La Fundación Louis Vuitton de París inició ayer la segunda fase del programa de actividades previstas para su inauguración con la presentación de “Contact”, muestra inmersiva de Olafur Eliasson que explora las relaciones entre espectador, espacio expositivo y universo en el marco del microcosmos que el artista ha ideado para esta Fundación.
Se trata de su primera exhibición individual en Francia desde la que presentara en 2002 en el Musée d´ Art Moderne de la Ville de París y nos asombra con una coreografía de luces y sombras cuyo movimiento se logra mediante dispositivos ópticos distribuidos en pasillos espacialmente diseñados para “Contact”. Eliasson continúa aquí sus investigaciones sobre nuestros mecanismos de percepción y construcción del espacio; en sus palabras, la muestra nos traslada a los límites de nuestro conocimiento y de nuestra capacidad sensitiva, de nuestra imaginación y de nuestras expectativas; aborda los horizontes y barreras de lo conocido y lo desconocido.
Ha dado lugar a un espacio ambiguo, confuso, casi elástico, un ambiente que cada mirada podrá percibir de forma diferente, pues con Eliasson no hay reglas, como tampoco las hay en la naturaleza ni en la meteorología (recordad su interés por ella en The weather project). Él cree en la libertad de cada espectador de vivir en el museo experiencias distintas, e incluso contrapuestas, a las que disfruta el compañero de al lado; también en el valor de lo ilusorio y de lo que sólo se esboza y se queda en sugerencia. Ha llegado a afirmar que no existe la naturaleza, que sólo podemos referirnos a ella como construcción personal.
En el techo de una de las salas que ocupa la exposición, el artista ha dispuesto un artilugio capaz de realizar un seguimiento de la evolución del sol y, en ciertos momentos del día, dirigir su luz hacia una escultura de formas geométricas que forma parte de la muestra.
Eliasson continúa aquí sus investigaciones sobre nuestros mecanismos de percepción y construcción del espacio
Ciencia y naturaleza no son ajenas a la obra de este creador de Copenhague, que ha incorporado la luz, el agua, el hielo o la lava y se ha interesado por el paisaje y el entorno en buena parte de sus obras. También ha indagado en las filosofías utópicas y la arquitectura: es autor de la columnata exterior que abre boca en la Fundación a su exposición sensorial y realiza esculturas e instalaciones, la mayoría de ellas de grandes dimensiones, para museos y espacios públicos, en colaboración con un equipo compuesto por medio centenar de personas.
El pasado mes de octubre y tras doce años de obras (y 100 millones de euros de inversión), la Fundación Vuitton abrió sus puertas en París. Cuenta con 11.000 metros cuadrados, ha sido diseñada por Frank O. Gehry y busca ocupar el hueco que los Arnault, consideran, existe entre las muestras de arte de vanguardia que programa el Centre Pompidou y las centradas en la creación más actual y experimental que ofrece el Palais de Tokyo. Dirige el nuevo centro Suzanne Pagé, que se ha referido al museo como “un lugar poético, lírico, espectacular e inédito, que estará al servicio de la creación artística y de la reflexión intelectual”.
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