Minimalismo, líneas sencillas, depuración en la decoración, colores pálidos y texturas lisas… El diseño nórdico se ha popularizado en España en las últimas dos décadas (de la mano del gigante que todos conocéis, que abrió su primera tienda en la península en 1996 tras establecerse en la localidad canaria de Telde en 1978), pero rastrear los orígenes de este estilo nos lleva mucho más allá y puede servirnos para conocer las raíces y los porqués de los muebles que, en ese relativo poco tiempo, se han hecho un hueco en buena parte de nuestras casas.
El término “diseño escandinavo” (o nórdico) no fue acuñado como tal hasta 1954, cuando una exposición con ese nombre recorrió Norteamérica promoviendo el estilo de vida escandinavo, pero su origen se remonta años atrás, pudiendo situar su origen entre las dos guerras mundiales. Como podemos imaginar, no nació de la nada, sino que fue en esa etapa en la que el diseño tradicional de los países nórdicos, basado tradicionalmente en la funcionalidad de los objetos, añadió la estética a sus valores, ayudando a cubrir las necesidades emocionales de la gente, creando “cosas bellas que hacen tu vida mejor”.
La cultura sueca, y también su diseño, había alcanzado un importante resurgimiento a finales del s XIX que se acrecentó tras 1930, año en que Estocolmo acogió una gran exposición centrada en el mueble y el diseño donde se mostraron diseños vanguardistas con un claro mensaje político y social, incluyendo prototipos de apartamentos con muebles fabricados industrialmente, en contraposición de la tradicional defensa noruega de la artesanía. Al cierre de aquella exhibición daría sus primeros pasos uno de los movimientos más interesantes en el campo de la decoración: el funcionalismo.
Buena parte de los artistas que se dieron a conocer en aquella Exposición adoptaron como filosofía el lema “el artista a la industria” para buscar crear “objetos más estéticos de uso cotidiano”. La producción textil, la decoración de telas para el hogar y el interiorismo alcanzaron un alto desarrollo desde esa década, así como la industria automovilística, que también asumió las máximas del diseño sueco (Saab, Volvo). El ceramista Wilhelm Kage es un ejemplo fundamental para entender aquella preocupación por las formas de los utensilios domésticos y Stig Lindberg y Sven Palmqvist fueron dos de los diseñadores esenciales en la nueva concepción de vajillas, vasos y enseres de cocina.
Otra fecha clave para el interiorismo escandinavo fue 1955: ese año tuvo lugar la muestra de objetos domésticos de Helsingborg, la ‘H55’, que tendría gran influencia en fabricantes y artistas.
Con el auge de las democracias europeas tras la II Guerra Mundial, se hizo mayor hincapié en el hecho de que los diseños debían de ser accesibles para todo el mundo, por lo que a menudo el diseño escandinavo también es llamado diseño democrático, una idea que también compartía la Bauhaus.
Las soluciones arquitectónicas y de distribución de espacios que plantearon ya entonces muchos artistas suecos se fundamentaban en el cuidado de los pequeños detalles, en grandes ventanales que aportaban gran luminosidad y en el minimalismo. Su principal objetivo era crear entornos y diseños confortables, alegres y cómodos, que hicieran llevadero tener que pasar mucho tiempo en casa dada la falta de horas de luz en los países escandinavos.
En realidad, la historia del diseño sueco está muy relacionada con la propia Revolución Industrial (aunque conceden gran importancia a la parte humana del diseño y su industrialización estuvo siempre muy ligada a una rica tradición en el campo de la artesanía), con el carácter escandinavo (si de él podemos hablar) y con la naturaleza, dominante y cruda, del país: clima frío y grandes bosques vírgenes. La simplicidad de líneas presente en el mobiliario sueco, sean curvas o rectas, la ausencia de extravagancias o estridencias, el uso de materiales nobles y tecnológicos y la funcionalidad rigen el diseño de estos objetos y esta decoración y, por qué no decirlo, nos hacen pensar en el modus vivendi de la propia sociedad sueca y el creativo pragmatismo que le atribuimos. En las casas suecas no sobra ni un solo centímetro de superficie, todo espacio está aprovechado concienzudamente.
En los sesenta y los setenta, los diseñadores buscaron la ergonomía, y también el racionalismo: creció su voluntad de evitar lo frívolo. Surgen los ‘sillones huevo’, que pronto se asociaron a la cultura pop, una creciente conciencia social dio lugar a la creación de objetos adaptados a discapacitados, y el interés por la ecología favoreció el desarrollo de técnicas industriales y materiales novedosos. Además, el organicismo (formas inspiradas en la naturaleza), que siempre había estado presente en el estilo escandinavo, encontró en materiales modernos, como el plástico y las resinas, la manera perfecta de llevar a cabo las ideas de los diseñadores, que anteriormente utilizaban madera laminada para, literalmente, darle forma a sus diseños.
Dicha madera laminada era un material versátil y fácilmente moldeable, ya que está formada por varias capas pegadas entre sí y posteriormente barnizadas, por lo que cada fina capa puede adoptar una forma concreta independiente del resto. Esto permite, por ejemplo, realizar diseños con formas que se adaptan mejor al cuerpo o que son más atractivos estéticamente, pero siempre dentro de la sobriedad y funcionalidad propia del diseño del norte de Europa.
De esta época “tardía” datan diseños como las sillas Panton de Verner Panton, Globo de Eero Arnio o Tulip de Eero Saarinen, entre otros. Tras un pequeño receso en los ochenta, los noventa volvieron a ser muy productivos.
¿Qué queda de aquel espíritu en el diseño nórdico de hoy? Ciertas esencias. El arte pop y los objetos rústicos continúan siendo elementos clave a la hora de decorar una casa al estilo sueco y los materiales fundamentales van desde las maderas nobles y mimbres de tonos claros, hasta el metal y los plásticos de color neutro, el cristal y el vidrio, siempre tratando de mantener la pureza de formas y la sobriedad en el adorno. No veremos muchas molduras, pomos historiados, ni colores diferentes.
Uno de los diseñadores de Ikea afirmaba en un evento reciente que el estilo escandinavo es un bol de madera lleno de leche; se refería a la importancia de la combinación de los muebles de madera con los lacados blancos dentro de este estilo nórdico, y muchas veces dentro de la misma pieza decorativa.
La estética futurista es también un rasgo característico del diseño sueco actual, junto a las formas sencillas, los colores pálidos, los textiles con estampados cuadriculados y de rayas, los volúmenes sólidos, el ahorro, la sobriedad, la citada ergonomía y la belleza entendida como una función más, necesaria en todas las formas de los objetos.
Las paredes en estas casas suelen ser blancas y los textiles y los cuadros (generalmente grandes) son los que llevan el peso del color. En este punto todos tendréis alguna imagen de un catálogo IKEA en mente.
Hablando del éxito incuestionable de esta firma, han surgido dudas: ¿siempre lo sencillo es democrático; el diseño nórdico es fácil de producir y económico? El historiador del diseño Halén, ha afirmado: IKEA es un peligro para nuestra imagen. En su catálogo no todo es diseño nórdico. Ellos trabajan con diseñadores de todo el mundo. Y también producen por todo el mundo. En general, priman la sencillez, pero no siempre. Y la calidad, en ocasiones es excelente, pero en otras podría perjudicar nuestro prestigio. (…) En la época de la posguerra, cuando empezó a cuajar el diseño, muchos de los objetos eran caros. Ni mucho menos accesibles para todos. Hoy, Ikea, que sí es plenamente democrática, no es en cambio plenamente nórdica.
Una respuesta a “Diseño nórdico: por qué nos gusta y desde cuándo”
Paola
Me encantó este post, es verdaderamente emocionante poder conocer sobre la historia de este maravilloso estilo decorativo de alli el nombre de nuestros muebles, soluciones decorativas, art pallet, gra ñor la info