“Lo que es demasiado pequeño para verlo a simple vista, como las moléculas, lo ampliamos; lo que es demasiado grande, como el sistema de las nubes, los deltas de los ríos, las constelaciones, lo reducimos. Cuando lo tenemos al alcance de nuestros sentidos, lo fijamos. A lo fijado lo llamamos conocimiento. Durante toda nuestra infancia y juventud nos esforzamos por establecer la distancia correcta de cosas y fenómenos. Leemos, aprendemos, experimentamos, corregimos. Y un día llegamos a un mundo en el que se han fijado todas las distancias necesarias, y establecido todos los sistemas. Es entonces cuando el tiempo empieza a correr más deprisa”.
Son palabras de Karl Ove Knausgaård en La muerte del padre y a esas distancias reales y perceptivas y a la noción de viaje, en particular al referido a lugares lejanos, ha dedicado buena parte de sus fotografías, anteriores y recientes, Aleix Plademunt, que desde hoy y hasta el 21 de febrero protagoniza la primera muestra de este año en La New Gallery de Madrid.
En “Almost There”, que así se titula la exposición, Plademunt nos hace partícipes, sin embargo, de un enfoque distinto al de su producción hasta ahora: confiesa haberse embarcado en una investigación diferente a las pasadas, dirigida tanto al exterior como al interior, lo cercano y lo lejano, en alusión a nuestra búsqueda en otros destinos de ideas, sensaciones o encuentros que quizá estén, ya en inicio y como punto de partida, dentro de nosotros.
El proyecto lo inició a partir de imágenes que muestran espacios radicalmente lejanos, físicamente, al autor, en un intento de reflexionar sobre los debatidos intentos de fotografiar lo imposible en el espacio y en el tiempo acercándonos así emocionalmente a lugares a los que nunca hemos ido o de los que nunca podremos volver.
Esa necesidad de Plademunt por buscar sin cesar aquello que siente que no podrá encontrar guarda vinculación con su interés por la tradición documental americana, igualmente lejana a sus orígenes geográficos. En la propuesta de La New Gallery lo histórico, e incluso lo genealógico, han ganado presencia y se relacionan con la dicotomía de imagen y territorio a la hora de definir un paisaje, entendido no sólo como conjunto de signos identitarios físicos que podemos medir sino también como cúmulo de referencias visuales, en este caso fotográficas, con un rol propio.
A continuación, el artista fotografía lo cercano: espacios que acumulan menos referencias fotográficas de cara al espectador, pero, inevitablemente, más recuerdos de índole emotiva. Plademunt ha captado el lugar donde nació y ha intentado que esas imágenes dialogasen con paisajes de apariencia imaginaria, geográficamente más lejanos pero muy cercanos a los recovecos de la personalidad de Plademunt. Cuestión de distancias, también temporales y emocionales.
El fotógrafo nos propone constantes viajes de ida y vuelta hacia lo que tiene más cerca y más lejos, de su sangre a la galaxia, y por el camino estudia los géneros y lenguajes de los que nos servimos para tratar de entender el mundo a través de las imágenes, que percibimos de modo diferente según nuestra distancia de enfoque.
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