez de la meticulosidad, del juego y de la inercia de cada composición: aplica toques de esponja, deja que la pintura gotee y salpique las telas, dispone disolvente sobre la superficie o lija para dar lugar a topografías inesperadas.
Dirigido por Mun-Jung Chang, el espacio de Bowman Hal también ha sido diseñado por Juan Herreros, en las antiguas instalaciones de las imprentas Rivadeneyra y con una superficie de 4.500 metros cuadrados. Sus diversas estancias interconectadas se irán desvelando al público a medida que ofrezcan sus proyectos las iniciativas ligadas a SOLO Onkaos (sobre new media y cultura digital), LeCluf (en torno a la música experimental) o El Extraordinario (que prepara documentales sonoros).
Esa falta de prisa por dejar ver todas sus posibilidades forma parte de la filosofía de Bowman Hal: en palabras de Óscar Hormigos, director creativo de SOLO, queremos abrir SOLO CSV por fases, invitando a los visitantes a un proceso de descubrimiento progresivo. Nuestro objetivo es que el público explore y se sorprenda con los proyectos al ritmo natural con el que éstos crecen, sin la urgencia del consumo rápido.
