Donación de La hija de Vargas de Antonio Illanes
DESDE EL 01/07/2015 HASTA EL 20/09/2015
MUSEO DE BELLAS ARTES DE SEVILLA
Sevilla
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Con motivo de la reciente donación de la obra de Antonio Illanes La hija de Vargas, se presenta al público esta obra, acompañada de otras tres del mismo autor, donadas igualmente por Francisco Luque Cabrera en 1995.
Antonio Illanes Rodríguez (Umbrete, Sevilla, 1901 ¿Sevilla?, 1976), fue un destacado representante de la escultura sevillana del siglo XX, vinculado a la estética realista imperante en esta ciudad. Aunque su obra en ningún momento se aleja de la figuración ni abandona un cierto tradicionalismo, su dominio técnico y su capacidad para dotarla de personalidad propia le hace destacar entre sus contemporáneos sevillanos.
Las cuatro obras que se exponen son significativos ejemplos dentro del dilatado catálogo del artista en el que la obra profana es posiblemente su faceta más atractiva, frente a su numerosa producción de carácter religioso que, aunque correcta, resulta en ocasiones más repetitiva y aferrada a la tradición. Reflejo de su constante inquietud creativa es la diversidad de materiales que empleó a lo largo de su carrera, aunque serán los más maleables, como la madera o el barro, los más frecuentes en su producción.
La escultura titulada La hija de Vargas, tallada en Sevilla en 1951 y realizada en madera de ciprés, representa a una mujer joven de raza gitana, tratada con veracidad y con un estudiado hieratismo que dota de dignidad al personaje. En ella se unen dos facetas características del escultor, el retrato y el interés hacia lo popular, especialmente al mundo gitano. La obra se puede considerar una visión más modernizada de los típicos personajes castizos tan del gusto de la estética sevillana.
Técnicamente trata el material de manera directa sin ocultar el propio trabajo del escultor ni la textura de la madera empleada. Así, amplios golpes de gubia quedan muy visibles en la zona del busto y otros, de menor tamaño, en el rostro. Illanes, habitual policromador de sus propias obras de carácter religioso, opta frecuentemente en sus esculturas profanas por dejar la madera vista, incorporando, como ocurre en este caso, la textura y el color del material a la estética final del retrato, efecto que en este caso resulta especialmente acertado.
(Nota de prensa proporcionada por el Museo de Bellas Artes de Sevilla)