Concibe el libro (motivo recurrente y casi único en su producción) como elemento sujeto a múltiples subjetividades: como objeto artístico a representar en fotografías, esculturas y vídeos; como objeto ergonómico y antropológico; como recipiente del paso del tiempo; y como símbolo del pensamiento del hombre. También como un modo de ocupar un espacio, como metáfora del volumen físico del conocimiento. Pero no cualquier ejemplar sirve a Alicia Martín, que selecciona minuciosamente los que utiliza, deteniéndose a definir los que en sus composiciones el espectador podrá ver y los que no, aquellos que es mejor disponer abiertos o, por el contrario, mostrando su portada.
En algún caso esos libros nos retratan y, muy a menudo en sus creaciones, forman parte de un juego de equilibrios, especialmente en aquellas instalaciones que parecen desafiar la fuerza de la gravedad. El equilibrio es también el eje de la propuesta site specific que esta autora madrileña ofrece este verano, de la mano de la Galería Rafael Pérez Hernando, en el monasterio burgalés de Santa María de Bujedo de Juarros, donde aquella sala viene presentando proyectos estivales desde hace cuatro años.


Su trabajo lleva por nombre Contrapeso, pero en esta ocasión la armonía de fuerzas a la que se alude es tanto simbólica como material y se establece entre las arquitecturas de este lugar, con eternas implicaciones religiosas y espirituales, y el gesto artístico (fugaz) que aparejan las creaciones de Martín. Ha pretendido vincular además, en el primer terreno, dos elementos que portan consigo diferentes formas de permanencia: por un lado, sus libros, el soporte que hace perdurar conocimientos; por otro, las piedras del monasterio, que fue restaurado. Decíamos que los textos empleados en su caso son cuidadosamente escogidos: para esta exposición burgalesa ha tomado las obras completas, en dos volúmenes, del monje francés Bernardo de Claraval, que fue fundamental en la configuración de los principios espirituales de la orden cisterciense, a la que perteneció este complejo, y además del planteamiento arquitectónico de sus conventos.
Esas obras completas, I y II, se sumergen ahora en agua, una a cada lado del ábside, sometiendo su palabra escrita a los efectos del líquido sobre la porosidad del papel. Paulatinamente, la resistencia del libro -sujeto a fuerzas naturales- va siendo vencida, y lo que fue forma fija e inmutable (los escritos del pasado) se convierte en emblema de continua mutación. Para ser testigo de esos cambios, eso sí, el público tendrá que adoptar una actitud de contemplación paciente, en una nueva referencia de Martín a los modos de vida de quienes moraron en Bujedo.



Alicia Martín. “Contrapeso”
MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE BUJEDO DE JUARROS
Santa Cruz de Juarros, Burgos
Del 7 de junio al 28 de septiembre de 2025
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