Una decena de exposiciones conmemoran en Austria el 150 aniversario del nacimiento del pintor
Hace 150 años, en 1862, nacía en Baumgarten, localidad próxima a Viena, el llamado a convertirse en figura clave del Modernismo vienés, mentor de genios como Oskar Kokoschka o Egon Schiele.
La Viena de la Belle Époque que conoció Klimt era la cuarta ciudad europea de su tiempo y una de las más fascinantes a nivel artístico en la segunda mitad del s XIX gracias a la efervescente actividad generada, entre otros, por Sigmund Freud, Mahler, Arnold Schönberg u Otto Wagner. El arte de Klimt está inundado por este mismo espíritu creador y sus voluptuosos dibujos, su cuidado del ornamento y su peculiar plasmación de la belleza femenina y de su erotismo anuncian, como los textos de Loos, abrieron una nueva etapa.
Ingresó en la Escuela de Artes y Oficios vienesa cuando sólo tenía catorce años y allí se formó en técnicas variadas: desde el mosaico hasta el fresco. Sus primeros trabajos oficiales los efectúo en 1880 para el balneario de Carlsbad y ya desde entonces se impuso como reto superar los límites del decoro de la burguesía vienesa. No hay más que recordar las palabras de Hermann Parr, padre de la fundación de la Secesión de la que Klimt era presidente: Queremos declarar la guerra a la rutina estéril, al rígido bizantinismo, a todas las formas del mal gusto…Nuestra Secesión no es un enfrentamiento de los artistas modernos con los viejos, sino una lucha por la revalorización de los artistas frente a los buhoneros que se las dan de artistas y que tienen interés comercial en evitar que el arte pueda florecer.
El programa de la Secesión es claro: trabajan por la internacionalización de Viena como capital cultural y la ruptura de su aislamiento, por el reconocimiento del derecho a la creación estética y por la no diferenciación entre gran arte y géneros artísticos de segunda categoría. La diosa griega de la sabiduría, Palas Atenea, fue su símbolo y la polémica, su fiel compañera: políticos, público y universo artístico protestaron ante las tres pinturas de Klimt representativas de la Filosofía, la Medicina y la Jurisprudencia que diseñó para decorar el techo de la Universidad de Viena por considerarlas casi pornográficas y por sus matices sexualmente provocativos. Fueron rechazadas y el pintor no volvió a aceptar encargos.
Se considera que Klimt alcanzó su etapa de madurez tras viajar, hacia 1897, por diversas ciudades italianas: Florencia, Venecia, Rávena…Enérgico y pasional, huye de los autorretratos al no interesarle su personalidad como objeto artístico: más bien me interesan otras personas, en especial mujeres, otras apariencias…estoy convencido de que como persona no soy especialmente interesante.
Sus trabajos de aquella época se caracterizan por su elegante diseño ornamental y por el uso repetitivo de motivos compositivos y de un espacio pictórico de apariencia aplanada. En ocasiones incorpora pan de oro. En esa etapa dorada en la que también logró el favor del público, Klimt participó en la decoración del palacio Stoclet y llevó a cabo el célebre Retrato de Adele Bloch-Bauer I (1907) y El beso (1907-1908). El primero se vendió en Nueva York en 2006 por 135 millones de dólares, convirtiéndose en la obra de arte más cotizada del momento.
Con motivo de ese 150 aniversario del nacimiento de uno de sus creadores más reconocidos internacionalmente, Austria ha acogido este año más de una decena de muestras temporales a él dedicadas. Abrió fuego, ya en 2011, el Belvedere, con una exposición que revelaba las inquietudes que tuvo en común con el diseñador Josef Hoffmann y que finalizó el pasado marzo. La Albertina también acogió hasta junio 170 de sus dibujos.
Hasta el 27 de agosto, puede visitarse en el Leopold Museum un repaso por los fondos que este centro acoge del pintor junto a otras piezas cedidas por diversas instituciones austriacas que nos acercarán a su vertiente más íntima y personal. Se exhibirán junto a cerca de 400 documentos escritos que revelan detalles personales de su relación con Emilie Flöge, así como retratos fotográficos del artista y vistas de su estudio.
El Kunsthistorisches Museum, por su parte, abre al público hasta enero de 2013 su escalera principal, decorada con trece pinturas tempranas de Klimt datadas en 1890-1891. Estas obras ofrecen personificaciones femeninas y masculinas de diferentes periodos históricos, regiones o centros artísticos y el genio las llevó a cabo junto a la llamada Compañía de Artistas.
El Wien Museum, el Museo Austríaco de Artes Aplicadas (MAK) y la Biblioteca Nacional también se han puesto en órbita con correspondientes exposiciones que incluyen algunas obras desconocidas para el gran público. También el edificio que sirvió como último estudio del pintor (la Klimt-Villa), utilizado por el creador desde 1911 hasta su muerte, se ha abierto al público tras una completa restauración.
Falleció Klimt en 1918, recién finalizada la I Guerra Mundial, por un ataque de apoplejía, dejando inacabadas, entre obras, el Retrato de Johanna Staude y La novia, ejemplos de desnudos que el austriaco dibujó primero en toda su intimidad para después vestir de un rico cromatismo que los llenó de magia.
Su contemporáneo Loos decía que “todo arte es erótico, pero el ornamento no está en relación con la civilización”; la primera premisa se cumple en Klimt, no así la segunda: el decorativismo forma parte de su lenguaje y le sirve para introducirse en la vida inconsciente.
Los dorados y colores que convierten cada uno de sus retratos femeninos en imanes para el espectador recrean un paraíso perdido alejado de toda cotidianidad.
INFORMACIÓN RELACIONADA
36 millones de euros por un Klimt robado en época nazi. Nueva York, 03/11/2011
Descubren un nuevo Klimt. Viena, 05/09/2011
Viena 1900: estilo e identidad. Nueva York, 24/02/2011
Viena 1900. Klimt, Schielle y su época. Basilea, hasta el 16/01/2011
Klimt, diseñando la vida moderna. Liverpool, hasta el 31/08/08
A caballo entre dos siglos. Liverpool, 30/05/07