NOMBRE: Carmen
APELLIDOS: Ceniga Prado
LUGAR DE NACIMIENTO: Bilbao
FECHA DE NACIMIENTO: 1995
PROFESIÓN: Artista
Si visitáis antes de enero la galería Gaby Vera de Madrid, saldrá a vuestro encuentro nuestra fichada esta semana: Carmen Ceniga Prado presenta allí “Entrando en el ahora”, un compendio de pinturas en las que esta artista ha trabajado desde hace cerca de tres años, cuando tomó conciencia de que la práctica de la escultura, que hasta entonces la ocupaba, no respondía a sus deseos de crear de un modo más abierto y experimental.
Sus procesos primeros con la escultura, sin embargo, subyacen en parte en estas composiciones, que nacen, como algunas piezas en tres dimensiones, del hallazgo de capas del material de trabajo (real y figurado) y del movimiento del cuerpo en torno al soporte.
Formada en Bellas Artes, en pintura y escultura, en el Pratt Institute de Brooklyn y en el Wimbledon College of Arts de Londres, Ceniga Prado cuenta además con un máster en el LASALLE College of the Arts de Singapur y ha mostrado su obra en exhibiciones individuales en este país, en Indonesia y en la galería bilbaína Aldama Fabre. Además, ha participado en colectivas en Reino Unido, Alemania, Tailandia y España.
Carmen se incorpora a esta sección porque queremos saber más de ese tránsito suyo entre disciplinas y del carácter introspectivo de sus composiciones: su producción tiene que ver con procesos de indagación interior y con la traducción de lo hallado en tonalidades, luces y sombras, esto es, en paisajes abstractos.
Explica la artista que tanto sus esculturas (en madera tallada) como estas pinturas las plantea como medio para conectar con su interioridad y con las transformaciones sutiles que íntimamente experimenta: Las obras abordan los pulsos invisibles, pero potentes de vitalidad, que nos rodean. Partiendo del cuerpo, reflejan una gama de estados emocionales o sensaciones corporales, como la oscuridad, la claridad, la ansiedad y los momentos intermedios.
El desplazamiento de las tres dimensiones a las dos conllevó una expansión de su superficie posible de trabajo, la opción de prolongar los gestos de sus trazos no de forma volumétrica, sino en profundidad -en el fondo, la misma de la que brotan-. Las fuentes de sus imágenes no son externas: se basan en la escucha de sus memorias y de su cuerpo, pulso y emociones para los que busca plasmaciones visibles, como avanzamos en el color y la luz, pero también en la materia y las capas, con efectos vibrantes.
En cuanto a sus técnicas, viene empleando Ceniga Prado acrílico y tinta muy diluidos: el uso abundante del agua favorece la generación de esos estratos con texturas propias que el lienzo empapa sin esfuerzo, pero por las que no se deja invadir del todo; en estos trabajos importan las superficies limpias, que alumbran una luz propia.
A la artista le interesa, asimismo, que sus métodos no queden ocultos y que, más allá de no esconderlos, dejen rastro de memoria en un sentido material: esa es la razón de que las superficies sean atravesadas por costuras horizontales y verticales bien evidentes, marcas que dan fe de su labor y también de sus desplazamientos frente a la tela.
Como parte y fruto de sus mismos procedimientos, no ofrecen esas costuras líneas rectas pulidas, sino marcas pausadas que a veces adoptan otras direcciones, se desvían. Constituyen, en último término, otros modos de escarbar, ahora en la superficie, dejando emerger su vulnerabilidad e incorporando a las piezas el sentido del tacto. En palabras de Nerea Ubieto, las fisuras son parte sustancial de la vitalidad de sus obras, aproximándose a un organismo que respira, late y cicatriza.
Respecto a sus referentes, éstos tienen que ver, en lo conceptual y lo formal, con su conocimiento de la cultura oriental, dado su tiempo residiendo en China, Corea y Singapur -actualmente vive entre este último país y Bilbao-. Esa influencia deriva en su estudio de las nociones de vacío y armonía, pero también en su atención a la experiencia del detenimiento y al presente fugaz, como la requerida en la caligrafía -a diferencia de la mecanografía, la escritura a pincel necesita de la conciencia del instante y de la respiración, y de un esmero incompatible con la distracción-.
Tenemos que referirnos también a la sombra, tan valorada en Oriente como teorizó Junichiro Tanizaki, defensor en Elogio de la sombra de que hay belleza en la tiniebla. En los lienzos de Carmen, la paleta cromática es escasa porque la expresividad se alcanza, sobre todo, a través de declinaciones de luz, oscuridad y forma. Esa variedad tonal es reducida, pero no necesariamente apagada: veremos colores primarios que aluden a la tierra, el agua y el fuego; se vinculan a lo telúrico y conviven, en equilibrio, con aquellos fragmentos blancos, desnudos, que eliminan la posibilidad del exceso y demandan nuestra observación lenta.
La muestra en Gaby Vera puede visitarse hasta el 9 de enero y de Ceniga Prado podemos saber más aquí: www.carmenceniga.com
