APELLIDOS: Chozas
LUGAR DE NACIMIENTO: Madrid
FECHA DE NACIMIENTO: 1972
PROFESIÓN: Artista
Si hace casi un año os acercasteis a visitar la muestra “El barco de Teseo” en la Sala Amadís del INJUVE, una de las obras que seguramente llamó vuestra atención fue el muy personal autorretrato de Javier Chozas, que hacía referencia a la disociación de la identidad de los usuarios de las redes sociales entre la física y la digital, siendo la segunda más complaciente que la primera al permitir reinvenciones de la personalidad y la corrección de deficiencias que en el ámbito palpable y cotidiano no son fáciles de paliar.
La obra se basaba en una aplicación que analizaba en tiempo real la aparición de las palabras yo, mi, mío y conmigo en una cuenta de Twitter: cuando alguno de esos términos era escrito, quedaba reproducido, gracias a un algoritmo, en un rectángulo blanco, negro o gris. El resultado era un trabajo abstracto en constante cambio que enlaza con uno de los asuntos que más han interesado a Chozas desde sus comienzos: el narcisismo creciente y su presencia en las redes, seguramente el ámbito por excelencia del afán de proyección y validación social. Precisamente el año anterior, en 2014, Chozas había publicado su ensayo, muy interesante, El tiempo digital. Narciso narcotizado.
En la instalación Sustancia negra (2013) un espejo curvado con la cara reflectante se retorcía hasta terminar mirándose a sí mismo. En la cara exterior negra del espejo se reproducía sin parar una escena de la película de 1947 Narciso Negro en la que sus protagonistas cuestionan abiertamente su percepción de la realidad. Y en Los viajes de Narciso reforzó esos paralelismos entre el Narciso enamorado de sí mismo como castigo de Némesis y el individuo conectado a un ordenador que busca a Eco (también reconocimiento, admiración o cariño) entre sus amigos de Facebook.
Javier Chozas, licenciado en Arquitectura en la ETSAM y Máster en Arte, Creación e Investigación por la Facultad de Bellas Artes de Madrid, ha participado en residencias en Pekin (Platform China, 2009), Berlín (GlogauAir, 2010), Madrid (El Ranchito, 2010, y Casa de Velázquez, 2013), Mallorca (Addaya Centre d’Art Contemporani, 2013), Girona (Bòlit, Centre d’Art Contemporani, 2015) y Montpellier (La Panacée, Centre de culture contemporaine, 2015). También ha sido becado por la Fundación Arte y Derecho, El Ranchito, la Casa de Velázquez o el British Council (asistió como como Academic Visitor a la Universidad de Oxford en 2014) y fue seleccionado en certámenes como el Premio Ciutat de Palma Antoni Gelabert o el IV Certamen de dibujo de la Fundación Centenera Jaraba.
Nos ha contado que, aunque comenzó a pintar muy tempranamente, a los trece, su trayectoria profesional como artista la inició en 2007: Toda mi educación había sido autodidacta hasta entonces y sentía la necesidad de formarme, así que fui asistiendo a cursos sueltos de arte hasta que en 2012 decidí comenzar el máster en la Facultad de Bellas Artes de la UCM. El próximo mes de agosto, volverá a trasladarse al extranjero para iniciar otro programa de formación.
Autodidacta hasta hace nueve años, Chozas nos confiesa que siempre ha sentido un gran interés por la tecnología: Cuando comencé mi carrera de artista me pregunté por primera vez acerca de los efectos de esa fascinación. Desde entonces, mi trabajo ha explorado la naturaleza y los estados de seducción que experimentamos en contacto con la tecnología, especialmente aquellos que derivan en la sustitución de lo real por lo representado, o dicho de otro modo, en la pérdida de experiencia.
En esa línea, el madrileño ha estudiado el modo en que vaciamos de significado las imágenes, modificando sus lógicas de uso. Esa transformación es fruto para Chozas del avance de las tecnologías visuales y de nuestra convivencia con los nuevos dispositivos que, en pocos años, se han integrado en nuestras vidas como si fueran viejísimos conocidos o miembros de la familia. Mi obra reflexiona –dice Chozas- acerca de estos procesos que se producen en el tejido identitario y emocional del individuo, y lo hace acercándose cada vez más a los escenarios en los que esto ocurre, a ese lugar difuso entre lo real y lo digital en el que transcurre nuestra vida.
En La fuga de las luciérnagas, trabajo premiado en la I Convocatoria ETAC, incidía en la seducción generada por las RR.SS, que nos hipnotizan como a luciérnagas en torno a su luz, y en nuestro comportamiento emocional cuando la luz (los dispositivos digitales) se apagan: las luciérnagas tejen redes de comunicación e intermitencia y se sincronizan hasta formar una unidad.
Se fija mucho también en lo que, en ese avance supuesto, hemos dejado en el camino, en el tiempo vaciado de información y estímulos constantes en el que antes se jugaba y se crecía, y en aquello que queda a la sombra de un Internet que parece alumbrarlo todo: Cada vez más me interesan los procesos estancados o desatendidos que producen pequeños residuos emocionales. Me interesa el cómo y también el dónde se acumulan esos residuos, los espacios no iluminados del gran escenario acondicionado (que diría Sloterdijk) que hemos construido ente todos, me interesa mucho nuestra enorme capacidad de adaptación a cualquier situación, pero más aún aquello que dejamos inatendido cuando avanzamos. En definitiva, me interesa mucho la posibilidad de que la decepción pueda funcionar como herramienta cotidiana y de uso universal.
En 2010, en Metrópolis, una instalación compuesta por pelotas de plástico transparentes, evocó la imagen de una ciudad infinita en la que, acústicamente, se nos aislaba del entorno y nuestro espacio propio quedaba reducido a lo imprescindible, y dos años más tarde nos invitó a ascender las escaleras metálicas que conformaban Estados de aglomeración: mientras las subimos, no nos vemos a nosotros mismos, pero sí nuestro reflejo descendiendo. En la cima ni siquiera distinguimos bien ese reflejo por la densidad espacial de las escaleras acumuladas, efecto que podemos vincular al del uso de las redes sociales.
Testimonios de adictos a sus telarañas se recogen en Greatest Hits. Topographics, un proyecto formado por láminas arrugadas de film espía, que se vuelven opacas cuando la luz incide de forma directa sobre ellas y que llevaban impresas frases tomadas de entrevistas a enganchados a las redes.
El trabajo más reciente de Javier es Is it black really black really?, una instalación planteada a modo de Wunderkammer inmersiva dedicada a la historia de la propaganda y a las posibilidades que permite el empleo de las bases de datos, una investigación que ha relacionado con las tesis formuladas en los años veinte por Edward Bernays en Propaganda.
Bernays fue uno de los encargados de poner en marcha la que se considera la primera operación de propaganda de la historia que dio a los medios de comunicación de masas un rol esencial. Siguiendo las órdenes del presidente Wilson, George Creel fundó el Comité de Información Pública con el fin de tratar de transformar la opinión pública del pueblo estadounidense para que apoyara la participación del país en la I Guerra Mundial. Y lo lograron.
Barneys dijo: La manipulación consciente e inteligente de los hábitos organizados y las opiniones de las masas es un elemento importante en la sociedad democrática. Aquellos que manipulan este mecanismo invisible constituyen un gobierno invisible que es el auténtico poder gobernante de nuestro país. Somos gobernados, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas, ampliamente por hombres de los que nunca hemos oído hablar.
En Is it black really black really?, Chozas nos propone situarnos en un tiempo futuro en el que visitamos el gabinete de maravillas de un coleccionista obsesivo en el que confluyen lo real y lo digital a través de piezas que nos remiten a los inicios del uso de la propaganda, otras que remiten a nuestro presente y otras que aluden a ese momento futuro de cronología indefinida. Al tiempo que nos hace parte de un proyecto de ciencia ficción especulativa, esta pieza nos permite adueñarnos de vivencias digitales. La obra está siendo presentada en el espacio La Fragua de Tabacalera Madrid, donde podemos verla hasta junio de 2016.
Sus lecturas habituales a la hora de buscar y prestar atención a las “imágenes desatendidas” son los textos de Marshall McLuhan y los novelistas distópicos, las ucronías y las fábulas.
¿Dónde buscar a Javier Chozas en adelante? En su web, www.javierchozas.com, y en próximas exposiciones en la Tabacalera madrileña (de nuevo comisariada por Nerea Ubieto) y el Centro Conde Duque, organizada esta última por la Twin Gallery. Además, “El barco de Teseo” itinerará próximamente por Latinoamérica.