Rubén Martín de Lucas (Madrid, 1977) vuelve a la galería BAT de Madrid con una serie de obras en las que continúa desarrollando su reflexión sobre el impacto de la intervención humana en nuestro entorno y sobre cómo las posturas antropocentristas terminan por configurar un paisaje que está, casi siempre, bastante alejado de cómo sería si se hubiese dejado seguir el curso de las cosas, es decir los procesos naturales.
En estos últimos trabajos, Rubén se centra en la agricultura, en los huertos y campos de cultivo, tomando como punto de partida los postulados del agricultor, biólogo y filósofo japonés Masanobu Fukouka, cuyo nombre da título a la exposición. En su libro La revolución de una brizna de paja, este propone un método natural, muy poco intervencionista que consiste en dejar fluir la naturaleza. Entre sus enseñanzas estarían no arar, no podar, no quitar las malas hierbas ni recoger los restos de la siembra, lanzar las semillas envueltas en arcilla para protegerlas en un primer momento de los animales… y otra serie de métodos sobre los que quizás no podamos extendernos aquí pero que os aseguramos que si tuvierais la oportunidad de escuchar a Martín de Lucas hablar de ello, al tiempo que contempláis sus obras, os entrarían ganas de aprender mucho más sobre sus teorías. Por si no llegáis a eso, pero sí os pica la curiosidad al verlo, os desvelamos el significado de algunas de las palabras procedentes de este tipo de agricultura natural que podemos encontrar escritas en varios cuadros expuestos, como Wu Wei, que hace alusión a ese método no intervencionista, o Nendo Dango, que es el nombre que reciben las bolitas de barro en las que envuelven las semillas. Pero más allá de ser un homenaje al pensador japonés, esta exposición nace del profundo convencimiento del artista de que es necesario un cambio global en la perspectiva de la agricultura concebida como un mero sistema de producción capitalista.
En la sala conviven, como sucede también más allá de sus muros, dos maneras opuestas de entender la naturaleza como espacio generador de vida. Por un lado, encontramos una serie de obras denominadas “Desiertos” que reflejan esa agricultura de monocultivos en las que la mano del hombre, la dependencia y la presencia de químicos destruye el ecosistema y empobrece la tierra. En estas piezas, monocromáticas, el artista practica incisiones en el óleo, un gesto repetitivo que se extiende a lo largo de toda la superficie y que alude a un dominio y sistematización representativos de la agricultura industrial. En contraposición a estas, y más próximos al pensamiento de Fukuoka, encontramos los “Vergeles”, la naturaleza libre del control humano, que sigue su curso y trabaja sola. Estas son pinturas expresivas y vitales, en las que Martín de Lucas emplea una rica paleta de colores –no faltan sus característicos tonos rosas y azules–. En ellas encontramos el triunfo del gesto libre, quizás también liberador. El artista nos cuenta que se trata de una pintura intuitiva, sin bocetos ni ideas previas. Tampoco hay esquemas ni interferencias, se deja llevar en su creación y el resultado son composiciones un tanto anárquicas pero que resultan coherentes y equilibradas. Una feliz algarabía en la que también hay que saber dejarse sorprender por el silencio de los blancos.
“El jardín de Fukuoka”
C/ María de Guzmán, 61
Madrid
Del 19 de enero al 10 de marzo de 2018
OTRAS NOTICIAS EN MASDEARTE: