Blanco sobre negro

Vicente Jarque

La pintura de Chema López (Albacete, 1969) viene ofreciéndose desde hace tiempo como una especie de exploración del universo moral, o más bien de la presencia del mal, en forma de metáforas visuales de aspecto realista, en las que afloran sustratos normalmente ocultos de una experiencia determinada por el poder, la violencia y hasta el terror.

“Chema López. Murmullos”
Galería Tomás March, Valencia

Del 21 de septiembre al 28 de octubre de 2006

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Chema López. La piel, 2006
Imbuido de una sólida cultura literaria y cinematográfica (son frecuentes las referencias a Melville, Faulkner, Canetti, Welles, Wenders o Nicholas Ray), su trabajo recrea, siempre en blanco y negro (a través de la aplicación de pintura blanca sobre fondo negro), atmósferas dramáticas o inquietantes en escenas de apariencia sospechosamente inocente, como en Los seducidos, donde se ve a un hombre trajeado que se dedica a alimentar a unos confiados cervatillos, o incluso en los paisajes (El límite, La otra orilla, Aguas turbias).

Chema López. Icono, Todo y Nada, 2006
En otras ocasiones (La piel, El caballero y la muerte), sus pinturas se asemejan muy coherentemente a radiografías en las que los huesos (imagen de la muerte) se trasparentan bajo la piel. La muestra, que recoge su obra reciente, se titula Los murmullos, pero también podría entenderse como una invocación de los rumores del silencio (de los corderos).

Chema López. El cauce, 2006

Chema López
Aguas turbias I, 1996

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