Ni completamente real ni una absoluta mentira. La naturaleza humana es el eje de las fotografías, vídeos e instalaciones de la francesa Sophie Calle y la calle, su principal espacio de trabajo: organizando en agenda cada una de sus salidas, se ha retratado a sí misma y a voluntarios desconocidos que encontraba a pie de acera a quienes incluso ha invitado a dormir en su cama, llegando a inspirar el célebre personaje de María Turner de la novela de Paul Auster Leviathan.
Precisamente la literatura, los textos, resultan un componente fundamental de su trabajo: Calle confiesa que sus imágenes en sí mismas no expresan todo lo que ella tiene que decir y que las palabras por sí solas tampoco podrían hacerlo; lo visual y lo textual se complementan en su producción de forma natural y no premeditada.
Los nexos entre realidad y ficción en sus fotografías son complejos, y ella no trata de desenmarañar esa ambigüedad: afirma que en sus imágenes no hay nada inventado pero que lo que vemos tampoco es su vida tal cual, sino un fragmento de ella, una “ficción real” en la que ella misma, de algún modo, actúa como un alter ego narrativo: arte en la vida y vida en el arte.
Hasta junio y bajo el comisariado de Agustín Pérez Rubio, Calle presenta en el Centre La Virreina de Barcelona la retrospectiva “Modus Vivendi”, su primera exposición en nuestro país en ocho años. Se repasa su producción desde mediados de los ochenta hasta hoy incidiendo en sus aspectos más controvertidos: en la relación de Calle con sus casuales modelos y con ella misma y en su intención de autoconstruirse a la vez que construye una cierta mirada del espectador sobre sí misma derivada de la selección de unos u otros instantes fotográficos según su valor poético o estético (no podemos evitar pensar en sus nexos con las redes sociales).
En sus imágenes no hay nada inventado, pero que lo que vemos tampoco es su vida tal cual, sino un fragmento de ella
La muestra se ha organizado en dos partes: la primera se centra en los juegos de Calle con lo ajeno en relación a la construcción de la mirada y la búsqueda de lo bello y comienza con la serie Les Aveugles (1986), propuesta para la que pidió a diversos invidentes, de nacimiento o no, que definieran la belleza. Ya pudo verse en la individual que le brindó la Fundación La Caixa en 1996 y que Pérez Rubio ha tomado como precedente claro de este proyecto y en esta obra, además de investigar en el asunto de la ceguera, la artista reflexionaba sobre las relaciones entre nuestra identidad y el sentido de la vista y sobre nuestros mecanismos para retener en la memoria aquello que ya no está.
Queremos subrayar también Voir la mer (2011), obra formada por cuatro vídeos sobre habitantes de Estambul que ven el mar (el Mar Negro, en este caso) por primera vez.
La segunda sección incide en el sesudo tema de la relación entre relato personal veraz y ficción y de ella forman parte conjuntos como Autobiographies, que contiene diferentes episodios narrados por la propia artista y que le valió el prestigioso Premio Hasselblad en 2010, o la que es seguramente la instalación más importante de su carrera, Prenez soin de vous (2007), que se expuso en el pabellón francés de la Bienal de Venecia de aquel año. Consta de imágenes de 106 mujeres conocidas o anónimas que comentan, interpretan sus respuestas a una misiva que recibió la artista en la que su pareja le comunicaba el fin de su relación finalizando con la frase que da título a la pieza.
El colofón de “Modus Vivendi” lo encontraremos en el antiguo comedor del Palau de La Virreina, que ha quedado transformado para la ocasión en una habitación ocupada por Calle, con los objetos que aluden a su manera de vivir el amor, los deseos y su forma de relacionarse con los demás y con el arte.
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