Laura F. Gibellini

NOMBRE: Laura

APELLIDOS: Fernández Gibellini

LUGAR DE NACIMIENTO: Madrid

FECHA DE NACIMIENTO: 1978

PROFESIÓN: Artista

Si habéis visitado el Panteón romano en un día de sol radiante podréis dar fe de que nadie sale de allí indemne. Según algunos estudios, este edificio pudo utilizarse, de hecho, como un gran reloj solar y a partir de ese dato, y de su habitual interés por las posibilidades de la representación artística de la luz y el clima en diversos escenarios, planteó Laura F. Fibellini el proyecto que hace unos meses presentó en Matadero Madrid en el marco de la exposición dedicada a los artistas becados por la Academia de España en Roma en su convocatoria 2016-2017.

Se llamaba Atmósferas e interrupciones y, como entonces os contábamos, era uno de los más sugerentes de aquella exposición: en su intervención sobre una pared, de un metafórico sol central partían múltiples líneas rectas o rayos varias veces interrumpidos; esos vacíos sabiamente dispuestos (gesto mínimo, efecto máximo) eran responsables del ritmo y el atractivo visual de la obra, dominada en sus tonalidades por el beige y el verde suaves, colores habituales en las fachadas romanas de los siglos XVII y XVIII que contribuían a dotar al conjunto de cierta ingravidez. La del tiempo, el aire y la luz de la capital italiana, porque esta artista trabaja buscando la captación de lo intangible.

Doctora en Bellas Artes por la Complutense, compagina su actividad artística con la docente (es profesora en la Escuela TAI y en el MFA en prácticas artísticas de la Escuela de Artes Visuales de Nueva York) y, además de en Matadero la pasada primavera, ha mostrado sus trabajos en el CCCB, el Museo de Los Sures neoyorquino, la Academia de Bellas Artes de Roma, la sala Carpe Diem de Lisboa, el Boston Center for the Arts, el Artists Space de Nueva York, el museo MASS MOCA, el UCCA chino, La Casa Encendida o la feria LOOP, entre otros espacios.

Esta semana, Gibellini pasa por Fichados porque admiramos la riqueza de las investigaciones previas a sus obras, algunas relacionadas con el concepto de lugar, con nuestros modos de relacionarnos con él y las convenciones que se han manejado a la hora de representarlo. En sus proyectos más recientes esa atención a los espacios se ha focalizado, como veíamos en Atmósferas e interrupciones, en lo que en ellos hay de inestable y líquido, y por eso de difícilmente perceptible: las condiciones atmosféricas y temporales que determinan nuestra idea del entorno desde su mutabilidad. En su statement, ella habla de pensar lo impensable.

No tiene claro Laura cuándo decidió dedicarse a lo artístico, pero, si algunos de nuestros fichados han tenido recuerdos agradecidos a padres, profesores o amigos que les llevaron por este camino, ella menciona el papel jugado por una escuela de dibujo de su barrio a la que acudió de niña: Nunca he tenido conciencia real de que lo que hacía o hago implique trabajar como artista. Pero digamos que hubo un momento clave en mi vida cuando, con ocho años, empecé a ir a clases de dibujo en una maravillosa escuela del barrio. Desde el momento que empecé supe que me dedicaría a ello, sin saber lo que eso significaba (hoy, algo más de treinta años después, tampoco lo tengo tan claro). A todo esto, debo añadir que mi andadura empezó casi como un malentendido: solo acepté a ir a clase de dibujo por escapar de las de música.

Si en sus obras de hace ya algunos años encontrábamos espacios íntimos y cotidianos y reflexiones sobre las maneras que empleamos para hacerlos nuestros, en las más recientes, como anticipábamos, ha trasladado su mirada hacia la naturaleza o el territorio, en un sentido más amplio. El agua, el aire, el tiempo, la luminosidad natural… no tienen forma única ni estable; por omnipresentes nos son esquivos al entendimiento, pero condicionan lo que somos y cómo comprendemos. Esa combinación de su fluidez inaprensible y dinámica y su carácter necesario, imprescindible, ha atraído a la artista a la hora de profundizar en las dificultades de la representación de atmósferas, por sí mismas y en su relación con el espacio; a estudiar las opciones de hacer visible lo que en esencia es complejo y mutable. Se trata de un enorme desafío, porque la historia nos enseña que lo que no se ha representado difícilmente ha podido conocerse, pensarse y comprenderse.

En sus palabras, mi trabajo de los últimos años, desde que inicié mi proceso de regreso de Nueva York, donde viví de manera más o menos consistente durante prácticamente seis años, tiene que ver con la posibilidad de poner imágenes en aquello que, por su naturaleza fluida, es difícil de fijar. En particular me refiero a la representación del aire, del agua, de la luz, de las condiciones atmosféricas de un determinado lugar, del tiempo… de aquello que, en definitiva, se relaciona con la vida.

A la hora de citar referencias, las reparte entre las tomadas de la misma vida y del arte. Quizá no pueda separarlas: Voy a ser contradictoria. Podría dar una lista de artistas que me interesan muchísimo, y sin embargo creo que me han influenciado más paisajes, momentos o sensaciones específicas, conversaciones, canciones, lecturas y otras experiencias no visuales ni artísticas que obras plásticas concretas. Sin embargo, es porque creo firmemente en la capacidad del arte de transformar (a mí misma y al mundo) por lo que podría decir que es justamente el arte (o mejor dicho, algunas obras de arte) lo que más influye en mi trabajo, y lo que le da sentido. Aunque nunca de un modo directo.

Su proyecto para la Academia de España en Roma, muy poético en directo, constaba de la intervención dibujada en la pared, (de diagramas) y un vídeo. Esas son las técnicas en las que habitualmente trabaja; en sus propuestas se complementan y sitúan al espectador ante el que podemos considerar el origen de la representación artística y un fruto reciente de su desarrollo. Conviene recordar que Gibellini entrelaza, sutilmente pero con mucha solidez, el tiempo como duración, el atmosférico y el propio del arte: Trabajo fundamentalmente en dibujo y video. Dibujo porque una gran preocupación y fascinación mía es la capacidad de un gesto mínimo de organizar un mundo (o el Mundo): si haces una simple línea en un papel ya hay un arriba y un abajo, un derecha e izquierda, ya está organizada esa página. Y significada, también.  En definitiva, si bien mi trabajo se centra en el origen de la vida, no lo hace menos en el origen de la representación. Y para mí eso es el dibujo: el origen, el pensamiento y la materia. El vídeo lo utilizo porque me ayuda a ver y a entender. Y a generar espacios o ambientes, también. Me explicaré un poco más: el año pasado, tuve la oportunidad de realizar dos residencias artísticas, una en The Banff Centre for the Arts & Creativity de Alberta (Canadá) y otra en la Real Academia de España en Roma. En la primera tomé conciencia de la necesidad de romper el marco que, hasta entonces, había limitado mi trabajo, para pasar a piezas más complejas, más instalativas y, si se quiere, más ambientales. Fue en Roma donde mi dibujo se expandió en el espacio ocupando diversas superficies, en una búsqueda de capturar lo atmosférico más allá de la representación frontal y acotada del dibujo tradicional. Desde entonces trabajo en esa expansión, introduciendo materiales como el cristal, la proyección de vídeo o la luz de color.

Laura divide la producción que ha desarrollado hasta ahora (marcada por la coherencia en el paso de los años, lo decimos desde aquí) en dos cuerpos de trabajo: El primero, DOM (Variations), instalado a finales de 2013, es un proyecto de arte permanente para tres estaciones de metro de la ciudad de Nueva York (bajo comisión del MTA Arts for Transit & Urban Design). Este proyecto, instalado en un barrio eminentemente emigrante, recupera la idea del hogar a través de ropa tendida en las ventanas y referencia, además, los trabajos que iniciaron mi carrera profesional, cuando me centraba en el espacio interior doméstico y en su punto de encuentro con el exterior. Este maravilloso encargo me permitió trabajar con mosaico y cristal. Desde entonces, trabajo con cristal siempre que puedo.

El segundo cuerpo de trabajo, que sigue en proceso, lo he englobado bajo el título de Meditaciones Atmosféricas. Iniciada en 2015 en una residencia artística en el Museo de Los Sures de Nueva York, esta investigación ha ido evolucionando y materializándose de modos diversos a lo largo de lugares y de varias residencias (las ya mencionadas en Banff y Roma). En cada lugar me he preocupado de encontrar su especificidad, y de tratar de representarla. Si en Nueva York me guiaba la nieve como elemento de visibilización del aire y en Banff me preocupaba por la ausencia del hielo, del glaciar que creó el valle, en Roma ha sido la luz la que ha guiado mi proyecto, así como la vinculación entre el aire y la medición del tiempo, entre el tiempo lineal y el atmosférico, que he venido desarrollado a lo largo de todo este proceso. Actualmente sigo investigando en esta línea en el proyecto de carácter más inmersivo, instalativo y global que he realizado hasta la fecha.

¿Queréis seguir sus pasos? Sabemos próximas exposiciones: Actualmente me encuentro trabajando en un proyecto para la próxima edición de la Bienal de Dakar (2020) y en otro de carácter experimental, que tiene que ver con la aparición del color en el paisaje, para la próxima temporada de Espositivo (Madrid, 2019), y en el que está involucrado también el comisario, escritor e investigador Oriol Fontdevilla y la iluminadora, coreógrafa y bailarina Irene Cantero. También podéis seguir atentos a su web: www.laurafgibellini.com