
Es posible que una obra extrema necesite de aislamiento y de un paisaje también extremo para germinar. Ambas condiciones las encontró Gustavo Torner en Cuenca, la ciudad donde nació en 1925, para desarrollar experiencias estéticas inéditas en nuestro país a mediados del siglo pasado: pinturas hechas de madera, tierra y raíces, pero también de una chatarra que entroncaba esa producción, no solo a su tierra, sino también a su tiempo.
Esos materiales los articulaba Torner sobre las telas conforme a ordenaciones muy estudiadas, en las que la chapa cobra carácter de objeto encontrado, mínimamente manipulada. Las composiciones solían ser similares una y otra vez: predominaban las franjas horizontales, dos, siendo a menudo más extensa la superior, aunque otras veces están equilibradas.
Jugaba el artista con los contrastes: entre lo tosco y lo pulido, lo ruinoso y lo perfecto o, yendo más allá y buscando simbolismos, entre la naturaleza y la producción (cultural) humana, la geometría y lo orgánico.
El creador conquense es sobre todo pintor, pero también ha trabajado en esculturas de planteamientos próximos a los de sus lienzos y en dibujos y grabados que ha dedicado a la representación abstracta de la naturaleza, su vía para buscar la belleza y también el conocimiento del entorno y de los recovecos de los procesos de creación.
Ya realizaba grabados siendo estudiante universitario (antes que artista fue ingeniero de montes) y no dejó más tarde esa actividad de lado a la hora de subvertir reglas y buscar modernidad. A él podemos agradecerle que convenciera a Zóbel de abrir precisamente en Cuenca un Museo de Arte Abstracto y a él la Calcografía Nacional le concedió el año pasado el Premio Nacional de Arte Gráfico.
Su producción primera ya estaba muy relacionada con la naturaleza que le era cercana por su formación y por proximidad ambiental: se estrenó como artista, en 1946, con una larga serie de imágenes de botánica pintadas a la acuarela y destinadas a revistas científicas y, ya en la década siguiente, llevó a cabo fotografías de detalles de rocas y vegetales y monotipos de motivos naturales que marcaron su paso progresivo de la figuración a la abstracción.
Su contacto con Sempere y Abel Martín, maestros de la serigrafía, fue decisivo en el desarrollo de sus primeros grabados, y con esa técnica ha desarrollado buena parte de su obra gráfica. Lo veremos en la muestra que desde hoy y hasta noviembre le dedica la Real Academia de San Fernando, que ha reunido para la ocasión piezas con soportes y tintas poco frecuentes, prácticamente inéditas, y estampaciones sobre papeles vegetales superpuestos o estampados por las dos caras.

También se exhiben en la sala de la Calcografía en la Academia aguafuertes, aguatintas, estampaciones en seco y litografías; no faltan sus grandes series o carpetas, como Heráclito-nueve fragmentos – Torner-nueve serigrafías (1965), una de las primeras carpetas de serigrafías estampada en España, Equivalencias (1969), Resumen del decir – Laberinto – Pauta para un abecedario (Homenaje a Jorge Luis Borges) (1970), Sur – Géométries (1972), Japonesadas (1974), Sueño en la noche oscura (1991), Indagación (1999) o Praescriptura negra (2005). Hay que fijarse en lo que tienen en común y en lo que se diferencian: destacan por su variedad formal, su coherencia temática y por una intensidad conceptual que las hace fácilmente identificables.
También podemos ver numerosas estampas sueltas fechadas entre 1963 y 2005, igualmente muchas inéditas para el público.
Y, como viene siendo habitual, coincidiendo con la inauguración de la muestra dedicada a los grabados del último Premio Nacional de Arte Gráfico, la Calcografía Nacional nos anuncia al siguiente ganador: el galardón correspondiente a este año ha recaído en José Manuel Broto, por su “capacidad para trasladar a la obra gráfica su producción pictórica”.
El jurado, esta vez, ha estado formado por Antonio Bonet Correa, como presidente; Juan Bordes, como secretario, y Gustavo Torner, Chema de Francisco y Juan Carrete Parrondo como vocales.

“Gustavo Torner, Premio Nacional de Arte Gráfico 2016”
c/ Alcalá, 13
Madrid
Del 26 de septiembre al 26 de noviembre de 2017
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