Todo el mundo es un teatro y todos los hombres y mujeres meramente actores; tienen sus salidas y sus entradas…Estos versos, tan ciertos, que Shakespeare escribió para Como gustéis han inspirado al comisario Karsten Löckemann a la hora de plantear el hilo temático de la nueva muestra que la Fundación Banco Santander acaba de abrir en su Sala de Exposiciones de Boadilla del Monte y, que manteniendo su habitual línea expositiva, se nutre de piezas de una de las colecciones privadas más importantes del mundo: la de Ingvild Goetz, con sede en Múnich. Son los primeros fondos alemanes en presentarse en esta institución.
Los cerca de trabajos, fechados entre los ochenta y la actualidad, que componen “All the world´s a stage” (fotografías, instalaciones, vídeos, pinturas y esculturas de artistas como Matthew Barney, Cardiff & Miller, Stan Douglas, Elmgreen & Dragset, Jonathan Meese, Ulrike Ottinger, Laurie Simmons y Matthias Weischer) tienen en común su apropiación de estéticas, recursos narrativos o escenografías que remiten al ámbito teatral y que nos recuerdan que, mucho antes de que la vanguardia francesa, Picasso incluido, se introdujera en el diseño de vestuario y decorados teatrales, las artes escénicas ya ejercían una influencia y una fascinación fundamental en creadores de todos los tiempos.
Ese interés no se ha perdido hoy pese al predominio de lo multimedia: los trabajos que componen esta exhibición, abierta hasta el 14 de junio, han sido seleccionados atendiendo a su vinculación con el teatro, y la mayor parte de los artistas representados en el proyecto han trabajado para este medio o incluso han colaborado en la puesta en marcha de determinadas producciones escénicas. Löckemann subraya que la intención de esta muestra es “que las obras conduzcan al espectador de una manera u otra a este diálogo entre arte y teatro, y que esta selección tan interdisciplinar sea capaz de trasladarlo a otra realidad”.
Así, podemos decir que adentrarnos en “All the world´s a stage” supone introducirnos en un escenario durante un intervalo de una representación en el que el decorado está a punto de cambiar, los actores se mueven entre bastidores repasando sus textos y aún no está definido cómo será el desenlace.
Al inicio de la exposición encontraréis Vormittag (La mañana) de Michael Kunze, un enorme tríptico que remite a las fachadas arquitectónicas clásicas y que consta de figuras fantásticas casi oníricas que se funden con el entorno para dar lugar a un mundo con elementos reales y oníricos.
En el recorrido os recomendamos buscar las fotografías de Stan Douglas, Jeff Wall y Rodney Graham, los grandes espadas de la Escuela Conceptual de Vancouver; los retratos de salas de cine como espacios sagrados de Hiroshi Sugimoto, las imágenes de salas de ópera y teatro vacías a cargo de Candida Höfer, los videos de Ulrike Ottinger y Matthew Barney sobre escenarios cinematográficos y la pieza Staging Silence, de Hans Op de Beck, en la que de manos anónimas construyen sin cesar decorados utilizando objetos sencillos y cotidianos.
En cuanto a instalaciones, no podían faltar en esta exposición ejemplos de Janet Cardiff & George Bures Miller (en Playhouse nos convierten en invitados únicos al palco de una ópera) y de Elmgreen & Dragset, que nos llenan de intriga en Last Performance, donde se muestra un camerino vacío con una soga colgando del techo, una rosa marchita y una nariz de payaso.
La presencia de la pintura es menor en esta exposición, pero debemos citar los delicados cuadros de Hiroshi Sugito. Títeres y muñecos no podían faltar, y a ellos han recurrido Laurie Simmons, Markus Schinwald y Asta Gröting.
Por último, Johannes Wohnseifer, en Through the Green Door, invita al espectador a decidir si quiere ser actor o espectador del gran teatro que es el mundo.
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