Vegetación y cultura: el futuro ancestral del Amazonas

El CCCB propone un recorrido sensorial por la región

Barcelona,

Tras proponernos reflexionar sobre el pasado y el presente del sueño americano, el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona escapa de lo urbano para dedicar su próxima gran muestra temática a la Amazonia. “Amazonias. El futuro ancestral” hará hincapié en la riqueza natural y cultural de esa amplísima región que atraviesa nada menos que nueve países (Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela, Colombia, Surinam, Guayana y Guayana Francesa) y en la que habitan treinta millones de personas, entre ellas cuatrocientos pueblos indígenas que se expresan en un número próximo de lenguas: trescientas.

De la pervivencia de esa diversidad en el que es el mayor ecosistema tropical del planeta y también su principal reserva hídrica depende el equilibrio medioambiental mucho más allá de las fronteras de este área, de ahí que el CCCB haya querido sumar aquí las voces de intelectuales y artistas nativos que nos invitan a articular otros modos de entender la Amazonia y de relacionarnos con la naturaleza en su conjunto. Se repasan, favoreciendo las experiencias sensoriales, los olores, sonidos, ritos y vida cotidiana de quienes habitan en y en torno a la selva; se da cuenta de las principales amenazas que la acechan de la mano de científicos e investigadores (comenzando por la deforestación y continuando por la sequía, los incendios y los conflictos por el control de las materias primas) y se reivindica el valor de la sabiduría ancestral de los pueblos que tienen en este lugar sus raíces, perfectamente conscientes de la fragilidad de su entorno y de la necesidad vital de respetarlo.

Arranca la exposición, comisariada por el curador y editor de fotografía documental en el ámbito iberoamericano Claudi Carreras, recordando que la Amazonia no era una selva virgen antes de que las potencias occidentales se asentasen en estas áreas, pese a la extraordinaria difusión de la idea de esta región como un paraíso ajeno a la civilización y, por tanto, susceptible de ser explotado. Determinadas poblaciones han vivido durante milenios en estos territorios (hasta 13.000 años, según algunos estudiosos) y sin sus conexiones con este ecosistema sería imposible entender la realidad actual del lugar, más parecido, según defiende la muestra y a causa de esas interacciones, a un gran jardín que a un edén inmaculado. En una primera sección del recorrido, El mensaje de las raíces, veremos plantas y materiales utilizados en distintos ritos ceremoniales o curativos, murales efectuados específicamente para este centro por creadores indígenas, e inclusión la recreación de una maloca: un espacio de conocimiento que se ha reconstruido aquí de modo muy fiel.

Nereida López y Santiago Yahuarcani. Huangana, 2023. Cortesía de la Galería de Arte Crisis, Lima
Nereida López y Santiago Yahuarcani. Huangana, 2023. Cortesía de la Galería de Arte Crisis, Lima

Otra idea equívoca, desmentida en el segundo apartado de este proyecto, es la de una supuesta homogeneidad del territorio y de sus pobladores: en los 7.000 kilómetros por los que discurre el Amazonas desde su nacimiento en los Andes hasta su desembocadura en el océano Atlántico, contemplamos paisajes muy diversos y habitantes cuyos orígenes también lo son. Algunos descienden de los moradores más tempranos de la región, y han heredado en mayor o menor medida sus conocimientos atesorados a lo largo de los siglos, mientras otros son vástagos de las distintas olas migratorias que aquí han recalado, esto es, de pueblos afrodescendientes, ribeirinhos y colonos. Unos y otros comparten horizontes vitales que necesariamente tendrán que ser sostenibles con la que es su casa y, a menudo, su medio de vida.

En Barcelona podremos escuchar sus sonidos y músicas, ser conscientes del patrimonio que suponen sus lenguas y conocer también algunas de las representaciones de la Amazonia que históricamente se han formulado, dentro y fuera del arte.

Lalo de Almeida, Protesta de los munduruku en Belo Monte, 2013. Cortesía del artista
Lalo de Almeida. Protesta de los munduruku en Belo Monte, 2013. Cortesía del artista

Plantea esta exhibición, lo avanzábamos, que la contraposición de la noción de civilización a los modos de vida de quienes siempre han habitado aquí ha dado lugar a una legitimación de determinadas formas de violencia asociadas a la explotación de los recursos naturales. Los amplios márgenes de beneficios de muchas empresas, no solo madereras, han tenido como reverso la devastación de determinadas zonas de selva y varios movimientos forzosos de población; algunos miembros de esas comunidades, o líderes en la defensa de la naturaleza, han sido asesinados por su oposición frontal a estas operaciones.

El extractivismo pasado y reciente en la Amazonia queda reflejado a través de documentos históricos, audiovisuales y fotografías que recogen testimonios valiosos de las víctimas de la deforestación.

Rember Yahuarcani, Aquellos otros mundos, 2024. Cortesía del artista
Rember Yahuarcani, Aquellos otros mundos, 2024. Cortesía del artista

Un último capítulo de la muestra, Somos un tejido, recalca cómo muchas poblaciones de la selva tienen en común el empleo de plantas con propiedades alucinógenas para conectar con sus ancestros y también con supuestos espíritus del bosque, presentes en él tanto como sus plantas visibles, que les proporcionarían consejos para la supervivencia, solo posible esta velando por el mantenimiento de la interdependencia entre humanos y especies animales y vegetales.

Frente a un concepto occidental de progreso basado en la linealidad creciente y la utilización de la naturaleza en beneficio propio, las poblaciones oriundas de la Amazonia buscan no deshacer sus lazos con ella, como no lo hicieron sus antepasados. Un mural pictórico, audiovisuales y recursos científicos tratarán de demostrar que las consecuencias del maltrato a este pulmón planetario pueden ser globales y feroces.

Media docena de propuestas se han desarrollado específicamente para esta ocasión: la instalación Dioses y espíritus de la nación uitoto, de Nereyda López y Santiago Yahuarcani, sobre las conexiones de los espíritus de la selva con la vida en ella, en base a esculturas naturales de la familia del segundo artista; la pintura en acrílico sobre madera Kené. El conocimiento del piri piri, de Olinda Silvano, un homenaje a la identidad, los patrones y las tintas del pueblo shipibo-konibo de Perú; otra triada de piezas en acrílico sobre tela, dedicadas a las plantas medicinales, a cargo del colectivo MAHKU, con base en tierras indígenas del estado brasileño de Acre; una pintura artesanal de Elías Mamallacta, elaborada con miel y pigmentos naturales conforme a la tradición Kichwa; el acrílico sobre tela y muro de Rember Yahuarcani Curanduría y curanduría ilustrada, un tributo a las culturas ancestrales; y la citada maloka, de Andrés Cardona y Emilio Fiagama. La han concebido como representación del mundo, como espacio donde fortalecer costumbres y tradiciones e impartir enseñanzas sobre aquellas plantas medicinales.

Colectivo MAKHU. Rashuaka, 2022. Cortesía Carmo Johnson Projects
Colectivo MAKHU. Rashuaka, 2022. Cortesía Carmo Johnson Projects
Gê Viana. Serie Paridad, 2020. Cortesía de la artista
Gê Viana. Serie Paridad, 2020. Cortesía de la artista

 

 

“Amazonias. El futuro ancestral”

CENTRE DE CULTURA CONTEMPORÀNIA. CCCB

C/ Montalegre, 5 

Barcelona

Del 13 de noviembre de 2024 al 4 de mayo de 2025

 

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