Creador de la escuela romántica sevillana, su actividad como catedrático, director de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla y académico desde 1847, además de pintor de cámara de Isabel II desde 1850, le hacen gozar de un importante papel en la vida artística de la capital andaluza Su obra está repleta de temas costumbristas así como de escenas de género y retratos, género que cultiva intensamente para la familia Montpensier. Dentro del costumbrismo muestra su personalidad a través de unas obras de gran brillantez y luminosidad, y de un dibujo correctamente académico; autor de numerosas escenas de tipos populares, pinta también amplias escenas al aire libre de gran sentido escenográfico, como La vista de Sevilla desde la Cruz del Campo o La Plaza de la Maestranza, ambas en el Museo de San Telmo de San Sebastián.