Las nuevas lejanías de Soledad Sevilla

La artista presenta en la Galería Fernández-Braso su primera individual en Madrid desde hace tres años

Madrid,

Tres años lleva Soledad Sevilla sin exponer en Madrid, los mismos que lleva cerrada la que fuera su galería, Soledad Lorenzo. Su regreso a la capital viene de la mano de la Galería Fernández-Braso y coincide con la celebración de APERTURA 2015: el arranque conjunto de la temporada por parte de las galerías de la ciudad.

La muestra se inauguró ayer, podrá verse hasta el 31 de octubre, y contará con trabajos recientes, realizados por la artista valenciana en 2014 y 2015, que forman parte, no obstante, de un proyecto más extenso que inició en 2007 y que está dedicado tanto al estudio como al análisis y la interpretación artística, jugando con las posibilidades del espacio pictórico y de la luz, de los secaderos de tabaco de la Vega de Granada.

Soledad Sevilla. Viaje a Sils Maria, 2014
Soledad Sevilla. Viaje a Sils Maria, 2014

 

La serie nos permite rastrear la huellas que el paso del tiempo ha ido dejando, desde 2007, en las tablas de madera utilizadas en la arquitectura de los secaderos en trabajos como El retablo, Sonata sin futuro y Los Apóstoles, y se acompaña de una publicación editada el año pasado por la Fundación Arte y Mecenazgo, que reconoció a Sevilla con uno de sus premios por el conjunto de su trayectoria.

Las retículas siempre han estado muy presentes en la obra de Sevilla, que ya en los setenta hizo de la geometría la base de sus pinturas

Hasta 2013 la artista empleó en estas piezas madera de chopo; desde entonces se ha servido de plástico, utilizado para recubrir estas construcciones con el fin de aislar y proteger las plantas que albergan. Ella ha intentado aprovechar sus posibilidades estéticas: Si cuando los observo me acerco, son una pantalla opaca y sinuosa que se convierte en protagonista, si me alejo, su transparencia permite la visión del paisaje en un fundido de la cortina con la naturaleza.

Componen “Nuevas lejanías”, que así se llama la exposición abierta en la sala Fernández-Braso, pinturas que, como es habitual en la producción de esta artista, transitan entre la figuración y la abstracción, son fruto de un proceso de elaboración extremadamente minucioso y se basan en la repetición de pequeñas líneas hasta llegar a formar tiras ondulantes que revelan formas y colores ocultos bajo un paisaje fundido.

Las retículas siempre han estado muy presentes en la obra de Sevilla, que ya en los setenta hizo de la geometría la base de sus pinturas. Más tarde, en los ochenta, empezó a trabajar en la serie Las Meninas, aplicando una estructura básica en forma de retícula para reinterpretar los espacios y las atmósferas del cuadro de Velázquez. Tras formarse en Estados Unidos, realizó diversas instalaciones ambientales con un marcado pero a la vez sutil carácter pictórico; es el caso de Leche y sangre.

En Granada ha podido verse recientemente su serie La Alhambra, un trabajo de reinterpretación del palacio nazarí en el que el uso del color es menos llamativo que en el resto de sus trabajos, aunque la retícula sea también una base de referencia. En sus sucesivas instalaciones y series pictóricas, la luz se ha convertido en el elemento central.

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