Hace unas semanas os hablábamos de la carrera y los procesos de trabajo de Hugo Alonso en nuestra sección Fichados; hoy os recomendamos hacer un hueco antes del 24 de julio para visitar, en la Sala B del Centro de Arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada, su muestra “Pendulum”, un proyecto formado por pinturas, vídeos y piezas sonoras que se nos presentan en el CEART a modo de obra unitaria.
Alonso, cuyas exposiciones se plantean normalmente desde esa diversidad de medios, nos propone de nuevo en “Pendulum” reflexionar sobre las zonas de intersección entre la realidad y el cine y sobre cómo nuestra memoria puede llegar a multiplicar los significados de la una y del otro cuando funde sus terrenos. Es posible que no valoremos aún en toda su dimensión el poder del cine para construir mundos completamente verosímiles, tan creíbles y susceptibles de ser relacionados con nuestro entorno cotidiano como para conseguir llamar nuestra atención sobre aspectos que, si no fuera por su recreación ficticia, nos pasarían desapercibidos o en sombra en el mundo real.
A la hora de comprender el fondo de sus trabajos, es importante conocer los procedimientos de donde nacen: este artista asturiano parte de imágenes cinematográficas –a menudo de películas clásicas, sobre todo de ciencia ficción o terror- o de fotografías encontradas en Internet para, a continuación, manipularlas digitalmente y, por último, retornar a una vía clásica para plasmarlas sobre lienzos con técnicas tradicionales.
La apropiación de imágenes ajenas se da, por tanto, en un momento muy primario del proceso de creación; la obra acabada constituye la visión personal de Hugo de aquellas escenas, una visión que pone el foco en esos espacios en sombra de lo cotidiano. Cuando no trabaja en el medio pictórico, nos ofrece imágenes en movimiento modificadas por procedimientos digitales para llamar nuestra atención sobre los fragmentos y los fantasmas que habitan las fotografías iniciales. Alonso busca sus nuevos sentidos, el modo en que habitan latentes en nuestro presente y nuestros espacios habituales.
Hablando de foco, la luz es uno de los aspectos más cuidados en la producción de Hugo Alonso, su herramienta para lograr que obras que, en un primer acercamiento, podrían transmitir cierta asepsia o frialdad debido a su depuración y a la ausencia de la figura humana, desvelen campos de significado, incertidumbres y connotaciones simbólicas de carácter psicológico y emocional, o transmitan juegos estéticos muy sugerentes al contraponerse las zonas de luminosidad y oscuridad.
Como explica Susana Blas en un texto para la exposición, el espectador penetra en sus montajes como un actor que pisa un misterioso set cinematográfico sin haber recibido ni instrucciones ni guión. En la penumbra, tropezamos con muebles e intuimos objetos. Descubrimos tabiques falsos, escuchamos voces grabadas sin objetivo que se multiplican mientras recorremos el improvisado plató. Según nos adentramos descubriremos una realidad donde conviven deseos, ficciones, vivencias pasadas y tentativas de futuro. Descubriremos quizá que no hay nadie a quien esperar, que el juego que Hugo Alonso nos propone es una cita a ciegas con nosotros mismos.
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