NOMBRE: Iván
APELLIDOS: Cantos-Figuerola
LUGAR DE NACIMIENTO: Madrid
FECHA DE NACIMIENTO: 1967
PROFESIÓN: Artista
Este mes de mayo hará justo dos años que vimos en la Twin Gallery de Madrid las “Cabezas trocadas” de Iván Cantos, un proyecto formado por óleos sobre lienzo, esculturas de madera policromada que se nos presentaban en distintos momentos de su proceso de elaboración y otras esculturas relacionadas con símbolos tomados de ilustraciones de cuentos infantiles, como Proyecciones y Perros hinchados. Eran piezas que nos invitaban a ser conscientes de nuestro proceso de percepción, sabedores de que miramos, de que nuestra mirada nos genera sensaciones y de que el objeto artístico puede interactuar con la vida.
Nuestro último fichado se formó en pintura, con Ángel Muriel; en escultura, con Marisa Campoy, y en diseño, en la academia IDE madrileña. En 1991 recibió una beca bianual del Delfina Studio Trust de Londres, y dos años después la Beca de la Unión de Artistas Rusos, llevándose su premio final por la performance El humo de oro y, además de en la Twin Gallery, habéis podido ver su trabajo en muestras individuales y colectivas en el Museo bilbaíno de Zamudio, Standarte, el Espacio Guides, la Galería Delfina Studios Trust o el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid.
El artista huye tanto de la novedad como de las formas muy determinadas: en sus trabajos la piel aparece desenfocada, abultada, apenas definida; juega con la indeterminación, que para él es sinónimo de libertad e implica un modo de “ser” propio alejado del “estar” concreto.
Sus trabajos (esculturas, dibujos y pinturas) son fruto de procesos de elaboración minuciosos, de la realización de numerosas pruebas y bocetos, y su uso de métodos tradicionales, como la talla manual de la madera, con lo que implica de esfuerzo físico, o el manejo de la pintura líquida, se debe a su voluntad de alejarse de la saturación de imágenes, saturación que nos lleva a la búsqueda constante de lo novedoso, de la sorpresa. Reivindica, en sus palabras, la sensualidad de lo tangible y visual, por encima de lo conceptual –convertido ahora en una suerte de superstición-, por eso da gran importancia al contacto con los materiales, y la relación tan directa del autor con ellos determina inevitablemente el resultado final.
Materiales y procesos son para Iván Cantos más relevantes incluso que la obra concreta terminada: pintar y tallar son el centro de su interés, su última intención y el eje fundamental de su acción artística, y esa concepción de su proceso creativo explica la frescura que desprenden sus obras, libres y desdibujadas. No se trata de representaciones, sino de objetos visuales que nos invitan a repensar la sensualidad como cualidad propia del arte (dejada a un lado, comúnmente, en la creación contemporánea).
Entiende Cantos que si un objeto de arte solo busca la novedad o la sorpresa, o llamar la atención con impaciencia, será esclavo de un vacío previo que ningún refuerzo conceptual o verbal podrá llenar. Su obra demanda calma, por tanto, tanto al ser realizada como al ser contemplada, una manera más reposada de mirar en la que nos olvidemos, en cierta medida, de lo representado para centrarnos en las condiciones matéricas y sensoriales de la pintura o la escultura en sí mismos, como objetos vivos de cuya visión podemos disfrutar sin lo que él denomina “hinchar al perro”, es decir, cargar a esos objetos con ideas y palabras que expliquen lo que la materia, supuestamente defectuosa e incompleta desde ese punto de vista, no alcanza a decir.
Para Iván, el valor del objeto artístico se encuentra en sí mismo, en su condición tangible, no en lo que sobre él podamos decir. Y para que ese valor primigenio se dé la obra tiene que haber nacido desde la paciencia, el tiempo (indeterminado) dedicado. Una frase suya explica bien ese pensamiento: No hay nada más profundo que la piel.
Conocedlo mejor en www.ivancantos.com