El mexicano Ulises Carrión fue, además de artista, editor, escritor, comisario de exposiciones y teórico de la vanguardia posterior a los sesenta, y hoy lo consideramos una figura fundamental del arte conceptual en su país.
El Museo Reina Sofía presenta, hasta el 10 de octubre, una retrospectiva que presta atención a todos los focos de su trabajo tanto artístico como intelectual, desde sus inicios como escritor respaldado por el público en su México natal hasta su actividad final en Ámsterdam, la ciudad donde murió en 1989, pasando por sus años de estudio en Francia, Alemania e Inglaterra.
Forman parte de “Querido lector. No lea” 350 obras entre libros, revistas, vídeos, obras sonoras, arte correo, proyectos públicos y performances, y también se incorpora documentación referida a su actividad como comisario, editor, distribuidor, conferenciante, archivero, teórico del arte y escritor, gracias a los préstamos del Archivo Lafuente, que cede habitualmente sus fondos a exposiciones del Reina Sofía.
A lo largo de su polifacética trayectoria, Carrión no dejó de buscar nuevas estrategias culturales, y sus ámbitos de trabajo fundamentales fueron dos: la estructura y el lenguaje. Ambos asuntos marcaron tanto su producción artística como sus creaciones literarias, y se hacen presentes también en las dos frases que dan título a la exposición, lema que corresponde a uno de sus dípticos y que además refleja la ambigua relación de Ulises con la literatura.
Fue cofundador del espacio gestionado por artistas independientes In-Out Center en Ámsterdam, y puso en marcha la célebre librería-galería Other Books And So (1975-1979), que fue pionera en su género al dedicarse a publicaciones de artistas. Terminó convirtiéndose en archivo, pero ya su nombre, “Other Books” indicaba su finalidad: la presentación, producción y distribución de publicaciones que no eran textos literarios o relacionados con el arte, sino libros que eran arte o, tal como los llamaba Carrión, “nolibros, antilibros, pseudolibros, cuasilibros, libros concretos, libros visuales, libros conceptuales, libros estructurales, libros proyecto, libros declaración, libros instrucción”. La segunda parte del nombre, “and So”, se refería a todo tipo de publicaciones, como revistas, periódicos, discos, postales, carteles, partituras, publicaciones múltiples, etc.
En el fondo no podemos considerar a Carrión un artista plástico, sino un escritor cuya práctica le condujo hacia formas de expresión no literarias. Si nos referimos a él como artista, su única sería el archivo OBASA, una obra-archivo que es consecuencia y recopilación de todas sus investigaciones con la escritura, desde sus iniciales experimentos con la poesía concreta hasta sus últimos vídeos.
Tuvo unos espléndidos comienzos como escritor de cuentos y obras teatrales, pero en 1972 abandonó el mexicano definitivamente la literatura para ensayar un nuevo tipo de escritura que partía de las experiencias de la poesía concreta y del movimiento Fluxus y que se basó en la repetición, la variación y la permutación de palabras o nombres y la confección de listas y fichas.
En el ámbito de su labor teórica destacó el manifiesto El arte nuevo de hacer libros (1975), que tuvo gran repercusión en muchos jóvenes artistas visuales. Examinándolas bien, podemos entender que sus teorías son precursoras de otras teorías del arte más recientes, es el caso de su concepción del plagio como el “punto de partida de la actividad creativa”. Llegó a declarar en 1973: “¿Por qué plagios? Porque – Hay demasiados libros – Se tarda mucho en leer o escribir un libro – El arte no es propiedad privada – Denotan el amor que se profesa al autor – Ofrecen una segunda oportunidad de leer un libro – Hacen innecesaria la lectura – No se prestan a interpretaciones psicológicas – No tienen fines utilitarios – Carecen de valor comercial – Son sencillos y absolutos – Son bonitos”.
También encontramos las claves de su obra en trabajos como el libro de artista Tras la poesía (1973), la película The Death of the Art Dealer (1982) o el vídeo TV-Tonight (1987). De su participación en la red de arte correo durante su período más creativo surgió, entre otros frutos, la revista Ephemera (1977-1978), dedicada a la recepción diaria de las obras que circulaban a través de esa red. Para Ulises Carrión, el “arte postal” era una estrategia de guerrilla.
Entre los trabajos que forman parte de la muestra del Reina podemos subrayar los libros de artista que fue recopilando el propio Carrión; a cada uno de ellos le dio mucha importancia, porque entendía que cada página cumplía una función dentro de una estructura general. Los encontraremos de estampados de boxeadores, realizados en papel de fieltro, sobre el amor, sobre las estructuras del lenguaje…No faltan pequeños libros y dibujos editados por él. Curiosamente sus dibujos de trazos delicados se parecen mucho a los libros que él edita.
Se proyecta además la pieza A book, un vídeo en el que se ve al propio Carrión destrozando un libro, para luego recomponerlo. La construcción y la deconstrucción están muy presentes en su trabajo.
En el proyecto Gossip, Scandal and Good Manners quiso mostrar cómo se distorsiona un rumor o cotilleo entre la gente. Pidió a sus amigos y colaboradores cercanos que se dedicaran a difundir por la capital holandesa pequeñas historias inventadas por él para ver qué consecuencias tenían y documentó el resultado de manera gráfica y visual, a través de fotografías, proyecciones, textos y dibujos que pueden verse en el MNCARS.
Prestad atención también a la sala dedicada al “mail art” o “arte correo”: Ulises Carrión había establecido una relación epistolar con artistas de todo el mundo, creando una red global en la que se incluían las invitaciones para participar en los proyectos de arte correo y las contribuciones de Carrión a proyectos iniciados por otros artistas.
También es interesante el espacio dedicado al especial homenaje dedicado a la actriz mexicana Lilia Prado. En Expediente LPS documentó todo el proceso creativo y organizativo de un Festival de Cine en Ámsterdam que se le ocurrió crear para repasar la carrera artística de Prado.
La muestra acaba en una sala multidisciplinar en la que encontramos ocho monitores con vídeos que suponen un compendio artístico de las inquietudes del mexicano, además de tres obras sonoras y un espacio de lectura con la bbliiografía más importante de Ulises.
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