NOMBRE: Verónica
APELLIDOS: Vicente Álvarez
LUGAR DE NACIMIENTO: Tomiño, Pontevedra
FECHA DE NACIMIENTO: 1988
PROFESIÓN: Artista
A Verónica Vicente la seleccionamos entre nuestras artistas favoritas presentes en la última edición de ARTESANTANDER y también os hablamos de las fotografías sobre cuerpo, identidad y fragilidad que presentó en una muestra conjunta en La Gran (Valladolid) y Noca Paper (Santander) la pasada primavera. Esta semana por fin la fichamos.
De sus imágenes nos interesa su exploración con el cuerpo como frontera: fotografiar el suyo, normalmente fragmentado o casi oculto, le sirve para plantear nuestros modos de relación con “lo otro” en su sentido más amplio y también nuestras formas de guardar y mostrar el propio yo.
Graduada en Bellas Artes por la Universidad de Vigo, Verónica ha realizado másters en Fotografía Conceptual y Artística (EFTI) y en Arte, Museología y Crítica Contemporáneas (Universidad de Santiago de Compostela) y el año pasado obtuvo del Ministerio una beca Formarte de fotografía para una estancia en el Colegio de España en París. Entre los espacios donde ha mostrado su trabajo figuran el Centre d’Art La Panera de Lleida, el Centro Torrente Ballester de El Ferrol, el Auditorio de Galicia de Santiago de Compostela o el Círculo de Bellas Artes y Tabacalera en Madrid. También ha participado en colectivas en centros y ferias internacionales como Carpe Diem Arte y Pesquisa, en Lisboa, el Festival Internacional de Videoarte FIVAC de Cuba, el Athens Digital Arts Festival de Atenas o el Centro Cultural colombiano de Cali.
Como en el caso de tantos de nuestros fichados, la decisión de expresarse a través de la fotografía se dio en Verónica de forma natural. La imagen ha sido su medio para vehicular pensamientos sobre lo que nos une y separa del resto: No soy consciente de haber tomado la decisión de dedicarme a la creación artística, siempre he sentido que era mi mejor forma de comunicarme, es el medio de expresión más completo que encuentro para expresarme. Sí es cierto que a lo largo de los años, la formación, la experiencia… han hecho que fuera perfilando intereses aunque sin alejarme mucho del mundo de las ideas.
Esas ideas, como adelantábamos al principio, tienen que ver con los múltiples significados de nuestro cuerpo hacia dentro y hacia fuera, y con lo que tiene de barrera entra lo individual y lo colectivo, una barrera que a veces queremos acentuar y otras diluir: centro la atención en el cuerpo y la construcción de su identidad en relación al contexto que le rodea. Siento una continua necesidad de búsqueda existencial, de establecer los límites que me determinan o definen con respecto al otro o al espacio en el que habito; como si el desgaste rutinario me desdibujara continuamente y necesitara perfilar aquello que soy de lo que no. Generalmente parto de mi propia experiencia como ser contemporáneo, extrapolando esa inquietud individual y personal a un contexto plural y social. Me interesa la fragilidad y vulnerabilidad del ser humano, su carácter mutable en función de las modas, el estilo de vida, la cultura… y de qué manera afectan a la identidad, el carácter o la personalidad. Y en el mismo sentido, también son fundamentales el estudio sobre la imagen, estética o apariencia del cuerpo. Fusionándose con el ambiente como si fuera un objeto decorativo o un cúmulo de cemento llama Verónica nuestra atención sobre la uniformidad fría e impersonal que suele rodearnos, en lo que a apariencias se refiere, y que puede devorarnos. En el camino, también nos hace reflexionar sobre el trato que damos a lo diferente, a lo que no comprendemos por no ser igual.
Se nutre de influencias diversas, relacionadas con la imagen pero también con la propia experiencia, con instantes concretos: me apasiona el mundo de la imagen y de ahí tomo muchas de las referencias. Cualquier forma de expresión artística puede ser interesante, especialmente aquello que intenta rasgar sobre lo establecido para generar otro discurso. El punto de vista me parece fundamental, hay muchas formas de decir la misma idea. También me influye mucho el lugar, la ciudad, las personas y la manera de interactuar entre sí. En muchas ocasiones es una experiencia en concreto, una conversación o el viaje a un lugar desconocido el que me puede llegar a influir más.
En sus exposiciones encontramos fotografías y vídeos, pero en el proceso de su creación intervienen otras disciplinas. Y las relaciones entre unas y otras no son anecdóticas sino que forman parte del contenido de sus proyectos: en mi trabajo hay momentos performativos, pero las figuras creo están cerca de ser esculturas que finalmente fotografío o grabo. Generalmente todo surge a partir de una acción o un gesto que se repite y que posteriormente registro. Me interesa especialmente la conexión entre disciplinas como una forma de evidenciar la fragilidad humana, situando al cuerpo entre dos realidades diferentes. La línea fronteriza que separa estar y no estar, lo móvil de lo inerte, el movimiento en un vídeo de una escultura. Me gusta la idea de lo ambiguo, de que no quede del todo claro a dónde pertenece dejando la elección al espectador en función de sus prioridades. Ante sus piezas podemos tener la sensación de que la imagen o la grabación, el resultado final de la sucesión de pensamientos de Verónica, son básicamente recursos formales de registro, la cáscara del fruto y no su semilla, aunque trabaje con ellos con minuciosidad y preciosismo.
Las series fundamentales en las que esta artista gallega ha trabajado hasta ahora son cuatro: Figuras decorativas (aún en curso), Una estrategia de la apariencia, Frontière à en pas franchir? y De repente, el otro.
La primera aborda la obsesión por el aspecto físico en los medios urbanos y sus implicaciones, lo que todos podemos tener de floreros cuando hacemos de lo físico nuestra carta de presentación: se trata de una investigación sobre la estetización del cuerpo en la actualidad, la excesiva preocupación sobre el envoltorio, el aspecto y la apariencia. Se plantean cuestiones acerca del cuerpo como objeto, como imagen estética, como discurso y producto cultural con indiferencia de género. Es un acercamiento al cuerpo desde el espacio voluminoso que ocupa, desde su propia materia, desde su fachada. Figuras decorativas se materializa en fotografía y vídeo en los que un cuerpo aparece como escultura decorativa de una estancia.
Una estrategia de la apariencia, por su parte, enlaza con las preocupaciones de Figuras decorativas al plantear esa uniformidad urbana como una homogeneización que va más allá de la estética para fundir nuestra mentalidad, a nosotros mismos todos, con el asfalto. Para ello convierte su cuerpo en forma y volumen, despojándolo de su individualidad, transformándolo en receptor de luz como un elemento urbano más. Un cuerpo alienado: Muestra la crisis de identidad del hombre que habita la gran ciudad. El desgaste de la rutina, la masificación y el anonimato le hacen prácticamente invisible y despersonalizado. Parte de la acción de introducirme completamente en una pieza de ropa monocroma y del mismo tono grisáceo que lo urbano, haciéndome desaparecer casi por completo, haciendo de mi cuerpo materia propia del pavimento. Una variación de aquel proyecto adaptado a las instituciones expositivas fue Una estrategia de la apariencia en el museo, que se centraba en la situación de los jóvenes creadores y sus dificultades para dar a conocer su trabajo en los museos.
Del cuerpo a los espacios que habita. En su serie Frontière à en pas franchir? se refería Verónica a los espacios que hacemos privados frente a los públicos, a aquellos lugares que decidimos vedar a la mirada ajena. Y al espectador le hace sentirse James Stewart en La ventana indiscreta: en esta serie se hace una reflexión sobre la forma de habitar el espacio, sobre la construcción de barreras que definen lo que nos pertenece o la necesidad de romperlas. La cámara, situada en el espacio público hace cómplice al espectador de su mirada indiscreta al situarlo en el espacio privado. La serie está formada por 60 fotografías de muy pequeño formato (10 x 15 cm) para marcar la idea de voyeurismo.
Por último, De repente, el otro surgió, en parte, del azar, y también del interés de Verónica por analizar hasta qué punto los demás determinan nuestra visión de nosotros mismos, esa identidad que nos relaciona entre nosotros o nos aleja del resto sobre la que ella investiga: este proyecto nace de la casualidad. Durante algún tiempo me he ido encontrando con fotografías tipo carnet perdidas en el suelo de diferentes ciudades. Se trata de un encuentro un tanto especial, pero un encuentro en todo caso. Parecía que las personas retratadas en esas fotografías me estaban esperando y mirando fijamente, como en un cara a cara real. De esas experiencias surge la necesidad de hablar sobre la construcción de la identidad individual o personal basada en la presencia de los otros para formarla. Al mismo tiempo este proyecto me ha llevado a otro de similares características y que versa sobre mi propio nombre y la construcción de la identidad duplicada y lleva por título El otro, el mismo.
Nos cuenta Verónica en qué se encuentra trabajando ahora: Actualmente sigo trabajando en la serie Figuras decorativas. También, en la localización y gestión de un proyecto performativo y/o coreográfico en el que hago una reflexión sobre la identidad del sujeto contemporáneo a través de los límites del cuerpo. Trabajaré con bailarines y la idea es crear coreografías desde el espacio reducido de una prenda.
Sus trabajos forman parte de las colecciones de la Diputación de Pontevedra, el Museo Nacional de Escultura de Valladolid y La Panera, y también podéis conocerlos mejor en su web: veronicavicente.es