Así serán las salas que albergarán la colección más reciente del Museo Reina Sofía

Se han recuperado para uso expositivo cerca de 2.000 metros cuadrados

Madrid,

El próximo noviembre el Museo Reina Sofía culminará la reordenación de su colección permanente y, coincidiendo con el fin de ese proceso y también con el tercer centenario del nacimiento de Sabatini, que participó en la construcción de la que ahora es su sede, el centro ha presentado las nuevas salas expositivas, de unos 2.000 metros cuadrados, que albergarán los trabajos más actuales de sus fondos. Su recuperación para estos fines (hasta ahora las ocupaban almacenes de material, talleres de oficios y oficinas) se inició hace dos años y ha implicado una honda reforma de la plata O del Edificio Sabatini, con varios retos en el camino: primero la pandemia y después mantener el Museo abierto al público y el temporal Filomena.

Además de abrir nuevos espacios para obras de arte en torno a una galería de servicios que supera los 150 metros de longitud, la intervención ha permitido crear el primer punto de conexión entre los edificios Sabatini y Nouvel en esa planta 0, sumando además nuevos puntos de enlace a los núcleos de comunicación verticales del edificio primigenio para que las futuras salas expositivas sean más accesibles a los visitantes. La remodelación de esta zona también se ha dejado notar en la Plaza Nouvel, que se integrará en esas estancias al abrirse las mismas a la Ronda de Atocha y, en ese enclave, asimismo, se ha recuperado una puerta original por la que se accedió en su momento al antiguo hospital y que llevaba décadas tapiada. Curiosamente, esta reestructuración se inició en la misma zona donde hace tres siglos comenzaron las obras de construcción del hospital: en la esquina sureste del edificio.

Adecuación de las nuevas salas en la planta A0 del edificio Sabatini. Museo Reina Sofía
Adecuación de las nuevas salas en la planta A0 del edificio Sabatini. Museo Reina Sofía

La de aquella puerta no ha sido la única recuperación en estos trabajos: se hace ahora visible el alzado primero de la fachada del Sabatini, se han rescatado algunos llamados huecos históricos y también se han instalado las verjas originales del siglo XVIII: las que veremos en las salas, en el mismo lugar donde se disponían aquellas, se han rescatado de salas superiores donde se encontraban ocultas. El interior de las salas expositivas respetará, además, el ritmo de los huecos de la fachada y su continuidad en las bóvedas históricas, y las zonas que hace trescientos años fueron circulatorias se han conectado con las escaleras.

Unos y otros detalles del proyecto apuntan a que se ha pretendido con él sintetizar la historia de las intervenciones arquitectónicas desarrolladas en los inmuebles del MNCARS, respetando su materialidad: el granito y las rejas concebidos para el hospital ilustrado, el mármol blanco de Macael de la primera transformación del edificio en un complejo cultural hace más de tres décadas y el metal de la ampliación de Nouvel, que dan lugar a un espacio unitario y acorde con la memoria arquitectónica del Museo.

Para velar por la sostenibilidad, se han implantado sistemas de gestión y reciclaje de los residuos generados en las obras y en todas las salas se ha empleado un sistema de iluminación LED, que permite el ahorro de energía.

Adecuación de las nuevas salas en la planta A0 del edificio Sabatini. Museo Reina Sofía
Adecuación de las nuevas salas en la planta A0 del edificio Sabatini. Museo Reina Sofía
Adecuación de las nuevas salas en la planta A0 del edificio Sabatini. Museo Reina Sofía
Adecuación de las nuevas salas en la planta A0 del edificio Sabatini. Museo Reina Sofía

UN POCO DE HISTORIA

La construcción del edificio Sabatini se inició, como decíamos, hace tres siglos y en los mismos espacios que ahora se han remodelado, salas que en el final del siglo XX ya acogieron exhibiciones de arte contemporáneo y que ahora albergarán esos fondos más recientes del Reina Sofía. Pero el origen del Hospital de San Carlos es anterior: Felipe II centralizó en el siglo XVI aquí todos los hospitales dispersos en Madrid y así permanecieron hasta que Fernando VI, a mediados del XVIII, optó por levantar un nuevo centro sanitario en esta misma ubicación. Se desconoce exactamente quién fue su autor original, pero no hay dudas de que en las obras, que empezaron en 1758, participaron José de Hermosilla, el mencionado Francesco Sabatini y Juan de Villanueva.

Hermosilla se ocupó de los sótanos y elevó el edificio en algunas zonas hasta el piso principal; fallecido este, y ya reinando Carlos III, Sabatini recibió el encargo de continuar con las obras, planteando una inmensa fachada situada en la calle de Atocha. Por razones económicas se paralizaron los trabajos cuando se habían finalizado solo las dos quintas partes del conjunto: a la muerte del monarca, en 1788, únicamente se había cerrado uno de los patios y se había construido un brazo que llegaba hasta la calle Atocha en la zona oeste.

El hospital se inauguraría en agosto de 1781, con más de 1.500 camas, y ochenta años más tarde el Ayuntamiento compró la parte del edificio que daba a la calle de Atocha, donde se construyeron casas de vecinos y una plaza (la que hoy lleva el nombre de Juan Goytisolo). Entre los siglos XIX y XX se demolió parte del edificio para dar salida a la Calle Santa Isabel a la glorieta de Atocha, de modo que el hospital se redujo y el actual Museo quedó separado del ala que ahora ocupa el Conservatorio.

El Hospital de entonces era un conjunto de grandes pasillos y amplias salas, siendo pocos los espacios para la investigación. Esa es la causa de que, en 1968, sus dependencias se trasladaran a edificios recién construidos en el actual Gregorio Marañón. El edificio del antiguo sanatorio no se demolió, como algunos pedían, gracias a un Real Decreto de 1977 por el que fue declarado monumento histórico artístico, pero sí se mantuvo cerrado varios años, habitado por gatos, hasta que el Ministerio de Cultura lo adquirió y comenzó su nueva vida cultural, como museo del pueblo español y museo de reproducciones artísticas, en un inicio.

La primera reforma del conjunto la emprendió Antonio Fernández Alba en 1980 y en 1986 se inauguró como Centro de Arte Reina Sofía. Por último, en 1990, tras otra reforma de José Luis Íñiguez de Onzoño y Antonio Vázquez de Castro, abriría sus puertas ya como Museo Nacional, siendo sus rasgos más característicos, en lo arquitectónico, las torres de vidrio y acero de la fachada principal. Desde entonces, en el MNCARS no se habían producido más intervenciones de las dimensiones de la que ahora se presenta, austera pese a su significación.

 

Adecuación de las nuevas salas en la planta A0 del edificio Sabatini. Museo Reina Sofía
Adecuación de las nuevas salas en la planta A0 del edificio Sabatini. Museo Reina Sofía

 

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