Tras instalarse en 1964 en Barcelona, estudia en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge y en la Escuela de Pintura Mural de Sant Cugat del Vallés conociendo en estos centros a Eduardo Arranz Bravo, con el que se asocia de 1965 a 1983. Sus obras, marcadas por las corrientes figurativas de la década de los sesenta, arrancan de la herencia surrealista del grupo informalista Dau al Set, incorporando referencias, en ocasiones explícitas, a otros pintores como Picasso, Dalí y Miró. Artista de enorme creatividad cultiva, además de la pintura, el grabado, la escultura, la ilustración, el muralismo y las intervenciones en espacios públicos. Diferenciándose de Arranz Bravo por una grafía más depurada y una mayor carga erótica y onírica, Bartolozzi, además, mantiene una pulsión clasicista que se revela en el gusto por la anatomía y el perfeccionismo en las resoluciones plásticas. Obtiene, en 1992, el Gran Premio de la X Bienal Internacional del Deporte en las Bellas Artes, iniciando, en 1993, el proyecto del Museo del Fuego. De sus numerosas exposiciones individuales destacan las realizadas en la Galería Miguel Marcos, Barcelona, Kilturhuset de Estocolmo, Suecia, La Casa del siglo XV, Segovia, y Museo de Arte Moderno de Tarragona. Su obra se encuentra, entre otros, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.