La quinta muestra individual que la galería Fernández-Braso dedica a Guillermo Pérez Villalta puede visitarse hasta enero en sus salas y reúne trabajos en los que el artista gaditano se ha empleado en los últimos dos años; sus ideas básicas fueron primero apuntadas en dibujos, medio al que, en esta ocasión, se dedica en la exposición un espacio propio, con el nombre de Gabinete de ideas.
En este autor es en realidad un método habitual el realizar pequeños esbozos de sus alumbramientos; en algún caso, los deja macerar un tiempo para calibrar su valor; otras veces, en expresión suya, quedaban en el limbo de lo no realizado.
Aquellos pensamientos que sí encuentran su cauce lo hacían a través de la unión de iconografía y memoria, en lo temático, y de la geometría en su forma; a esta última la concibe como barandilla frente al vértigo del vacío. Ese proceso tiene algo de azaroso; señala Pérez Villalta en el catálogo: Elijo una forma y una cuadrícula, dejo a su aire el movimiento de la imaginación. Podría decir que es mi juego favorito. El dibujo es la mejor forma de traer a la realidad de lo contemplable por todos aquello que se piensa en solitario, que sólo la cabeza de uno sabe. Es una sorpresa, para mí mismo el primero, ver lo que ha salido al concretar sobre el papel lo que antes sólo estaba en el pensamiento.
Estas obras últimas del artista han de entenderse desde una voluntad que ha mantenido constante en su trayectoria: la de crear belleza a partir del pensamiento (en un principio) y de la forma (después). El primero aporta conceptos no visibles, la segunda supone la materialización visual de esas nociones, y la geometría establece relaciones entre dichas formas. Según el de Tarifa, desde nuestras más tempranas observaciones de la naturaleza, necesitamos la geometría para ver, para comprender la medida de las cosas.


Sabe y demuestra que donde median los sistemas de proporciones encontramos equilibrio y calma: sus creaciones están muy lejos de las sombras y responden a la convicción de que el sentido de lo bello es una causa permanente para nuestra especie. Desde que en el Neolítico las herramientas de sílex usadas para despiezar se tallaban con pulida simetría, no para ser más útiles, sino más hermosas.
Hablando de herramientas, su ojo atiende muy a menudo a los objetos y arquitecturas sencillas, con capacidad para inesperadamente emocionarnos si somos capaces de contemplarlas con una mirada abierta al asombro. Incluso en lo teóricamente raro divisa opciones para encontrar gozo.
La clasicidad, el mar y una espiritualidad entendida en un sentido amplio salen a nuestro paso en las obras ahora compiladas en Fernández-Braso. Veremos trabajos próximos a la abstracción: el espacio construido a partir de facetas de Cristalina; conjunciones de triángulos y círculos que sugieren meditación y extrañeza; espirales de la existencia o uniones en diagonal del Atlántico y el Mediterráneo.
Incluso ha creado Pérez Villalta templos de la ordenación a partir de cuadrados, circunferencias y triángulos; lugares para el pensamiento depurados y casi conventuales con un triángulo, una hornacina y un círculo; paisajes basados en la unión de planos o de líneas curvas. Y sus habituales alegorías: un atado a una columna encarna la subjetividad; los dos gemelos que integran un rostro, la empatía; un jarrón floral y antropomorfo anuncia el pensamiento; un cerebro como gran agujero cromático y con dos ojos, la percepción; o lo sólido y lo evanescente, el conocimiento y la intuición respectivamente.

Su interés por la polaridad de lo masculino y lo femenino regresa en Los géneros o la identidad masculina y femenina, y ha continuado abordando asuntos religiosos con referencias clásicas y una depuración hondamente moderna: en La dormición de la Virgen, La huida a Egipto o la perfectamente abstracta Anunciación.
Los primeros cubos de Cézanne y las líneas de Mondrian que ordenaron colores primarios conviven en Paisaje Cézanne-Mondrian, y también hay espacio para los frisos: lo humano y lo arquitectónico se funden en El sentido de lo imaginario y lo geométrico o en Friso de las individualidades, mientras la mitología inspira claramente Atenea y Poseidón disputan por la acrópolis.
Aquella hibridación entre piel y piedra se repetirá en Ofrenda de un dios a dos diosas o Conversación entre dos academias, que supone también el acercamiento de dos subjetividades.
Pérez Villalta ha subrayado la importancia de Tocar la belleza (2023), tabla que representa la primera aprehensión de ese concepto, que él halló primero, en su infancia, en el sonido de un piano de un juguete. Después en la catedral de Málaga: Mi mirada deseante miraba a todas partes. Sigue haciéndolo.


Guillermo Pérez Villalta. “Pinturas 2023-2025”
C/ Villanueva, 30
Madrid
Desde el 13 de noviembre de 2025 al 10 de enero de 2026
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