De origen asturiano, se forma con Federico de Madrazo estudiando en Roma a partir de 1857. Reside en la capital italiana durante más de treinta años, dedicándose sobre todo a la pintura preciosista con la que gana el favor del público y de los marchantes internacionales. Si bien es cierto que no alcanza la categoría de artistas coetáneos como Palmaroli o Rosales, su obra consigue múltiples reconocimientos nacionales y extranjeros, culminando su carrera profesional con su nombramiento como director del Museo del Prado. Su obra, en un principio caracterizada por el dibujo cuidado y un colorido suave, evoluciona hacia el naturalismo, cobrando especial interés lo anecdótico así como los valores atmosféricos y espaciales. Su obra se encuentra representada en el Palacio Madraza de Burgos y Museo de Bellas Artes de Asturias.