Amalia Avia, un inventario del Madrid que desaparece

Alcalá 31 inaugura su primera individual desde 1997

Madrid,

No se le dedicaba una muestra individual desde 1997 y su última gran antología tuvo lugar en 1995, por lo que en el último cuarto de siglo solo hemos podido conocer la obra de Amalia Avia en el marco, fundamentalmente, de exposiciones colectivas dedicadas a los realistas madrileños. Una etiqueta, la del realismo, que si atendemos a sus testimonios ella nunca compartió, dado que eran otros sus métodos de trabajo, y que pudo tener que ver con que, tras conocer el éxito en vida, su pintura quedara en cierto modo diluida entre la producción de aquellos autores de su generación: Pinto lo que no puedo fotografiar. Uso la fotografía como modelo (…). Mis compañeros realistas pintan del natural.

Once años después de su muerte, la Sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid ha asumido la labor de revisar el legado de Avia, bajo el comisariado de Estrella de Diego y desde un punto de vista actual, haciendo hincapié, justamente, en aquel rasgo distintivo: el uso de fotografías que ella o su familia tomaban, o que encontraba en prensa, como herramienta de trabajo. Las empleaba como punto de partida sin ninguna intención de llevarlas a sus composiciones con literalidad: más bien desarrollaba, fijándose en ellas (tras cortarlas, pegarlas, intervenirlas) escenas que, al igual que las instantáneas, pueden perfectamente considerarse instantes detenidos, traducciones sentimentales o documentos del paso del tiempo tamizado por su personalidad.

El recorrido de la exhibición ha sorteado los criterios cronológicos para estructurarse en series, con el fin, ha apuntado De Diego, de encontrar de este modo en su obra lo que, estudiada de forma lineal, podría escurrirse. Así, reunidos sus objetos, estos pueden contemplarse más como retratos con ciertos retazos pop que como bodegones y, en sus paisajes urbanos, detectarse cierta conceptualización compatible con un carácter también retratístico de calles o tiendas, no siempre captados en su frontalidad.

Amalia Avia. El Japón en Los Ángeles, 1995. Colección Familia Muñoz Avia
Amalia Avia. El Japón en Los Ángeles, 1995. Colección Familia Muñoz Avia. Fotografía: Jesús Madriñán. Amalia Avia © VEGAP, Madrid 2022

Las tres secciones que articulan “El Japón en Los Ángeles. Los archivos de Amalia Avia”, que así se llama esta muestra, tienen que ver con la vida cotidiana, desde una perspectiva no específicamente social pero sí atenta a ciertos sucesos de su tiempo; con esas ciudades vaciadas o casi, sobre todo Madrid pero también París y algunas capitales provinciales, y con los citados retratos de objetos, que pueden verse en la planta superior del edificio de Antonio Palacios, junto a una selección de las fotos que Amalia utilizó en su trabajo. Algunas se han dispuesto, igualmente, junto a sus pinturas, de modo que podamos apreciar cuán poco le interesaba la copia y cuánto el tiempo suspendido y hasta qué punto resulta vital para comprender sus imágenes conocer que los espacios complejos que estas nos presentan y su desjerarquización de temas tienen que ver con la mirada entrenada en álbumes y archivos que documentaban, esencialmente, el paso de los años por edificios en declive. Atraía especialmente a la artista lo que está a punto de extinguirse o ya se ha extinguido, por eso siempre envuelve sus obras una atmósfera brumosa.

Esta inquietud por captar la huella material, casi el tacto, de los muros deteriorados, las humedades, los desconchones… hizo que tratara de llevar a sus óleos y aguafuertes sobre tabla reproducciones de texturas llenas de verdad: su hijo, Rodrigo Muñoz Avia, ha contado hoy que llegaba a valerse de aguarrás y de cerillas encendidas para sugerir lo que el pincel no alcanzaba a contar (por eso recurría a dichas tablas y no a lienzos, que no hubiesen resistido esos procesos; maneras que, por otra parte, la emparentan indirectamente con los informalistas coetáneos, al igual que su paleta reducida, en la que predominan los tonos tierra).

Amalia Avia. Ministerio de Fomento , 1988. Colección Familia Muñoz Avia
Amalia Avia. Ministerio de Fomento, 1988. Colección Familia Muñoz Avia. Fotografía: Jesús Madriñán. Amalia Avia © VEGAP, Madrid 2022

El desgaste de las arquitecturas, de la cartelería rota en las calles, el cierre de comercios antiguos e, incluso, el envejecimiento de los muebles supone, de hecho, la mayor huella humana en su trabajo, porque las figuras, cuando aparecen, se nos presentan anonimizadas, en grupo pero sin interactuar o, en el caso de encontrarse a solas, ocultándonos su rostro: es el caso de dos de las imágenes más conmovedoras de la exposición, las del hombre dormido o desesperado sobre la silla de una taberna y el que se sienta sobre su maleta para arrastrar su pasado a algún lugar.

Amalia Avia. La taberna, 1972. Colección particular
Amalia Avia. La taberna, 1972. Colección particular. Fotografía: Jesús Madriñán. Amalia Avia © VEGAP, Madrid 2022

Sus objetos retratados, como decíamos algo más que naturalezas muertas, no dejan de ser, asimismo, estudios de momentos congelados y nos ofrecen esos tonos velados que podemos considerar los propios de la memoria cuando evoca, los de lo necesariamente intangible (cuando no pintaba a partir de fotografías, recurría Avia a sus recuerdos).

Amalia Avia. Mesillas, 1985. Colección particular
Amalia Avia. Mesillas, 1985. Colección particular. Fotografía: Jesús Madriñán. Amalia Avia © VEGAP, Madrid 2022
Amalia Avia. Herramientas , 1974. Colección particular
Amalia Avia. Herramientas , 1974. Colección particular. Fotografía: Jesús Madriñán. Amalia Avia © VEGAP, Madrid 2022

Temas y procedimientos aparte, la exhibición también nos ofrece la ocasión de asistir al proceso de autoafirmación de la artista, que realizó en torno a un millar de pinturas, aspecto que nos habla del tesón con el que contempló su trayectoria. La presencia de amplios formatos remite a su ambición creativa y, si sus piezas iniciales las firmaba como A. Avia, después escribiría nombre y apellidos completos (La Bobia, obra de la que estaba especialmente segura, fue la primera en la que apareció) y, finalmente, solo Amalia.

Dado que conoció el reconocimiento en vida y que su olvido relativo ha llegado más tarde, el ejemplo de esta autora, ha apuntado De Diego, podría servir para que nos cuestionemos cuántas artistas que fueron relevantes podríamos desconocer u obviar hoy. Qué nos estamos perdiendo.

Amalia Avia. Escaleras del Metro, 1971. Colección Familia Muñoz Avia
Amalia Avia. Escaleras del Metro, 1971. Colección Familia Muñoz Avia. Fotografía: Jesús Madriñán. Amalia Avia © VEGAP, Madrid 2022

 

 

“El Japón en Los Ángeles. Los archivos de Amalia Avia”

SALA ALCALÁ 31

c/ Alcalá, 31

Madrid

Del 23 de septiembre de 2022 al 15 de enero de 2023

 

 

 

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