Hago un agujero, el infinito pasa a través de él, la luz lo traspasa, no hay necesidad de pintar […] todo el mundo pensaba que quería destruir, pero no es cierto; he construido, no destruido.
Coincidiendo con la celebración de la Expo 2015 en Milán, la Fondazione Marconi, recientemente renovada y ampliada, presenta hasta el 31 de octubre una muestra en homenaje a Lucio Fontana en la que podremos ver, por primera vez en Europa tal como el artista la planeó en 1966, la obra Concetto spaziale, Trinità.
Sabemos cómo Fontana quiso que esta pieza se expusiera gracias a diversos dibujos, pero el artista nunca llegó a ver materializada su propuesta en vida y tanto su Fundación como la Fondazione Marconi han querido rendirle tributo, casi cincuenta años después de que diseñará Trinitá, cumpliendo su deseo con la mayor fidelidad posible.
Podemos decir que se trata de uno de los proyectos fundamentales del creador del Concetto Spaziale, no sólo por su tamaño (cada uno de sus tres piezas mide 2 x 2 metros), sino también por su composición rigurosa y por la pureza de su monocromatismo blanco, vinculado en este caso a la noción de infinitud.
Elaborado a partir de líneas de perforaciones que nos hablan del interés de Fontana por cultivar una gestualidad sencilla, potente en su simplicidad, el tríptico contiene una reflexión de Fontana, personal, laica y poética, en torno a lo absoluto. Los lienzos, cuya blancura se enfatiza por su acompañamiento de plástico de azul, pueden verse colgados del techo y rodeados de un espacio “teatral” de diecisiete metros; la espacialidad acentúa su pureza.
Junto a Concetto trabajo, Trinità, puede verse en este centro milanés un conjunto de obras que Fontana realizó entre 1951 y 1968 según estilos diversos, desde la figuración a la abstracción extrema, buscando una experimentación constante con el potencial de nuevos materiales y técnicas. Entre ellas podemos citar su Concetto spaziale en yeso de 1957, otro Concetto spaziale en piedra de 1953 o Concetto spaziale, Attese (1964).
Fontana acababa de ser protagonista de una retrospectiva en Milán: se la brindó el Museo del Novecento, que estudió a fondo el trabajo que desarrolló en paralelo a Yves Klein en París y esta ciudad italiana entre 1957 y 1962.
En la Triennale de Milán presentó el creador de origen argentino en 1951 una de sus primeras piezas realizada con tubos de neón.
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