Mário Pedrosa contra los lugares comunes

El Reina Sofía estudia el alcance de su labor crítica

Madrid,
Waldemar Cordeiro. Sin título, 1952
Waldemar Cordeiro. Sin título, 1952

No es usual, pero ha ocurrido a veces: tras dedicar muestras a las ideas desarrolladas por los historiadores del arte Aby Warburg y Carl Einstein, el Museo Reina Sofía abre mañana una exposición dedicada a las líneas de trabajo seguidas por Mário Pedrosa, crítico de arte brasileño que fue también político, activista y gestor cultural. Participó activamente en la organización de la Bienal de São Paulo, publicó sus críticas en prensa, se implicó en congresos y también tomó parte en la fundación del Partido de los Trabajadores brasileño junto a Lula.

Si su compromiso político le valió la cárcel y el exilio, el artístico tendría en su país y fuera de él consecuencias de largo alcance: favoreció la aceptación y difusión del arte europeo en Brasil y también la promoción fuera de este país de la creación brasileña de mediados de siglo, sobre todo de figuras como Volpi, Portinari, Lygia Clark o Lygia Pape.

En el ecuador del siglo pasado, y mal que nos pese también hoy, el arte latinoamericano es objeto de enfoques reductivos y frecuentes lugares comunes; los escritos de Mário Pedrosa y las obras a las que se refirió presentes en esta muestra quieren contribuir a diluirlos y mostrar una realidad más compleja: la de una abstracción y una figuración que no ocupan compartimentos estancos sino que constantemente se relacionan, la del diálogo entre el arte europeo y el brasileño y la de las conexiones profundas entre la llamada alta cultura y las creaciones de autodidactas y enfermos psiquiátricos, pruebas para Pedrosa de que el arte es, sobre todo, fruto de una “necesidad vital”.

Este pensador (1900-1981) se interesó siempre por la forma como elemento fenomenológico; tras estudiar la Gestalt, concedió una naturaleza emocional a la geometría, indagó en la psicología visual, en el arte autodidacta (él lo llamó virgen) y en las relaciones entre máquina y hombre, ciudad y arte. Esas fueron, junto con los nexos entre política y creación, sus principales líneas de estudio y a través de ellas intentó ofrecer visiones alternativas del arte brasileño entre los treinta y los ochenta del siglo pasado.

Se interesó por la forma como elemento fenomenológico y, tras estudiar la Gestalt, concedió una naturaleza emocional a la geometría

A ese ámbito cronológico se ciñe la exposición del Reina Sofía, que es fruto de un proyecto de investigación extenso en archivos públicos y familiares de los comisarios Gabriel Pérez-Barreiro y Michelle Sommer. Su propuesta busca introducir al público español en el conocimiento de la figura compleja y la labor crítica de Pedrosa, poco conocido fuera de Brasil, contando, a través de once salas dedicadas a sus núcleos de pensamiento, una historia del arte moderno concebida desde Brasil y desde la sensibilidad de este crítico, es decir, desde un enfoque “brasilocéntrico” en lugar de eurocéntrico.

Vista de sala de la exposición "Mario Pedrosa. De la naturaleza afectiva de la forma"
Vista de sala de la exposición “Mario Pedrosa. De la naturaleza afectiva de la forma”

Decimos que su figura es compleja porque, si al abordar la producción de los artistas brasileños escapó de todo tópico, también rompió con los asociados a un intelectual de izquierdas como él: al contrario que la mayoría de sus compañeros ideológicos en su país, defendió el proyecto de construcción de Brasilia y no se posicionó contra la abstracción por su ausencia de referencias literales a la defensa de la clase obrera; su fe en la emocionalidad de las formas y en las posibilidades de su percepción subjetiva y sensual por el espectador le llevaron, no solo a no cuestionar, sino a facilitar el desarrollo de la abstracción brasileña, cálida frente a las tesis que asocian este movimiento a la frialdad y el raciocinio severo.

Además, sin alejarse de las bases de su discurso político, aprendió de la experiencia soviética y postuló la autonomía del arte frente a las ideologías. Lo hizo no solo como crítico, también contribuyendo a la formación de artistas y a la generación de una comunidad de ideas: no restringió su papel a comentar ni describir el panorama creativo brasileño, sino que decidió participar e intervenir en él.

Humanista, entendió que todas las ideologías -las propias y las opuestas – respondían a una necesidad humana de comunicación, se involucró en el Museo de la Solidaridad de Chile, ensalzó la importancia del arte popular y mantuvo una mirada muy horizontal del arte brasileño, que estudió en el mismo plano que el internacional, sin hacer distinciones.

Vista de sala de la exposición "Mario Pedrosa. De la naturaleza afectiva de la forma"
Vista de sala de la exposición “Mario Pedrosa. De la naturaleza afectiva de la forma”

Entre las 200 obras que forman parte de “Mário Pedrosa. De la naturaleza afectiva de la forma” se incluyen pinturas, esculturas, móviles, grabados, fotografías, filmes y libros de creadores brasileños fundamentales (de Oiticica a Lygia Clark pasando por Pape, Portinari, Cavalcanti o Millôr Fernandes) y de autores internacionales a los que Pedrosa prestó especial atención, como Calder, Klee y, sobre todo, Morandi. Él supo ver la subversión y la rebeldía subyacentes en sus composiciones meditativas, a las que se refirió como sumisas al arte italiano solo en apariencia.

Las obras expuestas se acompañan en el Reina Sofía de textos en tres niveles: los curatoriales, citas de Pedrosa y una suerte de “pies de página” de los trabajos que hacen presente en las salas la voz del crítico sin mediación. Para conocer más a fondo sus ideas hay que acudir al catálogo, que recoge algunos de sus textos traducidos por primera vez al castellano. En ellos defiende que son posibles otras formas de construir narrativas en la historia del arte.

Vista de sala de la exposición "Mario Pedrosa. De la naturaleza afectiva de la forma"
Vista de sala de la exposición “Mario Pedrosa. De la naturaleza afectiva de la forma”

 

“Mário Pedrosa. De la naturaleza afectiva de la forma”

MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA. MNCARS

c/ Santa Isabel, 52

28012 Madrid

Del 28 de abril al 16 de octubre de 2017

 

 

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