La incertidumbre según Javier Vallhonrat

El Museo de la Universidad de Navarra muestra su obra reciente

Pamplona,
Javier Vallhonrat. Intersecciones
Javier Vallhonrat. Intersecciones

Cuando en 2010 visitó la colección de fotografía del Museo de la Universidad de Navarra -entonces aún no inaugurado- para formar parte del proyecto “Tender Puentes”, Javier Vallhonrat no pudo evitar fijarse en dos imágenes del Macizo de la Maladeta, en el Pirineo oscense, que había tomado en el verano de 1853 Joseph Vigier. El madrileño conoce bien aquella zona y justo en aquel año trabajaba en un proyecto fotográfico relacionado con la experiencia humana de la montaña, así que aquellas imágenes del enigmático Vigier le sirvieron como punto de partida para desarrollar esa idea y como germen para investigar más a fondo, después, la producción, bastante escasa, de aquel fotógrafo francés, uno de los primeros en retratar la montaña mientras la ascendía: las imágenes de la Maladeta las realizó durante su recorrido desde Luchon al Portillón de Benasque, a más de 2.400 metros de altitud.

Aquella participación de Vallhonrat en “Tender Puentes” supone el origen de “Intersecciones”, la muestra comisariada por Santiago Olmo que el fotógrafo, Premio Nacional, presenta hasta el 11 de octubre en el propio Museo de la Universidad de Navarra y que consta de decenas de fotografías, siete vídeos y una videoinstalación fechadas entre 2011 y 2015, obras que disfrutaremos más a fondo si las contemplamos tras leer la publicación que acompaña la exposición, que incluye el diario de las sensaciones de Vallhonrat en la alta montaña, en espacios de condiciones meteorológicas muy adversas en los que la necesidad humana de seguridad y de control, de domesticar la naturaleza y predecir sus fenómenos con la ayuda de la ciencia y la técnica , choca con la incertidumbre e imprevisibilidad propia del medio, un paisaje incierto en el que nuestra percepción del tiempo se transforma para hacerse más lenta y en el que crece nuestra sensación de vulnerabilidad.

Podemos entender “Intersecciones” como una reflexión sobre la fragilidad del ser humano en los entornos en que está sometido a condiciones de incertidumbre, sobre todo en espacios naturales tan sublimes como peligrosos, por altamente vulnerables a cambios geológicos y atmosféricos, y sobre las distintas vías de las que los artistas se han servido para representar precisamente el paisaje.

Conmueven desde su absoluto apego al terreno y su falta de pretenciosidad

Las cinco series de trabajos que pueden verse desde hoy en Pamplona (42ºN, Deriva estándar, Registro del margen, Fricción límite y Eolionimia) seducen por combinar valor documental y reflejo de la experiencia; las imágenes que las componen nos ofrecen “lugares de tiempo”, componen de algún modo poemas visuales que conmueven desde su absoluto apego al terreno y su falta de pretenciosidad. Captan instantes decisivos que por su carácter fragmentario y, en teoría, banal; no remiten a la inmensidad de la montaña ni buscan representarla en conjunto sino que nos permiten aproximarnos a ella desde la cercanía del excursionista.

Transmiten silencio, misterio, valor poético. La montaña asombra, causa terror y ejerce a la par un intenso magnetismo.

Vallhonrat ha querido combinar en los registros que ha efectuado durante sus caminos por el nicho glaciar de la Maladeta lo científico y lo subjetivo, la contemplación y el estudio, lo imaginario y lo verosímil. Hasta tal punto que su recorrido puede entenderse como viaje exterior, en cuanto a exploración de un territorio físico determinado, y como viaje interior, como un proceso de construcción de sentido sobre la situación, individual y humana, ante los vaivenes del medio natural, que escapan (¿amenazantes?) a nuestro dominio.

Algo de montañero tiene ya el rostro del fotógrafo. Su exposición en el Museo navarro se completa con un ciclo de cine titulado “Extraños en el paraíso” y dos talleres impartidos por el artista. El primero, sobre los procesos y recursos creativos, se celebrará en el campus de la Universidad de Navarra; el otro se desarrollará en el refugio de la Maladeta en los Pirineos, donde Joseph Vigier, Richard Long y el propio Javier Vallhonrat tomaron sus series fotográficas.

 

 

 

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