El checo Bernard Rudofsky (1905-1988) es especialmente conocido como arquitecto, pero fue también comisario, crítico, fotógrafo, diseñador de mobiliario y moda, editor de revistas como Domus o Interiors, investigador y profesor universitario y tanto su producción como sus ideas no han perdido actualidad: se mantuvo escéptico ante los avances de la sociedad de consumo y reivindicó la inteligencia, la sostenibilidad y la austeridad económica como grandes valores de la arquitectura popular, y anónima, internacional. Su influencia en el ámbito del diseño ha sido fundamental, especialmente en lo que se denominó diseño socio-cultural comparativo.
El que quizá fue su proyecto más influyente lo impulsó en 1964 el MoMA: se trata de la muestra “Arquitectura sin arquitectos”, en su momento considerada subversiva pero muy aclamada dentro y fuera de EE.UU: se presentó en diversos países durante más de diez años y su catálogo se publicó en otros tantos idiomas.
La exhibición que el Centro José Guerrero de Granada dedica hasta junio a Rudofsky coincide con el 50º aniversario de aquella exposición y se ha planteado desde la fidelidad al espíritu mordaz y crítico de sus ideas y sus trabajos. Se estructura atendiendo a criterios más visuales que cronológicos y estudia su noción de las “nuevas formas de vida” a través de fotografías, dibujos, diseños, publicaciones…en buena parte inéditos.
Acertadamente titulada “Bernard Rudofsky. Desobediencia crítica a la modernidad”, la muestra finaliza con un estudio monográfico de “La Casa” en Frigiliana, la última obra construida del checo. Constituye un completo manifiesto del habitar contemporáneo y de la generalidad de las teorías de este autor y, a pesar de haber sufrido diversas modificaciones, fue en 2011 declarada monumento.
Su búsqueda de la simplicidad y su rechazo de lo superfluo se mantuvo como rasgo constante en su multidisciplinar producción: en los Body Idols que realizó con Nivola plasmó cuerpos deformados por corsés o tacones, en definitiva por la moda y los códigos sociales; y tras la II Guerra Mundial tampoco perdió la ocasión, en pleno renacimiento del Sueño Americano, de llamar la atención sobre la aparatosidad y poca naturalidad del “traje del hombre moderno”, de ahí que propusiera, a diferencia de Schawinsky o McCordell, diseños versátiles y de producción barata que no requerían de un gran espacio de almacenamiento y que, ya en los setenta, redactara el texto The Unfashionable Human Body, una crítica a la presión social sobre los cuerpos.
También procuró conceder una dimensión escultórica ajena a su función cotidiana a materiales usados como aislantes o para reforzar neumáticos (recordar la muestra “Textiles USA”, celebrada, también en el MoMA, en 1956).
Viajero infatigable, (suya es la máxima La vida como viaje, el viaje como estilo de vida), Rudosfky documentó en cuadernos, dibujos y fotografías sus traslados y en esas imágenes demostró lo fenomenológico de su aproximación a la arquitectura y su interés por las formas tradicionales de construcción, que consideró inteligentes y en absoluto subdesarrolladas por sus valores sociales y su sostenibilidad. Ensalzó la interrelación de poblaciones y paisaje en épocas pasadas, la vida en las cuevas, la anterior importancia de celosías y escaparates.
La producción arquitectónica del creador checo es escasa pero diseminada: se encuentra en Italia, Estados Unidos, España y, sobre todo. Brasil; la muestra del Centro Guerrero hace hincapié en dos de sus proyectos en Sao Paulo: la Casa Frontini y la Casa Arnstein.
La presentación de esta muestra en Granada no nace de la casualidad: el Centro José Guerrero y el MAK vienés iniciaron hace unos años una campaña en defensa de la construcción arquitectónica de Rudofsky en nuestro país, recabando las firmas de más de cien arquitectos, artistas y escritores internacionales. En 2011 consiguieron que La Casa, su vivienda-taller malagueña, próxima a Nerja, fuese declarada Bien de Interés Cultural. El propio José Guerrero facilitó la puesta en pie de este edificio.
Como señaló un crítico de la época, el propietario no sólo despreció la vieja costumbre de talar los árboles y nivelar el terreno sino que cuidó mantener el carácter rural del paisaje ( …) y rechazó todos los rasgos suburbanos tan apreciados por los extranjeros: falsos céspedes, macizos de flores y setos herbáceos; arcos, cancelas, vallas y muros. La Casa se basa en una serie de volúmenes autónomos entrelazados por patios interiores y exteriores, pérgolas y terrazas que, adaptados a los niveles de la tierra, respetan la presencia de pinos, olivos y algarrobos.
Gran parte del legado de Rudofsky se conserva en archivos personales y puede ser consultado por los estudiosos en la Getty Foundation de Los Ángeles.
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