Nueve meses después de que el Museo del Louvre retirara la Victoria de Samotracia de la contemplación del público por trabajos de restauración, el centro presenta en una exposición los resultados de la intervención en esta escultura helenística, descubierta en 1863 por el arqueólogo francés Charles Champoiseau en un santuario de la propia isla de Samotracia, en el mar Egeo, y considerada una de las obras estrella de la colección del centro parisino.
No es esta la primera restauración, sino la cuarta, a la que se somete la pieza, de dos metros y medio, de esta diosa alada de mármol fechada en el siglo II a.C, pero sí ha sido la más profunda, y podremos comprobarlo paso a paso, y compararla con restauraciones anteriores, en “La Victoria de Samotracia, redescubrir una obra maestra”, muestra que puede visitarse hasta el 15 de junio.
Ocho especialistas han participado en el proyecto sirviéndose de avanzadas técnicas de análisis e impresión en 3D.
LA VICTORIA TUVO COLOR
Lo más llamativo de la nueva Victoria, ya instalada en la escalera Daru, es su cambio de tono, porque se confirma la tesis: la Victoria de Samotracia era policromada. Podremos ver las tintas que teñían originalmente la escultura según detallados estudios y documentación que también se exhiben en París. Por otro lado, se ha afianzado su estructura, recolocando en su lugar trece fragmentos de los treinta conservados en el museo y se han recuperado una mecha del moño de la diosa y tres plumas de su ala izquierda.
Para la operación tuvo que desmontarse cada parte de la escultura, de casi 3 metros de altura, y también los 23 bloques marmóreos que componen su zócalo, con la forma de un navío recuperado en el Santuario de los Grandes Dioses de Samotracia. Se trocaron algunos rellenos añadidos en el siglo XIX por polvo de mármol y se eliminó el bloque de cemento colocado en 1933 entre la estatua y la proa del barco, con el objetivo de darle más protagonismo, pero haciéndole perder el efecto original de que la diosa acababa de aterrizar sobre el puente del navío.
De la exposición forman parte además fragmentos del ala y de su brazo derecho que el Louvre no había mostrado al público hasta ahora y monedas griegas acuñadas por Demetrio Poliorcetes, un tetradrecma datado entre los años 301 y 292 antes de Cristo. En principio, se creía que fue Poliorcetes quien mandó esculpir la obra para celebrar su triunfo en Salamina, aunque hoy se estima que la Victoria no conmemoraría aquella batalla sino la que derrotó a Antíoco III Megas.
De los cuatro millones de euros que ha costado la restauración, uno de ellos se recaudó gracias al micromecenazgo y las aportaciones de 6 700 donantes; el resto lo sufragaron diversos mecenas franceses y extranjeros, como Nippon Television Holdings, Fimalac y Bank of America Merrill Lynch Art Conservation Programme.
Para acercar a los espectadores la experiencia de la restauración, “La Victoria de Samotracia, redescubrir una obra maestra” podrá verse en el mismo lugar donde esta se llevó a cabo, la Sala de las Siete Chimeneas, que fuera antiguo dormitorio de los monarcas franceses.
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