Hace ya cerca de cuarenta años que Teresa Lanceta optó por convertir los tejidos en su medio de expresión artística, cuestionando nuestra habitual separación entre lo creativo y lo artesanal y la pervivencia de la idea de genio individual en trabajos nacidos de manos o de inspiración colectivas.
A Lanceta le interesan de los tejidos sus elementos formales, los que, en definitiva, les confieren originalidad y un carácter propio: materiales, técnicas, ligamentos y las tradiciones de las que son compendio. En ellos no se trabaja con boceto propio, e imagen y soporte van gestándose a la vez en absoluta imbricación; no podemos diferenciar en estas piezas imagen y fondo, ni tampoco soporte e imagen.
A partir de códigos que fueron universales y primarios y que trascienden tanto barreras físicas como temporales y culturales, Lanceta trata de diseñar en sus tapices propuestas en las que se enlace lo personal con lo colectivo y que puedan alimentar reflexiones sobre las finalidades del arte cuando se vincula a lo doméstico y sus implicaciones ecológicas.
Lo colectivo en las obras de esta artista barcelonesa no es, como en tantos ámbitos de lo público, una mano omnipresente pero invisible que todo lo hace, sino la combinación de las creatividades de una suma de individualidades, de personas concretas. En parte por nacer de las ideas de un grupo, y no de un único individuo, se prestan a lecturas e interpretaciones diversas, a ser transformadas y transmitidas, y esa labor la ha hecho suya esta creadora.
Para la muestra que hasta el 18 de septiembre presenta en La Casa Encendida, comisariada por Nuria Enguita, Lanceta ha trabajado junto a tejedoras nómadas del Medio Atlas que han hecho de sus tapices una forma de vida, un elemento más de su existencia en el que reflejar sus historias y experiencias. De su mano, la artista ha corroborado que los tapices tienen una finalidad que trasciende la decorativa o la simbólica para sus artífices primigenias: además de su poder ornamental, son un instrumento cotidiano en el que se compendian saberes ancestrales. En los que ella elabora, busca mantener el formato y los tonos con la intención de preservar el canon marroquí, intentado que se esconda su huella personal.
Además de tapices, la exposición cuenta con pinturas, dibujos y una serie de vídeos realizados a partir de entrevistas a mujeres de esa región del Medio Atlas o a sus familiares residentes en nuestro país, y se complementa con documentación sobre el arte popular limítrofe al Sáhara y sobre el trabajo de jóvenes artistas que se interesan por las artesanías y las migraciones.
Además incluye dos colaboraciones: una cartografía digital de patrones y objetos del Medio Atlas realizada con Nicolas Malevé y una instalación interactiva de audio basada en algoritmos elaborada junto a Lot Amorós.
