Bosques de memoria: arte y control en el Museo San Telmo

Una colectiva examina en San Sebastián los mecanismos de control en regímenes totalitarios

San Sebastián,

Mabel Tapia y Mira Bernabéu han convocado en San Telmo Museoa a una veintena de artistas españoles y latinoamericanos vivos de distintas generaciones para reflexionar sobre el rol desempeñado por ciertas tecnologías, no necesariamente recientes, en el cumplimiento de los objetivos de control social propios de los regímenes totalitarios y, en último término, para invitar al público a constatar cómo la creación puede devenir testigo e incluso prueba de traumas pasados, en ocasiones visibilizando experiencias y en otras favoreciendo la subsanación del dolor a través de la exhibición de sus huellas, sean estas materiales o no.

Buena parte de los proyectos reunidos tienen que ver con el franquismo y con situaciones conocidas concretas, dado ese origen español de muchos de los autores representados, pero la exposición quiere referirse a los mecanismos de dominación dictatoriales en su conjunto, de ahí que se hayan recogido creaciones de otros contextos, otras que no tienen que ver con el sometimiento sino con las formas de resistencia a él y también material documental que entabla vínculo con las piezas en un sentido estético o meramente político.

“Bosques de memoria”, que así se ha titulado esta colectiva, cuenta con obras de Taxio Ardanaz, Jone Loizaga, María Rosa Aránega, Clemente Bernad, Alán Carrasco, María Amparo Gomar Vidal, Patricia Gómez y María Jesús González, Iñaki Gracenea, Miriam Isasi, Concha Jerez, Anna López-Luna, Amaia Molinet, Ana Teresa Ortega, Juan Pérez, Cristina Piffer, Paloma Polo, Pere Portabella, Txuspo Poyo, Paula Valero y Hugo Vidal, y con la aportación de tres archivos: el de Benedictinos de Lazkano, el C.A.D.A. chileno y el Archivo Tucumán Arde. Han sido prestadas las piezas por sus propios creadores, que a veces las han producido específicamente para esta muestra, y a ellas hay que sumar varios fotolibros de la colección de Gabriela Cendoya que custodia San Telmo.

Atendiendo a Mabel Tapia y Mira Bernabéu (este último ha acogido en su galería 1MiraMadrid diversos proyectos ligados al pasado y la memoria a cargo de algunos de los artistas aquí presentes), esas tecnologías al servicio del sometimiento son comunes a cualquier régimen dictatorial, por ser inherentes a ellos, y operan al menos en tres dimensiones para lograr moldear la sociedad a la que se dirigen y perpetuarse; a dichos estratos responden los trabajos compilados.

Bosques de memoria. Foto: Iker Azurmendi
Bosques de memoria. San Telmo Museoa. Fotografía: Iker Azurmendi
Bosques de memoria. San Telmo Museoa. Fotografía: Iker Azurmendi
Bosques de memoria. San Telmo Museoa. Fotografía: Iker Azurmendi

La primera de esas dimensiones tendría que ver con la extensión de formas de complicidad o tolerancia hacia el sistema -métodos suaves– acompañando a las formas de represión, castigo y muerte; las primeras vendrían a suponer una coerción mental; las segundas, una habitualmente física. Para que el régimen totalitario se consolide en las distintas capas de una sociedad, opera una ingeniería de captación precisa y repetida entre unas y otras autocracias en la que resultan vitales la disciplina y el silencio de quienes quieren evitar el correctivo  severo. La disidencia se evapora, de esta manera, antes de que llegue a producirse, y en caso de que no sea así, es destruida después; otro de los mecanismos para lograrlo sería la promoción del individualismo, la disolución de los espacios de reunión colectiva o de actividades comunitarias donde se compartan impresiones potencialmente políticas.

Un segundo estrato, más cercano a la esfera oficial, remite al control ejercido por las propias estructuras del Estado a través de juzgados y cárceles, pero también de otras instancias por las que no puede evitarse pasar, como escuelas, iglesias, asilos u hospitales psiquiátricos. A ellos habría que sumar otros dispositivos, instalaciones de represión específicas de este tipo de regímenes y dirigidas a quienes no se plegaran a él desde un punto de vista político, racial, religioso…; nos referimos a campos de trabajo forzado o esclavo, campos de concentración y exterminio, paredones y fosas comunes o cuarteles policiales y militares.

Patricia Gómez y María Jesús González. Proyecto para cárcel abandonada. Fotografía: Iker Azurmendi
Patricia Gómez y María Jesús González. Proyecto para cárcel abandonada. Fotografía: Iker Azurmendi
Bosques de memoria. Foto: Iker Azurmendi
Bosques de memoria. San Telmo Museoa. Fotografía: Iker Azurmendi

Una tercera dimensión alude al despliegue y la movilización de formas simbólicas que reman a favor de la uniformidad en un sentido algo más sutil, como la creación de monumentos conmemorativos de ciertas gestas o personajes o la adopción de manifestaciones culturales destinadas a transmitir consenso, aceptación o tolerancia social hacia el régimen, cuando no a celebrarlo.

Unos y otros mecanismos de control se dan a la vez para potenciar sus efectos, y estos no suelen terminarse con la propia dictadura, sino que permanecen vigentes en algunas generaciones siguientes. Una vez señalados, el fin de esta exhibición es plantear cómo puede el arte reflexionar en torno a ellos, revelar esas huellas y los modos de asumirlas, incidir en los relatos que de esas políticas nos damos y el cómo estos suelen permanecer largo tiempo en disputa.

Anna López-Luna. Collages franquismo, 2021-2023.
Anna López-Luna. Collages franquismo, 2021-2023
Clemente Bernad. Morir de sueños, 2004-2022
Clemente Bernad. Morir de sueños, 2004-2022

 

 

“Bosques de memoria”

SAN TELMO MUSEOA

Plaza Zuloaga, 1

San Sebastián

Del 22 de febrero al 11 de mayo de 2025

 

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