En 1958 se traslada a Suiza, fijando su residencia en Zurich, para estudiar en la Kunst Gobewe Schulle donde se inicia en la técnica del grabado y frecuenta con otros artistas de la nueva generación de surrealistas , lo que antaño fuera el Cabaret Voltaire: la cuna del dadá . El sentido onírico de su obra nace de estas experiencias y, sobre todo, de su admiración por Max Ernst , evolucionando desde unos inicios marcadamente figurativos al informalismo en el que siempre se aprecian alusiones más o menos veladas a la realidad. El universo plástico de Manuel Bea, como el de muchos otros artistas de su generación, es marcadamente narrativo, como lo fueron los inicios de Joan Ponç y Antoni Tàpies , heredero del Joan Miró de los años veinte en cuanto a la dispersión de los motivos alegóricos y, rico y enjundioso en la incorporación de elementos pictóricos de las últimas vanguardias, a los que dota de especial fragilidad con una pulsión similar a la de de Kooning y un sentido del fraseo como el de Zush . Destacan sus exposiciones individuales en la Galería René Metras de Barcelona, y en la Galería Andy Willen de Zurich. Sus obras se encuentran en los Museos de Arte Contemporáneo de Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla, Valencia, y en numerosas Fundaciones y Colecciones públicas y privadas de Europa, Canadá y Japón.