Luciano Fabro y los espacios psíquicos

El Palacio de Velázquez acoge una antología del artista povera

Luciano Fabro

PALACIO DE VELÁZQUEZ

Parque del Retiro

Madrid

Del 27 de noviembre de 2014 al 12 de abril de 2015

Madrid,
Luciano Fabro. Palacio de Velázquez. MNCARS
Luciano Fabro. Palacio de Velázquez. MNCARS

El Museo Reina Sofía cierra su semestre expositivo protagonizado por “Un saber realmente útil” y por la noción de arquitectura emocional defendida por Goeritz con una exhibición en el Palacio de Velázquez que podemos relacionar, en parte, con “El retorno de la serpiente”, dado el interés de Luciano Fabro por el valor del arte como generador de experiencias y por los mecanismos de relación entre unas y otras obras de arte. Las sesenta que forman parte de esta muestra se articulan en grupos y dos de ellas pertenecen a los fondos del propio MNCARS.

Encontramos trabajos en mármol, seda, piel, espejos que generan nuevos espacios dentro del Palacio, bronces, obras de acetato o de pasta fechadas a lo largo de cuatro décadas en las que evolucionó hacia una cada vez mayor austeridad, cercana a veces al Minimalismo.

MATERIALES SIN JERARQUÍAS

Miembro de la espléndida generación de artistas italianos que dieron lo mejor de sí en la década de los sesenta (Alighiero Boetti, Mario Merz, Pistoletto, Penone…), Fabro destacó entre estos creadores asociados al Arte Povera por su mayor cercanía a la tradición clásica y al dinamismo y la teatralidad propios del Barroco. Concedió una importancia fundamental al ambiente, al espacio, entendido no sólo como marcador de los límites físicos de las piezas, sino también como ámbito psíquico, en relación con tiempos y transparencias. Estas últimas resultan esenciales en obras como Impronta o Mezzo Specchiato e Mezzo Transparente y Tutto Transparente, y en Habitat (1981) quiso reconstruir en latón y madera el lugar como escultura.

Posicionado estéticamente con fuerza en el Sur frente al arte anglosajón de mediados del s XX, Fabro incorpora en sus trabajos numerosísimas referencias a la cultura y la geografía italiana; lo vemos en Italias, proyecto que comenzó en 1968 y que explora la cartografía del país asociándola a materiales diversos con valor metafórico, no exento de ironía, de las diversas situaciones políticas y culturales que “la bota” ha vivido desde los últimos años de los sesenta hasta los inicios del s XXI. Él llegó a decir: “cuando tengo una idea, la pruebo sobre una Italia”.

Concibió el arte como metamorfosis de la vida, capaz a su vez de transformar a aquella, de ahí que utilizarse formas y materiales muy variados y transmisores de esa poética, muy sencillas o complejas las primeras, humildes o intensamente sofisticados los segundos.

En palabras de João Fernandes, comisario de esta exposición, abierta hasta el 12 de abril, el creador italiano nos enseña lo que la postmodernidad hubiera podido ser y no es, se esforzó en subvertir géneros (convirtió por ejemplo la escultura en una manifestación más del dibujo) y, en su pretensión de acercar su obra a la propia vida utilizando materiales cotidianos, quiso transformar éstos como vía para la transformación del mundo: sus sábanas se reinventan por el gesto del artista de presentarlas como lienzos renacentistas, utilizando la historia del arte para sumar a su narración un capítulo nuevo. Lo hace en una de sus Tautologías más conocidas: Tre modi di mettere le lenzuola (1968), donde nos ofrece tres sábanas como cuadros, no tendidas sino colgadas en la pared.

Luciano Fabro. Palacio de Velázquez. MNCARS

Las piezas que podemos ver en el Palacio de Velázquez juegan con la dicotomía entre lo leve y lo pesado, proponen equilibrios precarios o incorporan referencias, como ocurre en Prometeo (1986), a su conciencia histórica del presente, a la acción humana sobre el mundo.

No faltan en Madrid sus Piedi, pies de grandes dimensiones que llevó a cabo entre 1968 y 2000 para hablarnos de los nexos entre arquitectura y objeto, entre escultura y pedestal. Están elaborados en materiales nobles trabajados artesanalmente y los rematan pantalones de unos tres metros de altura elaborados de telas de calidad en distintos colores. También os recomendamos prestar atención a Lo Spirato (1972), una preciosa escultura de mármol que nunca hasta ahora se había mostrado fuera de Italia dada su fragilidad, y a Nadezda (1990), pieza también en mármol que por su inestabilidad se apuntala al suelo y se sujeta con correas.

Para Attaccapanni di Napoli (1976-1977), Fabro elaboró telas plegadas pintadas de colores vivos que, colgadas en la pared sobre soportes metálicos, muestran la evolución de la luz solar hasta el anochecer. Se inspiran en la escultura Apolo y Dafne de Bernini, en la que Dafne se transforma en laurel que tapa los genitales de Apolo.

El resultado de la disposición de las obras de Fabro en el Palacio de Velázquez es realmente atractivo y en el catálogo quedarán recogidas imágenes, no sólo de las piezas aisladas, también de su ubicación en este entorno.

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