El Queen Sofía Spanish Institute de Nueva York repasa la trayectoria del artista gallego a través de quince de sus obras
SEACEX y el Ministerio de Asuntos Exteriores presentan en el Queen Sofía Spanish Institute de Nueva York una revisión de la producción del pontevedrés Antón Lamazares entre 1990 y 2003. Hasta el próximo 17 de enero, se exhibirán en la Gran Manzana quince trabajos del artista realizados en diversos formatos, empleando cartón, madera y pintura industrial.
Las artes visuales fueron vocación tardía de Lamazares, dedicado a la poesía en sus inicios. Él mismo confiesa que su amistad con Laxeiro y Manuel Pesquiera influyó decisivamente en el cambio de viraje de su trayectoria, pero fue tras sus viajes por Reino Unido, Holanda y Francia a comienzos de los setenta cuando optó definidamente por dedicarse a la pintura, tras aproximarse a la obra de Klee, Miró y Van Gogh.
Otro de sus viajes tendría repercusiones fundamentales en su trabajo: el que realizó a Estambul a fines de la década de los ochenta. El arte bizantino se hace presente en gran parte de su producción, a nivel iconográfico y formal, como se aprecia en su interés por convertir la madera en elemento pictórico primario y no en mero instrumento. También convertiría en elementos pictóricos, con posterioridad, utensilios como las barras de camilla, los clavos o el cartón, cuya presencia en las obras no se oculta sino que se exhibe de forma explícita.
Universo poético y proceso constructivo cobran una importancia similar en la obra de Antón Lamazares: la sutileza, la simplicidad y el intento de crear nuevas emociones determinan sus trabajos.