Adorable: Lilja Ingolfsdottir y los pequeños milagros

16/10/2025

Adorable. Lilja Ingolfsdottir Quienes acudieron a su presentación en el festival checo de Karlovy Vary, el año pasado, veían con esperanza lejana la posibilidad de que llegara a estrenarse en España Adorable, cinta que dirige y guioniza Lilja Ingolfsdottir. Es su primer largometraje -se hace difícil pensarlo- y pudo rodarlo, parece que tras bastantes escollos, superados sus cuarenta y cinco, por lo que esta película, que contiene una odisea, es fruto, en buena medida, de otra.

La odisea interior la protagoniza un matrimonio, formado por María y Sigmund (Helga Guren y Oddgeir Thune), acechado por muchas dificultades desde sus comienzos, veloces. Ella es madre de dos hijos, acababa de separarse no en los mejores términos, y él viaja constantemente con su grupo de música. Tendrán dos niños más, que dadas las circunstancias permanecerán, fundamentalmente, al cuidado de su madre, quien también mantiene un trabajo demandante.

Lograr que esta situación no se convierta en un campo de minas será un tercer empleo para el que quedarán pocas energías. Ingolfsdottir parece haber estructurado el film, de manera sutil, atendiendo al punto de vista adoptado: en una primera parte nos acerca a la vivencia de las complicaciones por parte de ambos y en una segunda, posterior a la discusión que anticipa la tormenta, se centra en ella, en su individualidad (que quedaba diluida en un inicio, entre sus tareas y sus hijos), en sus circunstancias familiares previas a la maternidad y en el proceso de superación de la ruptura.

Logra así esta cineasta noruega que apreciemos a este dúo, sobre todo a ella, desde una perspectiva más completa, casi caleidoscópica: diríamos que no ha trabajado con la pareja en su dimensión de personajes, con sus posibilidades narrativas, sino en la de personas, aproximándose, con el grado de detalle que la duración de la película y la rigidez de un rodaje permiten, a su psicología y a los dilemas que transcurren mucho más hacia dentro que hacia fuera. No faltan sesiones con una terapeuta que roza la perfección en su oficio, ni tampoco conversaciones entre María y una de esas amigas que, por dar siempre la razón, no ayudan en ciertas circunstancias.

Cuando comienza Adorable, el espectador sabe de una María irascible lo (poco) que el resto de su familia conoce de ella; finalmente, y acompañándola, comprende su comportamiento mucho más que el resto de sus cercanos gracias a las capas de profundidad con las que Ingolfsdottir sabe construir su figura.

Adorable habla de afectos y de relaciones, pero sin rozar estereotipos de época de los que no debe ser fácil escapar, sosteniendo que la fragilidad y la fortaleza pueden ser etapas, y no sólo rasgos, en un mismo individuo; también que es posible intentar sobrevivir a uno mismo sin recurrir a guiones manidos ni literatura de autoayuda. Inevitablemente la obra remite a Bergman y sus divagaciones matrimoniales en clima frío y casas oscuras, pero la de esta directora noruega es una trama fundamentalmente luminosa.

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