Dudaron en aceptar la nominación (aceptaron pensando que quizá les sirviera para recaudar fondos para sus iniciativas) y finalmente han sido los primeros sorprendidos al recibir el Premio Turner. Assemble es un colectivo británico formado por entre catorce y dieciocho diseñadores y arquitectos (la cifra oscila según etapas) que tienen menos de treinta años y que se dedican a poner en marcha proyectos de viviendas sociales y regeneración urbana.
El que les ha dado mayor celebridad es el que ha transformado el degradado barrio de Toxteh (Liverpool) en una urbanización con mercado mensual y abundantes espacios verdes, una propuesta que aún no se ha finalizado y que ha permitido a los vecinos permanecer en sus casas y evitar su prevista demolición.
El diálogo con los vecinos, la autoconstrucción y la práctica colaborativa son los pilares de los procedimientos de trabajo de Assemble, firmes defensores del reciclaje y también de que, hablando de arquitectura, es preferible la reparación a la destrucción.
Hace cinco años transformaron una gasolinera abandonada próxima a Londres en un cine, después replantearon el concepto habitual de parque infantil tomando como ejemplo los de Glasgow y más tarde se lanzaron a la revitalización de barrios en declive. Siempre han tenido más imaginación que medios.
Para algunos esta decisión del jurado del Premio Turner (que ya había optado en esta edición por nominar artistas que vinculaban su obra a la mejora social) supone un deseo de recuperar prestigio y pulso tras galardonar propuestas que buscaban transgredir por la vía de la provocación o del lenguaje críptico; para otros, una clara crítica a la trayectoria reciente del premio. Puede que haya algo de las cosas, que el Turner Prize 2016 regrese a su anterior camino o que inicie otro acorde a las nuevas inquietudes relacionadas con la sostenibilidad.
Assemble recibirá 25.000 libras y las tres nominadas (Bonnie Camplin, Janice Kerbel y Nicole Wermers) 5.000 cada una.
