Se forma con su padre, el pintor Antonio Pérez Barradas, y en 1913 decide marchar a Europa. Tras pasar por Milán y París, se instala en Barcelona y colabora como ilustrador en las revistas Un enemic del Poble y en el único número, junto con Miró, de Arc Voltaic, de Salvat Papasseit. Se manifiesta en España como una de las figuras que defiende la renovación, primero en Barcelona, donde expone en 1917 con Torres García y en 1918 con su “Exposición Vibracionista” en las Galerías Layetanas, primer intento de formulación de una presencia “ísmica” en el panorama artístico español. Influido por el cubismo, el orfismo y el futurismo, los interpreta de un modo muy personal que da como resultado obras estructuradas en planos geométricos de tonalidades neutras que él mismo define como “vibracionismo”. En esa actitud innovadora, firma el Manifiesto Ultraista (1918) con Delaunay, Vázquez Díaz, Bores, Norah Borges, Paszckewick y Jaht, una de las plataformas de vanguardia más relevantes en España durante estos años. Se traslada a Madrid el mismo año y trabaja como escenógrafo en el Teatro Eslava, colabora en revistas de vanguardia como ilustrador y llega a ser una de las personalidades más importantes para la introducción de la vanguardia en el contexto madrileño. Asiduo a la Residencia de Estudiantes, ejerce influencia en la obra de García Lorca, Dalí y Alberto. Desde 1920 se percibe en su obra una cierta vuelta al orden. Participa en la “Exposición de Artistas Ibéricos” y retorna al ambiente vanguardista de Barcelona en 1925, siendo una de las figuras más activas junto con Sebastián Gasch y Ángel Ferrant. En 1928 marcha enfermo a Montevideo.