Si entre vosotros hay algún psicoanalista, concluirá quizá que nos interesan los duelos, los pormenores de la amistad y las aristas de las relaciones familiares, pero puede que sea un accidente.
Estos son algunos de nuestros libros pendientes, últimas adquisiciones y no tanto. Con ellos iniciaremos 2023:
Esther Kinsky. Arboleda. Periférica, 2018.
La narradora de esta novela había planeado viajar a Italia junto a su pareja, a quien llama M., pero él fallece justo antes de poder marchar. Los planes, no obstante, no se interrumpen (la protagonista había aprendido, dice, a borrar huellas, a guardar lo acumulado y recolectado) y el viaje se convierte en un tránsito de despedida, en el que cobran un nuevo sentido los paisajes vacíos, los cementerios, los detalles.
Explica Periférica que la trama se vertebra en torno a tres parajes, escenario de la convivencia del dolor de quien escribe y de la inercia vital que la lleva a continuar caminando.
Hugo Claus. La pena de Bélgica. Penguin Random House, 2010.
Hace un año, cuando visitamos en el Museo Thysen-Bornemisza “La máquina Magritte”, nos trajimos de allí unas páginas belgas, a estas alturas en espera: esta novela de Hugo Claus (que además de escritor, uno de los más traducidos de su país, fue artista y miembro del grupo Cobra e hizo incursiones en el cine) se ambienta en el III Reich y narra la adolescencia de Louis Seynaeve, miembro de una familia burguesa, conservadora y satisfecha de los convencionalismos que son su rutina.
Paulatinamente, parece que Seynaeve va haciéndose consciente de la inanidad que lo rodea y de la hipocresía de sus adultos y en ese proceso bucea Claus con crudeza y también con humor. No es aventurado pensar que este relato puede tener que ver con la vida de su autor, que abandonó su hogar cuando aún era adolescente para comenzar a trabajar, dejando a un lado también su formación académica. En su primer viaje a Estados Unidos, por cierto, lo acompañaron Italo Calvino, Fernando Arrabal y Claude Simon y allí escribiría el guion de la película El cuchillo, que dirigió Fons Rademakers. Su protagonista era, igualmente, un muchacho deseoso de hacer las cosas a su manera.
Emanuele Trevi. Dos vidas. Sexto Piso, 2022.
Esta novela breve obtuvo en 2021 el Premio Strega, fundamental en las letras italianas, pero nos atrajo anticipándonos un relato sobre el poder de la amistad entendida como vínculo en el tiempo capaz de desafiar lo efímero y el olvido. Trevi recuerda a dos amigos suyos, escritores ambos y ya fallecidos (Pia Pera y Rocco Carbone), muy distintos entre sí: ella era idealista y espontánea y murió a causa de una enfermedad degenerativa; él, desencantado de ilusiones y esperanzas, se fue en un accidente.
El autor reflexiona sobre lo que de ellos desconoció y sobre en qué medida puede la memoria hacer justicia a lo que fueron.
Jenn Díaz. Los posesivos. Destino, 2022.
Hace unos años disfrutamos de las historias sencillas, las bondades y miserias familiares, que también son la vida y que Jenn Díaz narraba en Madre e hija y, con ese recuerdo, nos hicimos con Los posesivos. Trata asuntos parecidos (las relaciones más cercanas y sus barreras, el amor y las convenciones sociales a él ligadas), haciendo hincapié en las distancias sobrevenidas y las maneras de afrontarlas.
Se estructura esta novela en cartas, como si la palabra escrita pudiera acercar a los protagonistas con menos margen de error.
Rachel Cusk. Despojos. Libros del Asteroide, 2020.
Cuando las nubes se retiren, comenzaremos Despojos, el relato de Cusk de su propia ruptura matrimonial y de una forma de vida durante mucho tiempo hilvanada; se desarmó ese pasado, en sus palabras, como un puzle convertido en un montón de piezas con los bordes recortados.
Habla la autora sobre lo que la separación de una familia implica, pero presta aún más atención a sus propias emociones, en forma de una fragilidad más honda de lo que pensaba y, a su vez, de fortalezas que no conocía. Y las explica, cuentan, con valentía y sinceridad, compatibles con la contención del lenguaje necesaria para abordar estos asuntos propios.
Linn Ullmann. Los inquietos. Gatopardo Ediciones, 2021.
Hablando de Cusk, a ella Los inquietos le pareció (faja dice) un texto lleno de belleza, consuelo y verdad. Pero nos llevó a hacernos con este libro La isla de Bergman, de Mia Hansen-Løve: Ullman, la menor de los nueve hijos del cineasta, lo escribió a partir de las conversaciones que mantuvo con él, durante sus veranos en la isla de Fårö, con el propósito inicial de escribir un ensayo sobre la ancianidad.
Bergman falleció, quedando ese proyecto a medias hasta que Linn decidió utilizar por fin las grabaciones, fragmentadas. Tenemos muchas ganas de saber más de la intrahistoria de esta familia y de las reflexiones de Ullmann sobre la dificultad -y aquí retomamos a Trevi- de conocer con cierta profundidad a los demás, también (o puede que sobre todo) a nuestros padres.
Andréi Kurkov. Diario de una invasión. Debate, 2022.
Andréi Kurkov nació en Leningrado (San Petersburgo hoy), pero se formó en Kiev, y su trayectoria y vida están del todo ligadas a Ucrania. Aquí la mayoría lo conocimos gracias a Abejas grises, novela sobre los intentos épicos de un apicultor para mantener su medio de vida en territorio en disputa (antes se había publicado Muerte con pingüino), pero no es su única obra en relación con la guerra: a los numerosos artículos que ha dedicado a la invasión rusa en la prensa internacional se suma este volumen, en el que entrelaza su experiencia propia con la de otros desplazados.
Da cuenta de las consecuencias del conflicto, pero también busca los rasgos propios de la identidad nacional ucraniana.
Adrien Bosc. La columna. Tusquets, 2022.
Casi recién salido de imprenta, en noviembre, nos hemos hecho también con este pequeño tomo que recupera las vivencias de dos pensadores franceses en nuestra Guerra Civil. Simone Weil (que no Veil) se unió a la Columna Durruti siendo muy joven y dejándose llevar por la pasión, pero solo permaneció en España mes y medio, pues tuvo que regresar tras un accidente. Sus vivencias fueron – una vez más- breves pero intensas y le dejarían huella el resto de su vida.
George Bernanos, por su parte, vivió la contienda desde Mallorca. Su ideología era la opuesta a la de Weil, pero la correspondencia entre ambos, aquí recogida, dejará ver que la violencia hizo que los dos cuestionaran sus respectivas convicciones.
Inès Cagnati. Génie la Loca. Errata Naturae, 2019.
A Génie hemos llegado tras leer El día de asueto, una novela preclara y descorazonadora sobre la infancia de una muchacha desasistida, después huérfana y, en todo momento, tremendamente lúcida.
De este otro relato de la escritora francesa Inès Cagnati en Errata Naturae se habló mucho en su país en los setenta, y conecta con el anterior: se refiere al amor poderoso de una hija hacia su madre, a la vez mujer para todo y borrón en una familia virtuosa. Rodeada de misterio y con el mundo en contra, el propósito de la niña es hacerle sonreír aunque sobre ellas se cierna lo oscuro.
John Williams. Stoner. Baile del Sol, 2022.
Hace unos días, algo se confabuló para que hasta tres veces leyésemos alabanzas encendidas de esta novela por parte de críticos que no suelen regalar elogios.
Escrita en los sesenta, en su momento pasó casi desapercibida y cayó prácticamente en el olvido durante décadas, pero parece que su resurrección ha llegado ahora, coincidiendo con el centenario del nacimiento de su autor. Narra la vida corriente, desde el nacimiento a la muerte, de un hombre apegado a la tierra que descubre su amor por la literatura de forma entre casual e inesperada y decide transmitir esa pasión, convirtiéndose en profesor.
Está llena esta historia, avanzan, de cotidianidad, y por eso de destellos de belleza, amistad y desgarros.