Antonio Saura. Dora Maar, 1983
La Galería Fernández-Braso conmemora el decimoquinto aniversario de la muerte del artista mostrando algunas de sus obras clave
“Antonio Saura. Visiones y obsesiones”
GALERÍA FERNÁNDEZ-BRASO
c/ Villanueva, 30
28001 Madrid
Del 18 de abril al 1 de junio de 2013
De lunes a viernes, de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:30 horas
Sábados, de 11:00 a 14:00 horas
Diez pinturas de gran formato sobre tela y una veintena de trabajos sobre papel de Antonio Saura componen “Visiones y obsesiones”, muestra que podrá verse a partir de mañana en la Galería Fernández-Braso de Madrid y que coincide con el decimoquinto aniversario de la muerte del artista oscense, que falleció en Cuenca el 22 de julio de 1998.
La muestra recorrerá las diferentes etapas de la producción de Saura y se iniciará en la década de los cincuenta, en la que Saura fundó el emblemático grupo El Paso, para finalizar en los noventa, década en la que el creador aragonés recogió ya plenamente el reconocimiento internacional.
Antonio Saura. Crucifixión, 1993
“Visiones y obsesiones” hará hincapié en los temas más cultivados por Saura a lo largo de su trayectoria (crucifixiones, retratos, autorretratos, acumulaciones, representaciones de damas y caballeros) y en la visión que en sus trabajos plasmó de la sociedad de su tiempo y de la historia y las costumbres españolas. Podremos apreciar también la evolución del artista desde el blanco y negro y la tensión dramática de su primera producción hasta el mayor formalismo y la menor sobriedad de su último periodo.
Antonio Saura. Mutaciones, 1961
Saura comenzó a pintar y a escribir de forma autodidacta durante una larga enfermedad juvenil, residiendo entre Madrid y Cuenca. En principio se sintió atraído por el surrealismo, pero tras su primer viaje a París, en 1953, se alejó de él para acercarse al informalismo.
En 1957 fundó en Madrid el citado grupo El Paso junto a Feito, Millares o Rivera, propugnando un lenguaje gestual e informalista. Con su “Serie castellana”, que empezó en 1954, inició una trayectoria en la que fue constante la violencia gestual y la tensión.
Desde los sesenta ese estilo lo volcó en sus versiones de los retratos de reyes pintados por Velázquez, los de Dora Maar de Picasso o las crucifixiones. Con una paleta cromática restringida, hasta los años ochenta, al negro, marrón y blanco, sus figuras parecen quedar distorsionadas en un aparente desprecio por las normas de la representación tradicional.
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