La horizontalidad (de ahí el título de esta muestra) y la concepción de la materia como epidermis son las bases de buena parte de la obra de la artista barcelonesa Susana Solano y de la quincena de esculturas de gran formato que desde hoy pueden verse en las salas de la Fundació Suñol bajo el título “Vuelo rasante”.
La catalana, que en 1988 recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas y hace tres años el Premio Tomás Francisco Prieto de la Casa de la Moneda, se sirve de materiales muy variados, desde el hierro y el acero hasta el mimbre, el cordel, el cristal o el aluminio, para diseñar espacios simbólicos de formas abstractas profundamente imbricados en la naturaleza y en las experiencias vitales de la propia artista: abordan cuestiones relacionadas con las esencias del ser humano y el vínculo de éste con su entorno.
Las piezas que se exponen en la Fundació Suñol proceden en su mayoría de los fondos de esta misma institución, se fechan entre 1988 y 2011 y son ejemplo del personal e intimista lenguaje de Solano, que se nos hace presente en arquitecturas de la naturaleza: cavidades, depósitos, colinas… que trasladan al espectador a barreras y márgenes, a espacios fronterizos entre lo que se ve -el exterior- y lo que se nos oculta -el interior-. Desde estos planteamientos, el concepto de epidermis alcanza todo su sentido, al servir de punto de separación de lo endógeno y lo exógeno.
Las fundas, las coberturas de estos trabajos, conforman una parte fundamental de las mismas al funcionar como contenedor, y también como escaparate, de un núcleo de igual o mayor significación que se nos presenta menos visible.
Como decíamos, tener en cuenta el dominio de la horizontalidad resulta esencial para entender estas obras: permite expandir el campo de lo visible e invita al espectador a dirigir su mirada más allá de cualquier límite físico. Los trabajos que integran “Vuelo rasante” prácticamente llegan a fundirse con el suelo, a integrarse, en definitiva, en el espacio, y este efecto es empleado por la creadora barcelonesa para hacer desaparecer las distancias entre lo simbólico y lo terrenal.
Junto a la quincena de piezas mencionadas podremos ver en Suñol esculturas más pequeñas expuestas en vitrinas y una serie de fotografías, un vídeo y tres dibujos.
“Vuelo Rasante” se completa con un catálogo de Marta Llorente.
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