Carol, de Todd Haynes, la película que este viernes se estrena en España y que opta a seis premios en los próximos Óscar, es fundamentalmente una historia de amor, pero con el sello de Patricia Highsmith, que publicó en 1951 la novela que inspiró el filme, El precio de la sal. Es decir, estamos ante una obra altamente sofisticada, con un toque de misterio y persecución y con personajes cautivadores, sobre todo el de la propia Carol, que interpreta Cate Blanchett con mucho acierto y elegancia.
Tras un inicio intrigante en el que dos maneras distintas de rozar un hombro, tosca y rápida, y delicada y lenta, nos hablan ya de la espacial relación entre Carol y Therese, asistimos al flashback en el que transcurre el conjunto de la película hasta sus instantes finales: la historia de los comienzos de la relación entre estas dos mujeres de personalidades casi opuestas que se enfrentan a su entorno, y en el caso de Therese también a sí misma, a la hora de estar juntas.
Carol está casada pero en proceso de separarse, tiene una hija, es valiente, libre, rica, formada y consciente de su sexualidad; Therese es bastante más joven, aspira a ser fotógrafa pero trabaja como dependienta en una juguetería, mantiene una relación insulsa con un chico que podría poner a cualquiera en su lugar y encuentra en Carol un misterio que al principio no entiende y un territorio por explorar (no solo en el sentido amoroso, también en el de la propia autoestima).
Las personalidades desiguales de las protagonistas son comunes a las de muchas novelas y películas de amor, pero en Carol el proceso de descubrimiento por ambas partes está planteado de forma altamente estética y sutil: ayuda la ambientación de la película (y de la novela) en el Nueva York de los años cincuenta, un cuidado perfecto del vestuario, la delicadeza de la fotografía inspirada en Saul Leiter (a destacar los planos de Rooney Mara tras cristales empañados) y un guion perfectamente emotivo y sin concesiones a la cursilería.
Sobre su personaje, el de Therese, pivota la historia, pero el enigma y el drama que rodea a Carol y su situación familiar, y la complejidad de esa figura más madura, hace que nuestro interés se dirija hacia ella, y la interpretación de Blanchett, y sus maneras de mirar en secuencias como la del reencuentro final, podrían valerle el Óscar a la actriz principal (merecido), siendo su personaje, canónicamente, secundario.
