Antonio López en el Museo Thyssen-Bornemisza

Por Jesús Cuenca

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Antonio López tiene una exposición de su obra en el Museo Thyssen de Madrid, que abarca un amplio periodo de tiempo y estará hasta el 25 de septiembre de 2011. Las salas se alternan sin seguir un recorrido cronológico, con obras de diferentes periodos. La obra más antigua es de 1953, hasta llegar a las actuales, aún en proceso de creación. Su obra se caracteriza por la minuciosidad en el detalle y por la luz. Traslada lo observado al lienzo o papel con la mayor exactitud, cuidando que los valores lumínicos de un instante queden plasmados. Así en muchos de sus cuadros recientes, anota la fecha, la hora y los minutos, como si hubiera sido testigo de un acontecimiento. Parece que su finalidad sea mostrar la luz de un momento preciso; mostrada pero no pintada en un instante, puesto que sabemos que el tiempo es su aliado. Antonio López sería algo así como un notario con pinceles que da fe de la realidad en los lienzos. En la exposición la gente se acercaba a los cuadros con cara de asombro al observar el virtuisismo del maestro, reconociendo los paisajes urbanos, donde los edificios están con las ventanas, las cornisas, los pináculos y demás elementos arquitectónicos o con los andamios en construcción. La vista que ofrece el cuadro Madrid desde la torre de bomberos de Vallecas es impresionante por la claridad y el realismo. Es una obra que el pintor fue creando desde 1990 hasta 2006. Durante este tiempo acumuló pinceladas hasta conseguir esa luz especial. Madrid también tiene una luz especial.

Antonio López. Madrid desde la torre de bomberos de Vallecas (1990-2006)

Madrid desde la torre de bomberos de Vallecas

No solo me fijé en las pinceladas, las marcas o las texturas que forman parte del lenguaje pictórico, sino también a quién pertenecía la obra, -obra cedida por Caja Madrid-. Mira por donde los bancos tienen una enorme cartera de pisos, por unas u otras razones, sino que también tienen lo mejor del arte reciente, y por esas cosas del azar, la temática del cuadro va de pisos y edificios. Si el Prado quisiera una obra del maestro, tendría que negociar con un banco. Mi pregunta es, ¿viven los bancos por encima de sus posibilidades con tantas adquisiciones? Ya sé que no es eso por lo que hemos tenido que ayudarles como ha demostrado esa otra realidad tan reciente, no pictórica, pero eso es otro tema. Para centrarnos en la exposición he de decir que solo por ver esa obra ya vale la pena asistir. Pero hay muchas obras más. Membrillero es un óleo sobre tabla de 1961, con textura y realismo maravilloso, tema recurrente puesto que en la exposición encontraremos más cuadros y dibujos del mismo contenido, algunos inacabados. De hecho casi toda la obra de Antonio López está sin terminar, pero lejos de ser algo negativo, le dá una espontaneidad y frescura que yo disfruto más. Las formas de las hojas, de las ramas, junto con las marcas y las manchas de color van configurando esa realidad envuelta en luz y sombras que permite a la mirada ir descubriendo el proceso.


Los dibujos están perfectamente ejecutados, algunos son lavabos y retretes; temática a la que sólo el maestro puede sacarle partido y lo consigue con poco material; con poco dá muchísimo. Simplemente con lápiz y papel extrae luz de las cosas más humildes.


Las esculturas también forman parte de la labor creativa del artista. Todos o casi todos hemos visto a través de algún medio la pareja de Hombre y mujer, dos figuras perfectas en los cánones. En su desnudez no se distingue la clase social y en sus miradas perdidas hay un interrogante por su existencia, por la absolescencia programada del ser. No hace mucho leí una crítica de Vicente Verdú -a quién admiro por sus escritos- sobre esta exposición. Donde él ve frialdad y zombis, yo veo autenticidad y arte. Incluso cuando Antonio López hace esculturas está pintando. Sólo hay que fijarse en la textura de la piel que sin ser de L’Oreal, contienen pigmentos esparcidos con sabiduría.

En conclusión, magnífica exposición de uno de los grandes maestros de nuestro tiempo. Mediante el paisaje, los árboles y el cuerpo nos muestra con agudeza su visión de la realidad sin la belleza de los anuncios.

Jesús Cuenca. Artista Plástico. Barcelona

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