En la que fue la Siria romana, todas las divinidades supremas de los Panteones locales contaban con santuarios, hoy más o menos conocidos, que muestran, o mostraban, elementos característicos de las distintas influencias a las que se vio sometida la región.
El destruido santuario de Bel de Palmira, como los de Zeus y Artemisa en Gerasa o el de Júpiter Heliopolitano en Baalbek, se encuentran entre los monumentos más espectaculares de ese periodo, y quienes los concibieron recurrieron con toda probabilidad a modelos decorativos clásicos manteniendo los elementos del contexto cultural local que conferían sentido al culto y sus prácticas. Aunque los comparemos, todos estos santuarios eran muy distintos entre sí y muestran posibilidades estructurales muy variadas, así que podemos deducir que la influencia de Roma se dejó sentir en diferentes momentos de su concepción o de su construcción.
El santuario de Baal o Bel en Palmira representaba el legado de un antiguo culto local cuyo dios conservó su nombre incluso en las inscripciones griegas. Es probable que su construcción se finalizara a lo largo del s II, más de 150 años después del inicio de las obras, y su consagración tuvo lugar en el 32 d.C, bastante antes de su terminación.
El santuario de Baal o Bel en Palmira representaba el legado de un antiguo culto local cuyo dios conservó su nombre incluso en las inscripciones griegas
Constituía el centro de la vida ciudadana, era un lugar de reunión festiva, aunque es complicado profundizar demasiado en su función dada la falta de descripciones de los rituales que allí se celebraban. Los relieves de las vigas que se han hallado en su emplazamiento nos permiten formarnos una idea aproximada de las ceremonias que tendrían lugar allí, en las que parece que tenían un papel crucial las ofrendas de incienso y las procesiones. En ellas también estaba presente la mitología: se había conservado la viga que decoraba el techo del templo, decorada con ornamentos y una representación de una lucha de los dioses contra un gigante con rasgos de serpiente. Todas las figuras aparecen frontales, coincidiendo con las reglas de arte parto.
El templo presentaba algunas particularidades que lo convierten en una obra singular dentro de la arquitectura antigua. La planta sobre la que se erigían los muros exteriores recuerda al templo de Artemisa de la ciudad de Magnesia, en Anatolia, con una forma modificada para adaptarse a las exigencias del culto, y la entrada no está situada en la parte más estrecha sino en la parte oeste, más larga.
El acceso se realizaba a través de una puerta desplazada hacia el sur que se abría en esa pared y ello dejaba espacio para dos cámaras, los dos thalamoi, en los dos lados estrechos del interior del templo. Las dos cámaras desempeñaban la misma función de sanctasanctórum que en los templos libaneses y estaban algo elevadas. El thalamos sur está rematado por una superficie inclinada en la parte delantera, destinada a sacar por ella los objetos que allí se guardaban (una imagen de Baal) durante las procesiones, como mostraba uno de los relieves del templo, el que hemos mencionado.
El templo se alzaba en medio de un gran patio casi cuadrado de unos 200 x 205 metros, que estaba rodeado por un alto muro con una columnata compuesta por dos hileras de columnas adosadas a tres de sus lados. Desde el interior del templo se divisaban unas columnas todavía más altas delante de la pared oriental, donde se hallaba la entrada al patio. La distribución interior remitía a los templos mesopotámicos, el exterior tenía un cariz más clásico.
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